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Episodio 6

El silencio del monte Oiz

Rubén, un cazatesoros al que le gusta resolver misterios, encuentra un hueso haciendo senderismo por el monte Oiz, en Bilbao. ¿A qué o a quién pertenece? Sus pesquisas le conducen hasta un avión que se estrelló en esa misma colina en los años ochenta

Jueves, 24 de noviembre 2022, 13:26

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¿Puede que haya una familia pendiente de que su ser querido no fuera enterrado al completo? ¿Cuántos más habrá? ¿Y por qué esta tragedia se ha olvidado tan rápido? El accidente del monte Oiz ocurrió el 19 de febrero de 1985, cuando el vuelo 610 de Iberia se estrelló en una de sus laderas. Esta es una historia de desmemoria y abandono.

Créditos

  • Una historia de Josu García

  • Producida por Silvia Cantera y Pablo del Caño

  • Ilustración de Carol Nazatto

  • Edición y coordinación de Andrea Morán con ayuda de Carlos G. Fernández

  • Producción técnica de Íñigo Martín Ciordia

  • Diseño sonoro y mezcla de Rodrigo Ortiz de Zárate

  • Producción ejecutiva y dirección de José Ángel Esteban

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Transcripción

Episodio 6

El silencio del monte Oiz

Fuera del radar.
El silencio del monte Oiz.
JOSÉ ÁNGEL ESTEBAN: ¿Qué tal? Bienvenidas y bienvenidos a nuestras historias.
[Ambiente de día festivo]
JAE: El día es soleado en Bilbao. El titanio del Guggenheim brilla e ilumina con fuerza una ciudad que se prepara para el aperitivo dominical. O, como se dice en Euskadi, para salir de pinchos. Pero para los protagonistas de esta historia todo es penumbra.
JAE: Están a 50 metros bajo el suelo siguiendo el haz de una linterna, en el interior de un viejo túnel ferroviario. Encima de sus cabezas, en la superficie, los turistas pasean despreocupados por la ría.
[Oímos susurros]
JAE: Allí abajo nuestros amigos se mueven con dificultad por el balasto de una vía oxidada. Las paredes rezuman humedad. De vez en cuando, en mitad de la oscuridad, una gotera que se abre camino entre el musgo. Un joven guía encabeza la expedición que busca en el subsuelo de Bilbao un tren antiguo abandonado, de los de madera.
Rubén Santos: Tengo 33 años. Soy aficionado a la fotografía.
JAE: Se llama Rubén Santos.
RS: Me gusta mucho también el tema de los sitios abandonados, sitios… llegar a donde el ojo humano no llega.
JAE: Es un trabajador de logística. Un repartidor que vive junto al aeropuerto de Bilbao. Le gustan mucho los aviones, pese a que el ruido de sus motores le despiertan cada mañana.
RS: Y empecé pues hará cosa de unos 15 años.
JAE: Pasa muchos de sus días entre paquetes y cajas. De lunes a viernes tiene una vida ordinaria: un empleo, su vehículo, la familia… Pero los fines de semana...
RS: La primera impresión, pues mala.
JAE: Rubén hace cosas digamos… extraordinarias.
RS: Lo primero que se piensan es que estás ahí para robar.
JAE: En lugares inaccesibles o secretos…
RS: Para mí los castillos franceses es lo mejor que hay, lo más bonito que he visto.
JAE: Puede ser un túnel, una central nuclear desmantelada, un búnker de la guerra civil o una villa deshabitada...
RS: Y esa sensación de qué va a haber dentro, qué me voy a encontrar es indescriptible.
JAE: Rubén hace fotos de todo. Y esa es su recompensa. Nunca se lleva objetos. Tampoco rompe nada. Son reglas no escritas del Urbex.
RS: Vas tú a hacer fotografías y resulta que han robado aquello, aquello y aquello. Y la foto está estropeada. Para mí, es destrozar el sitio. Y eso no va conmigo.
JAE: Detrás de esta palabra anglosajona se oculta una afición no demasiado popular, pero que está en auge en España. El nombre suena muy moderno.
RS: según sus siglas sería Urban Exploration.
JAE: Es decir, exploración urbana.
