La valiosa necrópolis de una iglesia de Salamanca que parece un jardín de malas hierbas

Lo que fue un pequeño descubrimiento, una necrópolis al aire libre junto a una antigua iglesia románica, se ha convertido en imagen de descuido y en una solución, la de quitar una herrumbrosa valla, que no convence a todos. Es el caso de la iglesia de San Cristóbal, cuyo ábside está rodeado de lo que parece un jardín de malas hierbas, pero que en realidad es un enterramiento.

Esta bonita iglesia ocupa el punto superior de la plaza de San Cristóbal, que comparte con la ermita de la Misericordia, en la que desde hace semanas se trabaja para convertir este templo, abandonado a su suerte durante años y sin cuidado alguno, en apartamentos turísticos. Tras dejarlo sin cubierta, se está cambiando su tejado y se distribuirá de forma que se adapte a su nuevo uso, en un lugar que ya fue salón sindical.

Con la iglesia de San Cristóbal pasa algo parecido. Fundada en 1145 por los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, es un templo románico con añadidos de estilos posteriores, de buena sillería, única nave y característicos canecillos bajo el alero.

La iglesia fue convertida en escuela en los años veinte del siglo pasado, hasta que fue abandonada cincuenta años más tarde a causa de su estado de ruina; en 1985 sufrió el derrumbe de la bóveda de la nave, lo que por fortuna dio pasó a una restauración que se prolongó durante diez años, en paralelo con la urbanización de toda la plaza, que mantuvo sus características gradas de piedra. La actuación en la iglesia fue premiada hace unos años por la asociación Hispania Nostra.

Cuando los trabajos acabaron en 1994, la iglesia había consolidado su estructura, saneado su fachada y elementos escultóricos, y se había descubierto una pequeña necrópolis, cuyos restos se muestran hoy a través de un vidrio de seguridad. Parte está en el exterior, donde se pueden apreciar tumbas antropomórficas de piedra... con suerte y por debajo de las malas hierbas.

Ahora, se ha decidido retirar una valla que delimita lo que parecen jardines, pero son esas tumbas. La valla se encuentra en mal estado, torcida, golpeada y oxidada, y se elimina según la decisión de los técnicos para facilitar las labores de mantenimiento y limpieza de los dos pequeños solares. Existe un contrato municipal precisamente para eliminar las plantas que crecen en restos arqueológicos de todo tipo repartidos por la ciudad que son limpiados periódicamente.

Sin embargo, la solución no gusta a todos, al menos, así lo ha manifestado la asociación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio, que considera que la valla, en buen estado, serviría para evitar el acceso de peatones y mascotas que lo usen como 'pipi-can'. «¿La quitan para que allí acceda maquinaria pesada y peatones?», se preguntan.

«Una valla que delimita y pretende proteger los restos de una necrópolis medieval de tumbas antropomórficas no nos puede disgustar nunca. ¡Pues la van a quitar!», lamentan. En su lugar, la asociación alerta del mal estado de la iglesia en el exterior del ábside, con piedras rotas y a punto de desprenderse.

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