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La historia de un niño enganchado al fútbol por la admiración a su hermano y que ahora, tras años paralizado por el miedo, se decide a cumplir su sueño y conseguir la licencia UEFA C para ser entrenador. Esto es, a muy grandes rasgos, lo que resume la vida de Justi entorno a una de sus grandes pasiones: el fútbol. El salmantino nunca se había atrevido a apuntarse en el curso de entrenador de fútbol, pero este año ha dejado los miedos atrás y ha comenzado la formación que cuenta, además de con clases teóricas, con clases prácticas en el terreno de juego. «Yo al principio no me atrevía, porque aunque sabía que no me podían excluir por estar en silla de ruedas, sí que me daba cierto miedo», reconoce el salmantino.
Sin embargo, esos miedo se fueron disipando según se acercaba a su objetivo, y ahora ya metido en el barro, está preparado para dejar a un lado cualquier prejuicio. «Aunque se han visto casos, sé que no es lo habitual que una persona en silla de ruedas entrene, pero no soy yo el que tiene que jugar ni correr, el trabajo de un entrenador es entrenar», asegura. Con esa convicción llegó el pasado miércoles a conocer al equipo con el que desarrollará las prácticas del curso: el Hergar Helmántica. «Fue nuevo para todos, tanto para mí como para los chavales de 14-15 años que entiendo que en un primer momento les choque», explica. La primera toma de contacto fue, no obstante, muy reconfortante. «Uno de ellos me dijo que me ayudarían en todo lo necesario, y eso es la clave, ayudarnos unos a otros», apunta.
Precisamente con ese lema ha crecido Justi y es lo que le ha llevado a perseguir su sueño a pesar de las dificultades. «Yo he estado en colegios de integración y, aunque había personas con discapacidades dispersas, la mayoría de chavales no tenía ningún problema de movilidad y eso te ayuda para relacionarte de otra manera y tienes menos miedo de salir afuera», añade el salmantino que se define como «una persona muy sociable» gracias a esa educación y crianza acompañado de personas que le han permitido «salir de ese círculo y no aislarte». Esa suma entre diversidad y normalización es lo que ha dado como resultado a la superación para cumplir un sueño que, a priori y como el mismo reconoce, «es algo atípico».
Convencido de que todo está cambiando y que cada vez es más habitual que las personas con problemas de movilidad se adentren en todos los ámbitos, se plantea con optimismo las dificultades que puede tener al acceder a ciertos recintos deportivos que no cumplen con las adaptaciones requeridas. «Es algo que aunque aún puede suceder, irá poco a poco a mejor. Mismamente en Salamanca antes los campos eran de arena y ahora lo son de césped sintético, todo va evolucionando», asegura. Sin embargo, eso es un panorama que por el momento no va a tener que descubrir puesto que sólo irá a los partidos en casa. «Juegan a nivel regional y por el momento hemos decidido que vaya sólo a los que se juegan en Salamanca», apunta.
Aunque tarde o temprano tendrá que desplazarse y precisamente, su gran sueño implica cruzar las fronteras de la región. «Por soñar a lo grande me encantaría formar parte del staff del Barça, no digo entrenando porque eso ya sería algo increíble, pero por soñar que no quede». No obstante, reconoce que es bastante terrenal así que confía en propósitos más alcanzables: «Hay en total cuatro licencias. La licencia pro, que es la profesional, se va un poco de precio pero sí me gustaría sacarme además de la C, la A y la B». Todo el esfuerzo y la motivación enfocada en un objetivo, conseguir ser el míster que lleve a un equipo a la victoria.
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