Okos: Se podría decir que somos cazatesoros visuales de los sitios.
RS: Sí, sí. Eso es, cazatesoros.
JAE: Es Okos. El amigo. Tiene sólo 23 años, pero es un Urbex muy experimentado: ha estado, por ejemplo, en Chernobyl o en el interior de una fragata de guerra francesa en un área restringida.
Okos: Yo creo que es de las pocas veces donde de verdad uno mismo se siente libre. Es una sensación entre adrenalina, tensión, un poquito de todo.
JAE: Okos es delgado y fibroso, como Rubén. Son socios. Son inseparables. Están en forma porque el Urbex requiere agilidad para saltar vallas o escalar muros. La Policía puede aparecer en cualquier momento.
RS: No hay fin delictivo, no hay allanamiento de morada porque suelen ser sitios en los que la gente no vive. Entonces no suele haber mayor problema.
JAE: Los cazatesoros viven en una constante montaña rusa de emociones. Son los últimos aventureros de lo urbano. Unos románticos que sienten morbo por poner el pie donde nadie lo ha hecho. Es placentero, es adictivo. En cierta forma, es una droga.
Okos: Es una pasada, se disfruta un montón.
[Sonido de asalto al castillo de Butrón: se les oye comentar en susurros lo que ven]
JAE: Hace unos meses se colaron el Castillo de Butrón, una fortaleza del siglo XIX muy famosa en Bizkaia. Es propiedad de un millonario ruso.
RS: Yo Butrón llevaba queriendo verlo desde que era un crío.
JAE: El vídeo del asalto tiene 170.000 visualizaciones en Internet.
RS: En el momento que pisé dentro fue un… no sé, es que no te lo puedo describir, fue quitarme esa espinita de… ¡Buah! Ya está.
JAE: Aficionados de todo el mundo lo han visto. Pero aún así, el Urbex tiene un eco limitado, no resuena más allá de los círculos especializados. Hubo un día, sin embargo, en que Rubén se vio inmerso en una aventura muy diferente. Una que le hizo ocupar portadas en la prensa.
JAE: Estamos en mayo de 2021. Rubén coge una mochila y se va de excursión al monte, sin demasiadas pretensiones. Camina solo. Esta vez no le acompaña su inseparable Okos. Entre otras cosas porque no espera encontrar nada interesante. Pero...
RS: Yo no daba crédito.
JAE: … no se puede creer que lo está viendo.
RS: Y cuanto más buscabas, más encontrabas. Zapatos, ventanas, incluso tenedores con el logo de Iberia. Aquello era terrorífico.
JAE: Rubén está en un paraje solitario y aislado. Es un lugar de infausto recuerdo. Su nombre es muy corto, sólo tiene tres letras, pero escucharlo eriza el vello de los que crecieron en los años 80. Está en el monte Oiz.
RS: Aluciné en colores que 36 años después estuviera todo eso ahí tirado.
JAE: Lo que Ruben está mirando parecen ser los restos de un avión. Y están a la vista de cualquier senderista. Han salido tal vez a la luz por una tala forestal o por las lluvias. Pero han aflorado también por la desidia de las autoridades. Porque de eso también va esta historia. De abandono. De falta de interés. De olvido. De desmemoria.
JAE: Entre los pedazos del fuselaje, los cables, los asientos, nuestro Urbex realiza un hallazgo macabro.
RS: Y eso fue llegar ahí y empezar a ver restos de aluminio, ventanas, incluso un hueso. Y aquello me impactó un montón.
JAE: Un hueso. Sin saberlo, Rubén ha destapado una caja de Pandora. Una tormenta que le llevará a embarcarse en una aventura muy diferente a las que está acostumbrado. Esta vez no lo dejará todo sin tocar, esta vez buscará respuestas.
Fuera del radar. Historias más allá de la noticia.
En este episodio: El silencio del monte Oiz
JAE: La cima del Monte Oiz despunta cerca de la costa de Euskadi con sus 1.026 metros de altitud. Es una montaña sagrada para los vascos.
[Sonido de un cuerno lejano]
