La familia que cogió el traspaso de un mítico bar de barrio de Salamanca: «Conocíamos al dueño y nos lo ofreció»
Hace una década un matrimonio tomó el relevo del bar López II, en la avenida Villamayor, y su hijo completa el negocio familiar
Era de los pocos bares en Salamanca que abrían a las 5:00 horas de la mañana para recibir a los trabajadores más tempraneros. Este bar de la Avenida Villamayor resultaba una parada ineludible para hacerse con el primer café del día. Un mítico de la ciudad que, con vistas a cerrar, encontró en la familia Asunción una oportunidad de sobrevivir. Roberto y su mujer cogieron el traspaso del López II hace ya una década con un objetivo claro: mantener la esencia de un bar de barrio con la comida casera que nunca falla.
«Conocíamos al dueño, nos ofreció la oportunidad y lo cogimos», cuenta David, hijo del matrimonio que, con dieciocho años ya está detrás de la barra trabajando en el negocio familiar. Entonces era solo un niño pero los años le fueron llevando a dar el paso de adentrarse en la hostelería. «No me gusta estudiar entonces me puse a trabajar en el bar», explica David. Reconoce la dureza de este sector, pero asume el sacrificio con gusto. «Es verdad que nadie quiere trabajar un sábado o un domingo, pero luego tampoco está mal», explica.
Bares con historia
De hecho, ve su futuro tomando el relevo de sus padres. «Cuando llegue el momento me gustaría aprovechar la oportunidad», añade David. No puede tener a mejores maestros: sus padres. Ellos llevan las riendas del bar y hacen de esas cuatro paredes la rutina del café, la parada para un puchero caliente y la partida de todas las tardes. Hábitos que hacen de este establecimiento de barrio, la tradición diaria de los clientes. «La mayoría vienen cada día», comenta.
«Los callos, el rabo y la jeta son los tres pinchos que más se piden»
Y en un bar de barrio si hay algo que no puede faltar es los pinchos de toda la vida. Sobre todo en este tiempo, cuando los termómetros empiezan a bajar, lo que más apetece son los platos de cuchara. «Lo que más se pide son cazuelas de rabo y callos», indica. Completa el top 3 la opción que nunca falla en Salamanca: «La jeta es otro de los pinchos más pedidos», añade. Una oferta gastronómica que satisface sumado a una cita ineludible por las tardes: la hora de la partida.
Para muchos, el momento de jugar la partida en el López se convierte en el rato favorito del día. Varios amigos se colocan en las distintas mesas redondas que llenan el local y tiran de cartas para dejar pasar el tiempo. «Aquí todas las tardes se juega la partida y el bar se llena», explica David. Una muestra más de que han conseguido mantener esa naturaleza de bar de toda la vida que, en su momento, dejaron los anteriores dueños.
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La anécdota estrella del López II
Algún sueñecillo entre
Los dueños del López II han conseguido crear tal clima de confianza que alguno se siente como en su casa. Entre cafés y jeta, algún cliente aprovecha el momento para echarse una pequeña siesta. «Alguna persona mayor de las que acostumbra a venir se ha quedado dormida en el bar», recuerda David. Y es que, efectivamente, para cerrar el ojo tienes que estar muy cómodo y en este bar del barrio del Oeste, han conseguido que más que clientes, sean familia.