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Contaba esta mañana José Miguel Pérez-Sierra que existe una línea sucesoria que va desde Gioachino Rossini a Giuseppe Verdi, pero que pasa obligatoriamente por Gaetano Donizetti (1797-1848). «Donizetti es un elemento fundamental. Siempre digo que sin él, Verdi hubiera sido Giacomo Meyerbeer, que es un poco el que hereda el Rossini serio tal y como él lo deja. Donizetti reelabora esa ópera seria que deja Rossini, huye de la ópera francesa de gran formato de tres, cuatro y hasta cinco horas, y decide, con esa herencia musical y teatral, condensar todo y eso es lo que configura el melodrama italiano del ottocento, mucho más humano, directo, y menos abstracto y de ahí sale el Verdi serio».
Del prolífico compositor italiano -escribió 70 óperas a lo largo de su corta y azarosa vida- podrá verse 'María Stuarda' (1835) entre el 14 y el 30 de diciembre en el Teatro Real de Madrid, en una nueva producción que después se presentará en los teatros coproductores de la obra: el Gran Teatre del Liceu, el Donizetti Opera Festival de Bérgamo, La Monnaie de Bruselas y la Ópera Nacional de Finlandia.
Diez serán las funciones que se representarán en la capital de este duelo de reinas, Isabel I de Inglaterra y María I de Escocia, que luchan por el mismo cetro y el mismo amor, víctimas ambas de fuerzas políticas y religiosas que manipulan sus destinos de la infancia en los bajos fondos de las encarnizadas guerras de poder que las involucran y trascienden. Partiendo de la obra homónima de Friedrich von Schiller, alejada de la verdadera historia de la reina católica escocesa, por la que toma partido en relación con su rival anglicana, Donizetti creó una partitura de grandes vuelos melódicos y contrastes abruptos que pone de relieve el perfil psicológico de las protagonistas, atrapadas por una red asfixiante de relaciones disfuncionales y tóxicas.
Detrás de la puesta en escena está el director David McVicar, responsable también de 'Adriana Lecrouveur', la ópera que inauguró la presente temporada en el coso madrileño. McVicar sitúa la acción en un espacio conceptual y simbólico diseñado por Hannah Postlethwaite, que concede todo el protagonismo al belcanto y resalta los conflictos, sentimientos y pasiones de los personajes, ataviados con el espectacular vestuario renacentista diseñado por Brigitte Reifffenstuel. «La obra de Schiller es fascinante porque es una versión romantizada de la verdadera historia de estas dos reinas», comentaba el director de escena. «Él representa a la figura de María en un contexto político y en un mundo fuertemente polarizado entre las creencias sectarias católicas y protestantes. Schiller crea esta historia de amor, que no es una historia de amor real, entre el conde de Leicester y la reina María, pero le da al personaje de Leicester este carácter de actor político que debe luchar entre sus propias ambiciones personales y la necesidad de equilibrar el contexto entre estas dos reinas», señalaba McVicar, que cree que esta ópera es «casi revolucionaria» por «su visión, la valentía de la partitura y la caracterización de los dos personajes».
Aunque tanto Donizetti como el libretista Giuseppe Bardari tuvieron que suavizar los aspectos políticos de la obra, considera McVicar que «siguen estando muy presentes». Precisamente, el primer ensayo de esta nueva producción tuvo lugar justo al día siguiente de las elecciones de EE UU. «Aquello nos llevó a reflexionar en torno a la gran polarización que existe en el mundo actual, equivalente a la que podía existir en el xiglo XVI, que es la época en la que vivieron estas dos mujeres», explicaba el director de escena. «Hablamos de una Europa dividida entre el sentimiento católico y protestante y las consecuencias políticas que esto implica y este es el motivo por el que estas dos mujeres no pueden coexistir. Isabel tenía razón, pero también la tenía María, y ambas eran incapaces de comprender el punto de vista de la otra», continuaba. Es la segunda vez que McVicar, de origen escocés, pone en escena esta ópera: «Es la historia de mi país y lo que me sorprende es que mi país sigue viviendo con las consecuencias políticas de esa división sectaria entre católicos y protestantes. Me doy cuenta de que en los 400 años que han pasado no hemos progresado nada», lamentaba.
Dos repartos de grandes cantantes, en los que destacan las sopranos Lisette Oropesa y Yolanda Auyanet (María Stuarda), las mezzosopranos Aigul Akhmetshina y Silvia Tro Santafé (Isabel), los tenores Ismael Jordi y Airam Hernández (Roberto, conde de Leicester) y lo sbajos Roberto Tagliavini y Krzysztof Backzyk (Giorgio Talbot), darán voz a los protagonistas, que actuarán junto al Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.
Sobre su papel explicaba Oropesa que es una mujer «muy orgullosa, que sufrió muchísimo y fue rechazada por mucha gente pero que tampoco era una inocente paloma blanca». Ella es la que en un momento de la obra, dirigiéndose a Isabel, pronuncia dos de las palabras más impactantes de la ópera: vil bastarda. En este sentido, enfrentarse a Maria Stuarda ha supuesto para la soprano rebuscar en su ser, su cuerpo, su cara y su movimiento las sombras. «De todos los papeles de Donizetti que he hecho, este es el primero que tiene una gran oscuridad y que sale frecuentemente, así que he tenido que buscar porque mi voz es solar, tiende a la claridad y tenía que buscar otras motivaciones con las que cantar sin hacerme daño, sin empujar, sin gritar, aunque hay momentos en los que tengo que gritar porque es o eso o nada», reflexionaba.
A su lado, Akhmetshina comentaba que espera «poder transmitir al público algo de empatía hacia Isabel, de forma que se pueda comprender su punto de vista, que no deja de ser un ser humano que se ve empujado por su deber y por las exigencias de los distintos dictadores que lo rodean y que le dicen lo que tiene que hacer». De Isabel decía que es «muy difícil de cantar porque tiene una vocalidad que exige un registro de soprano, pero al mismo tiempo la intensidad de una mezzosoprano».
Por su parte Jordi vuelve a meterse en la piel del conde de Leicester, un papel que, recordaba, le ha acompañado durante casi toda su carrera. Es un personaje «ingrato y difícil», se sinceraba, «pero esta es la vez que más lo estoy disfrutando». ¿La razón? «Cantas mucho y luego no te aplauden», decía medio en broma medio en serio. «Es la vocalidad, cómo está escrito, es antipático y te pasas sin dormir toda la noche. Y luego está cómo lo tratan los directores de escena normalmente, que siempre pasan por encima de él», analizaba. En este caso, McVicar le está dando presencia escénica: «Me da ideas para crear un personaje. Es un hombre político, con muchas ambiciones... Pero al final yo canto más que ella y el público parece que está dormido y te da coraje», decía señalando a Akhmetshina y provocando las risas de los presentes.
Como curiosidad para esta producción de 'Maria Stuarda' se ha incorporado la 'Obertura Milano', que era la obertura original que planteó Donizetti para la obra, pero que se vio obligado a modificar por la censura para su estrenó en Nápoles. «No será primera ejecución mundial, ya que hay una grabación que se puede encontrar por ahí, pero creo que es una obertura magnífica y como el 90% de las oberturas tiene la función de anticipar aquellos temas musicales en los que el compositor quería atraer nuestra atención», concluía José Miguel Pérez-Sierra.
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