JAE: Uno de los cinco montes bocineros desde donde el señor de Bizkaia llamaba con su cuerno a sus vasallos para celebrar las juntas generales, una especie de parlamento medieval. Este es el escenario del hallazgo de Rubén.
[Sonido del viento]
JAE: Allí, el 19 de febrero de 1985, en la ladera que mira al mar, se produjo una catástrofe.
[Sonido de Radio Euskadi de la época]
JAE: El 'Alhambra de Granada», un Boeing 727 de la compañía Iberia que se dirigía a Bilbao desde Madrid, se estrelló al chocar contra una antena de televisión situada en la cumbre.
[Radio:] «…Boeing 727 procedente de Madrid que se ha estrellado en las proximidades del monte Oiz.»
JAE: No hubo supervivientes. Murieron sus 148 ocupantes. Sigue contando la historia Silvia Cantera.
Silvia Cantera: En 1985, Rubén, nuestro cazatesoros, aún no había nacido.
RS: La historia la conocía. Había leído sobre ello, pero nunca había... Nunca había estado ahí, en lo que es en el sitio cero.
SC: Otro de los protagonistas de este episodio, el periodista Josu García, era entonces un niño de solo 6 años.
Josu García: Aquella tarde pues recuerdo que llegué del colegio para ver Barrio Sésamo como hacía siempre, pero no echaban en la tele este programa sino que había un especial informativo con imágenes de un avión destrozado.
SC: Rubén y Josu habían interactuado alguna vez por internet. Y, en mayo de 2021, el Urbex le cuenta al periodista lo que acaba de descubrir en el Monte Oiz.
JG: Lo cierto es que pensé que me estaba tomando el pelo, porque era imposible. Habían pasado casi 40 años.
[Sonido notificación móvil]
SC: Pero entonces el cazatesoros le envía un mensaje.
JG: Vi aquél móvil… y lo que vi era la fotografía de un tenedor, de comida, de los que llevan el logotipo de Iberia, y estaba semienterrado, así que para mí no había duda. Y ese mismo día, que era un domingo, pues nos pusimos a trabajar.
SC: Rubén y Josu coinciden en algo desde el principio: Les parece terrible que la zona del accidente no se haya limpiado.
JG: Que esté como está es una falta de respeto.
SC: Quieren sacar a la luz el olvido, que se logre un reconocimiento, una placa o un memorial en la cumbre. Que se cierre de forma digna un episodio traumático. El camino que aquí empieza va a estar repleto de obstáculos y sinsabores, habrá portazos y desencantos.
SC: Lo primero que se proponen es volver a la zona para sacar más fotografías y fijar coordenadas con un GPS. Llaman a Alberto Bóveda, exjefe de Bomberos del aeropuerto de Bilbao.
Alberto Bóveda: Nunca había vuelto allí. Me lo propuso Josu, que es un amigo, y pensé en echarle una mano.
SC: Alberto, que ya está jubilado, fue de las primeras personas en llegar al lugar del desastre aéreo en aquella mañana de febrero de 1985.
AB: Lo que allí viví fue… Fue muy duro. En cierta forma era revivir algunos de mis fantasmas.
SC: El equipo se completa con un fotógrafo y un cámara. Así que los cinco se ponen en marcha. Estamos en junio de 2021.
RS: Para llegar hasta allí, no llega cualquiera.
JG: Caminamos largo rato y hasta cogimos garrapatas...
RS: Es un sitio bastante difícil de acceder y una vez que estás ahí es un sitio bastante triste. Es un sitio oscuro, frondoso… tétrico.
[Ambiente del Monte Oiz]
SC: El Oiz es un denso monte de pinos. Un lugar extraño porque el pueblo más cercano está a kilómetros de distancia. Huele a salitre y a veces se escuchan las palas de los molinos eólicos movidas por el viento. Amenazadoras.
JG: Lo primero que vimos fue un trozo de metal retorcido. Tenía un tamaño considerable, como una bandeja de horno más o menos.
SC: El bombero, que se ha pasado media vida entre aviones, no tiene ninguna duda.
AB: Era parte del fuselaje del avión.
SC: A medida que avanzan por el monte, los restos aparecen con más frecuencia: cinturones de seguridad, tapicería de asientos, bandejas para el catering...
