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Amabilidad para las madres que crían nuestro futuro

Los profesionales de Psicomentale recomiendan comprensión y palabras amables para las mujeres durante el embarazo y después del parto

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Las madres de ahora lo tienen todo a golpe de Google, pero hay veces que esto no ayuda

En la mayoría de los casos, hoy en día la maternidad supone un torbellino de emociones y sentimientos que en muchas ocasiones las madres no son capaces de asimilar. Desde el momento que la mujer se queda embarazada, está conectada en mayor o menor medida con su nuevo estado físico: mira qué comer, no bebe alcohol, cocina bien los alimentos y se pasa pidiendo queso pasteurizado en todos los restaurantes donde acude. Pero ¿y la conexión con el nuevo estado de la mente?

El cerebro de la mujer embarazada cambia. En función del trimestre de la gestación, estos cambios van enfocados a poder ir abriendo el camino a lo que viene después. Todo esto puede ser más o menos visible en función de cada mujer y sus circunstancias personales, pero los cambios son necesarios para poder cuidar al bebé.

¿Y qué pasa en el entorno? Pues que normalmente no se tiene en cuenta todo esto, las empresas sólo se preocupan cuándo la mujer se coge la baja, la pareja muchas veces no tiene en cuenta el esfuerzo que supone llevar a un hijo o hija dentro y la responsabilidad que siente la mujer embarazada, amistades y familiares muy emocionados pero que comienzan a hacer comentarios poco acertados sobre lo que cada una puede o debe hacer.

Y después llega el parto, el final de una etapa y el comienzo de otra tremendamente complicada. Y de nuevo cambios y más cambios; cambios físicos porque ahora la barriga ya no es de embarazada y hay que ‘recuperar la figura’; cambios familiares con el surgimiento de nuevos roles que muchas veces la mujer no sabe cómo gestionar; cambios a nivel laboral con excedencias o reducciones de jornada en la mayoría de los casos. Y sí, cambios en el cerebro, el posparto es un huracán que muchas veces arrasa y que está tremendamente invisibilizado.

La diferencia generacional es abismal con respecto a nuestras madres. Por una parte, está la edad que suele ser mayor de la que nuestras madres nos tuvieron y que hay que tener en cuenta que no es lo mismo criar con 25 que con 35 teniendo ambas edades sus ventajas e inconvenientes. Por otra parte, y un tema que ayuda y ahoga a las madres, es la información o sobreinformación. La línea que separa buscar lo mejor para los hijos es muy delgada. Las madres de ahora lo tienen todo a golpe de Google, pero hay veces que esto no ayuda. Las distintas opiniones de profesionales, las cuentas de divulgación, los libros de crianza y las opiniones de otras mamás… todo eso hace que tomar una decisión en principio sencilla para muchas madres se haga muy cuesta arriba.

Y sí, es una suerte poder buscar cómo hacer un biberón o cómo descongelar leche materna. Pero no lo es enfocarse en algo que no les está haciendo felices porque es lo mejor para las y los bebés. Las madres se sacrifican mucho para darles lo mejor sin mirar muchas veces que para los hijos lo mejor es una madre que esté bien. Y eso no es sólo una responsabilidad de las madres, que solo pueden hacer lo que está en su mano. También es responsabilidad del entorno no dar opiniones o consejos no pedidos, ofrecer ayuda, escucha, desahogo. Detrás del comportamiento de una madre que consideramos extraño hay muchas cosas que no vemos: conexiones con la infancia que son dolorosas, soledad por estar todo el día cuidando sin red, parejas no corresponsables, relaciones familiares complicadas…

La maternidad es complicada, seamos amables con las madres porque ellas están criando a nuestro futuro.

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