JG: Había también muchísimos cables y en el lecho del arroyo vimos un trozo de metal pues… del tamaño de una ensaladera, más o menos, y llevaba los colores de Iberia, ese rojo y anaranjado que para mí y para mucha gente son inconfundibles.
SC: Después observan el hueso. Sigue en el mismo sitio donde Rubén lo había encontrado.
RS: Me pareció un trozo de pelvis humana. Josu tomó las coordenadas GPS y las envió a la Ertzaintza.
SC: Los policías acuden al lugar. Lo recogen y se lo entregan a un magistrado de Gernika. La noticia sale dos días después en portada en los medios.
JG: Recuerdo que puse el titular: «Un juez investiga el hallazgo de restos óseos en la ladera del Oiz donde se estrelló el avión en 1985».
SC: 37 años después Rubén ha encontrado un tesoro muy particular. No monetario, pero sí emocional. Un tesoro distinto a lo que acostumbra. Quiere que su hallazgo trascienda y sirva para algo.
RS: Hubo familias que no pudieron enterrar los cuerpos de sus seres queridos.
SC: A Josu también le preocupa la memoria de las víctimas.
JG: Es que Euskadi está repleta de placas que recuerdan hechos terribles por todos los lados. Pero del Oiz, la verdad es que no hay nada. Nada, en mi opinión, honra a los 148 fallecidos.
SC: Y piensan que la mejor manera de que la historia no se repita es conocerla a fondo. En las siguientes semanas recopilan toda la información posible del caso.
Carlos Manso: Había niebla. Tampoco se veía mucho…
La búsqueda les lleva a entrevistarse con uno de los controladores aéreos que estaban aquel día de servicio.
Carlos: …me acuerdo de muchas, muchas, muchas sensaciones y emociones.
SC: Carlos Manso sigue en activo.
Carlos Manso: …el helicóptero dijo. Oye, pues sí está aquí, dijo sí, sí, aquí parece que hay algo. Hay restos, se ven restos.
SC: Es un viejo rockero de las torres de control. Y guarda un nítido recuerdo. ¿Qué pasó realmente en Oiz? ¿Por qué cayó el avión? La investigación oficial habla de un fallo humano al medir la altitud.
CM: Funcionaba todo perfectamente. Los pilotos estaban perfectamente, todo, todo, todo estaba bien.
SC: El avión chocó primero contra una torre de comunicaciones que no figuraba en los mapas.
CM: Ciertamente la antena no estaba en la carta y la maniobra no contaba con la antena cuando se diseñó. De hecho, se diseñó la maniobra primero y después se puso la antena.
SC: Después se precipitó ladera abajo a una velocidad endiablada. Pero para Carlos, esto no fue el desencadenante.
CM: Pero esto no fue un factor decisivo en el accidente. Vamos, estoy seguro.
SC: Según el controlador, la meteorología tampoco fue determinante. El informe oficial concluyó que hubo un error humano. Carlos, por supuesto, desecha las teorías conspiranoicas que surgieron..
CM: Es verdad que hubo unos lanzagranadas que se descubrieron cuando lo de Sokoa.
SC: Sokoa es el nombre en clave de una gran operación antiterrorista de 1986 en la que se halló un arsenal de ETA con misiles tierra aire. El espía Francisco Paesa se los vendió a los terroristas. Es una historia rocambolesca pero que supuso un duro golpe para los etarras.
CM: Se habló muchísimo entonces, y todavía hay gente que sostiene eso. Los resultados de una explosión a bordo dejan huella. Bueno, pues lo del Oiz quedó claro que no había sido un atentado, no lo habían tirado abajo.
SC: Uno de los argumentos que abona la teoría del complot terrorista fue que dos políticos no subieron a última hora al aparato: el ministro Francisco Fernández Ordoñez y el diputado del PNV Marcos Vizcaya. Ambos salvaron su vida en el último momento.
JG: Esto es muy curioso porque parece mentira pero es que esto era habitual en la época. Incluso también pasa ahora con mucha frecuencia. Yo he visto muchos pasajeros que nunca llegan a coger su avión por una razón u otra.
SC: Hubo más. Josu y Rubén encuentran a otra persona que tendría que haber viajado en el 'Alhambra de Granada' aquel fatídico día y no lo hizo.
Aurelio González: Yo trabajaba en una empresa de montajes eléctricos.
SC: Se llama Aurelio González. Tiene 77 años y vive en Burgos.
AG: Hacíamos transformadores de potencia y viajábamos por todo el mundo.
SC: Nunca ha hablado para los medios.
AG: Lógicamente volaba menos gente. Y digamos que sí, gente elitista. Pero también había currelas, que teníamos que ir por narices. Tenías que volar.
SC: ¿Cómo se siente alguien al saber que ha salvado la vida por casualidad?
AG: Pues me sorprendió enormemente lo del accidente, porque yo venía a otro viaje y precisamente tenía que haber cogido ese vuelo. Se retrasó el vuelo anterior y lo perdí. Entonces fue… la verdad es que… Me llevó bastante mal rato, ¿no?
SC: En el caso de Aurelio se juntan más casualidades. Había volado antes en el mismo avión y con el mismo piloto.
AG: …con el mismo comandante, el Comandante Patiño, yo había hecho... No sé si fue uno o dos viajes a Costa de Marfil. Entonces bueno, pues me impactó bastante.
SC: Y no habría sido extraño cogerle miedo a volar…
AG: No. Pensé que el destino está marcado y ya está, simplemente. De hecho he seguido volando. Pues no sé, a México habré ido 30 veces más o menos.
SC: El siguiente paso en el empeño de Josu y Rubén por la memoria del Oiz pasa por buscar a familiares de las víctimas. Tienen un listado con el nombre y apellido de los fallecidos que se publicó entonces. Algo que hoy en día sería impensable por la ley de Protección de Datos.
JG: ¿Por dónde empezar? Pues, bueno, a priori no pintaba mal la situación. Y, como siempre, vas a lo fácil, y en el periódico teníamos varios teléfonos de contacto de reportajes del pasado.
SC: Pero lo que, aparentemente, iba a ser coser y cantar se convierte en un callejón sin salida.
JG: Por desgracia, descubrimos que varias de estas personas habían muerto ya. Y hubo quien no quiso hablar para no remover el pasado.
SC: Demasiadas lágrimas. Demasiado dolor.
JG: Y alguno incluso pues nos bloqueó.
[Sonido insistente de teléfono móvil]
SC: La búsqueda sigue durante semanas.
RS: Tirábamos de esa lista poco a poco.
SC: Así que mientras localizan a algún familiar, continúan la investigación por otras vías.
[Sonido ambiente del cementerio]
SC: La siguiente parada les lleva al enorme cementerio de Derio. Tiene 21 hectáreas y se calcula que 400.000 vizcaínos han recibido allí sepultura desde 1902. El trino, la tranquilidad solo se ve interrumpida por el intenso trasiego de los aviones. Otra vez los aviones.
[Sonido de motores]
SC: El cementerio de Derio es tan amplio que hay mapas e, incluso, una audioguía para facilitar la visita. Una grabación que guarda una sorpresa.
AUDIOGUÍA: …un panteón austero y funcional dedicado a acoger los restos de 74 de las 148 víctimas del accidente que tuvo lugar en el monte Oiz el 19 de febrero de 1985, cuando el 727 Alhambra de Granada, procedente de Madrid, se estrelló en una de sus laderas…
JG: Es que no teníamos ni idea que existía esa tumba colectiva. Íbamos de asombro en asombro, la verdad.
SC: Lo dice la audioguía. El panteón es sobrio. Una lápida gris sobre unos guijarros blanquecinos. Y una cruz con una inscripción. «In memoriam a los fallecidos del Monte Oiz, 19-02-1985». Pero había algo más.
JG: Sí, había un bote de cristal grande. De los de guardar caramelos.
JAE: Ese tarro les llevará a una nueva pista. Una expedición rutinaria de Rubén, el cazatesoros urbano, ha puesto en marcha una búsqueda distinta a la habitual. En el monte Oiz todavía permanecen los restos de un avión accidentado hace 37 años. Y hay también un hueso… ¿Humano? Posiblemente. Los forenses lo están analizando. La tumba colectiva les ayudará a agitar el pasado. Enseguida retomamos el relato.
[PAUSA]
JAE: Una puerta se cierra y otra se abre. En la soledad del cementerio, mientras los aviones pasan sobre los muertos, Josu García, periodista, encuentra un recipiente de cristal hermético. Es de una marca italiana, Bormioli Rocco. Y dentro, más misterios.
JG: Me costó abrirlo, por respeto, porque al final había cartas y fotografías antiguas. Y también modernas. Y sobre todo había imágenes de nietos que nunca llegaron a conocer a sus abuelos.
JAE: Hay un nuevo hilo del que tirar, pero también nuevos problemas. Las cartas están en neerlandés, y hay que buscar a alguien que conozca el idioma. Por eso, Josu García recurre a sus antiguos compañeros de universidad: a Iratxe Mingo.
Iratxe Mingo: Nos pidió ayuda en un foro de whatsapp que tenemos los compañeros de Periodismo por si alguno sabíamos traducir neerlandés. Y da la casualidad de que yo tengo una amiga cuyo padre es de los Países Bajos.
JAE: Así que le envían una copia de los textos y ella les devuelve un audio con la traducción.
[Escuchamos el audio traducción:]
…la segunda es una carta que ha escrito no sé si un crío… Holandeses. «Hace años estuve aquí con nosequién y ahora estoy con Johan, de vacaciones en Bilbao. Me acuerdo mucho de ti, de cuando éramos pequeños. Ahora que ya no hago fútbol, ahora corro…»
JAE: Las notas aportan varias pistas. Un nombre. Un apellido. Una ciudad. Un oficio. El rastro conduce a Rotterdam. A Daniel de Jong. Su padre Leonardus murió en Oiz. Fue uno de los 11 extranjeros fallecidos. Sigue con la historia Silvia Cantera.
SC: Josu y Rubén lo intentan varias veces. Llaman a Daniel de Jong…
[Sonido llamada móvil]
SC: …pero nadie coge el teléfono. Al cabo de unos días, sí contesta por Whatsapp.
Daniel de Jong: Muchas gracias por contactarnos. Ha sido una gran sorpresa. Mi padre iba en aquel avión. Yo tenía 5 años. Solemos llevar cartas a mi padre de vez en cuando. Las que hallaste tienen 9 años. Las dejé cuando nació mi hijo mayor. Solemos aprovechar cuando estamos de vacaciones por España para parar en Bilbao. El coronavirus abortó el último viaje que teníamos planeado. Voy a…
SC: Después de este mensaje, ya no hubo más contacto con los De Jong. Una vez más, el silencio. El miedo a remover el pasado y a salir en los medios. Hay que buscar nuevas pistas.
Luis: ¿Qué pensé cuando supe que el lugar del accidente sigue sin ser limpiado 36 años después? Una mezcla de rabia y tristeza.
SC: En la lista de pasajeros hay un apellido muy particular, poco frecuente, de origen italiano. En el Registro Mercantil dan con un negocio con ese nombre. Cerró hace años, pero queda un número de teléfono. Responde una amiga de la familia que aporta la pista definitiva sobre el hijo de un hombre que murió en el accidente. Pide mantener en el anonimato…
L: Sobre todo porque demuestra desidia y desinterés y falta de respeto tanto a las víctimas como a los que somos los familiares directos que perdimos algún ser querido en este trágico accidente…
SC: Rubén y Josu le cuentan cómo encontraron desde zapatos hasta cables o la tapicería de los asientos. Todo seguía allí, en mitad de un arroyo. Incluso el hueso, pendiente de análisis.
L: Es frustrante saber que todavía no se ha limpiado completamente, no se ha hecho una limpieza exhaustiva y a fondo, tanto para recoger todos los restos de la aeronave como los posibles restos humanos que ahí queden…
N: Le plantean la idea de promover que se instale una placa de homenaje.
L: Sí creo que sería una buena idea que se pusiera un monolito para rendir tributo y homenaje a todas las víctimas que perdieron la vida ese día.
SC: Con la aprobación de Luis, Rubén y Josu dan algunos pasos más. Logran el apoyo del Colegio de Pilotos. Hablan con su decano, Carlos San José.
Carlos San José: Las personas afectadas por un accidente aéreo necesitan asistencia, reparación y también respuestas, y es importante atender esas necesidades desde el máximo respeto y la solidaridad.
SC: El periodista y el cazatesoros tocan más timbres. Pero solo obtienen portazos en su búsqueda de reconocimiento para los muertos.
JG: Hablamos con una asociación que surgió tras el accidente de Spanair en Madrid, pero todo fue en vano.
SC: Se dan una y otra vez contra un muro. De la euforia pasan a la decepción.
JG: Claro que hablamos también con varios políticos e instituciones y recibimos muy buenas palabras pero nada, nada de esto se concretó. En mi opinión el accidente del Oiz sigue siendo un tema tabú.
SC: Silencio y olvido.
[Escuchamos a varias personas:] La hebilla del asiento. Mira ese cinturón. No lo había visto yo…
JAE: Ha pasado un año desde el hallazgo del hueso. Estamos en julio de 2022. Y en las faldas del monte Oiz siguen apareciendo nuevos objetos. Rubén, su compañero Okos y Josu recorren de nuevo la zona.
[Escuchamos a varias personas:] Una especie de camisa. Y luego se han removido incluso el asiento. Y eso también es extraño. Al mover la máquina, yo creo que sí. Y eso es un trozo de cuero. Eso es… bueno. Y hay otra… otra correa por ahí.
[Escuchamos un río]
JAE: El suelo ha sido removido de nuevo por la tala de un bosque cercano.
RS: Ha cambiado hasta la forma del río.
JAE: Y aunque el escenario ha sido modificado, en realidad nada ha cambiado. La desidia y el abandono institucional son los mismos que hace 12 meses. O peores. Porque los análisis forenses determinaron hace unas semanas que el hueso hallado por Rubén es humano. Un hueso humano.
RS: Yo lo que me imaginaba es que joder, después de haber encontrado un hueso, sabiendo que hay gente que no ha aparecido y habiendo encontrado un hueso, joder, meter mano aquí, la hostia, que si hay uno tiene que haber más.
JAE: En el plano judicial tampoco hay novedades.
JG: En todo este tiempo, el juez no se ha puesto en contacto con nosotros y tampoco lo ha hecho la Fiscalía.
JAE: Los restos óseos descansan en una bolsa de plástico, en un sótano. El sumario permanece abierto pero sin avances.
L: Además desconocemos si pueden pertenecer directamente a uno de nuestros familiares o a alguna persona que seguramente estará pensando lo mismo que yo.
JAE: El niño que perdió a su padre, tiene demasiadas preguntas.
L: ¿Serán los restos del ser querido que perdí ese día o será de otra persona?
JAE: Son interrogantes que siguen sin respuesta. Mientras tanto, Rubén y Josu están en otras historias, sin olvidar su objetivo. El cazatesoros prepara con Okos nuevas aventuras: un viaje a la meca del Urbex, el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán. Y rodar vídeos. Muchos vídeos.
RS: Es algo que me llama muchísimo y, joder, he visto fotos del lugar. Una nave espacial, un cohete. Es algo que es impensable ver. La verdad que sería la siguiente espinita.
Okos: Sí, yo creo que es el sueño de todo explorador.
JAE: El viento sigue soplando en el silencio del Monte Oiz. Y entre los pinos, sobre la hierba húmeda, los restos de esta historia continúan abandonados en la memoria perdida de una catástrofe.
Soy José Ángel Esteban, gracias por escuchar.
Esta historia ha sido investigada y escrita por Josu García, en Bilbao la producción técnica ha sido de Silvia Cantera y de Pablo del Caño.
'Fuera del Radar' es un podcast narrativo desarrollado por los periodistas de las cabeceras regionales del grupo Vocento. La edición y coordinación general es de Andrea Morán con ayuda de Carlos G. Fernández, la producción técnica de Íñigo Martín Ciordia, el diseño sonoro y la mezcla de Rodrígo Ortiz de Zárate y la dirección y producción ejecutiva de José Ángel Esteban.