Autorizada en un pueblo de Salamanca una controvertida planta de biometano a la que se oponen los vecinos
La Junta da el visto bueno a modificar los permisos que ya tenía la factoría de bioetanol de Babilafuente para producir gas a partir de residuos vegetales, estiercol de vacas y lodos
La nueva instalación para producir biometano en la planta de bioetanol de Babilafuente cuenta desde hoy con una de las autorizaciones necesarias, el visto bueno de la Junta para modificar las autorizaciones que tiene la planta desde hace 20 años y que dan cobertura a su actividad. La 'luz verde' a las modificaciones previstas supone un paso adelante para que la propietaria de la instalación construya una planta anexa de producción de biometano y fertilizantes a partir de residuos procedentes de la planta de bioetanol y otros de actividades agroganaderas, para producir gas que se inyecta en la red de consumo.
El proyecto cuenta con una amplia oposición de vecinos, partidos políticos y del propio Ayuntamiento de Babilafuente. Hasta once alegaciones se han presentado en el período de exposición pública del proyecto advirtiendo sobre el aumento de tráfico, las emisiones contaminantes, los olores y los ruidos que se van a producir en una planta que está a menos de 400 metros del casco urbano de la localidad.
La nueva planta de biometano se suma a las instalaciones que ya tiene Biocarburantes de Castilla y León en una parcela de más de 350.000 m2 que alberga la actividad original, la planta de bioetanol que ha pasado por diversas fases y propietarios desde su construcción. Hace menos de dos años, la empresa propietaria inició una solicitud para modificar las autorizaciones de actividad que ya tenía en la planta y sumar una nueva fase, para la producción de biometano.
La planta prevista tiene 69.550 m2 construidos que se suman a los más de 50.000 de las instalaciones industriales de producción de bioetanol. La planta funciona 24 horas al día durante todo el año, planificando a lo largo del año una serie de paradas programadas, de aproximadamente 15 días, para ejecutar labores de mantenimiento. Y con ese régimen de funcionamiento convive el municipio desde 2006 que empezó.
La planta es una instalación industrial de primer orden, con s propia central de cogeneración eléctrica con turbina de gas natural en ciclo simple, con una potencia nominal de 25 MWe, planta de tratamiento de aguas y de residuos, numerosos silos, chimeneas... a las que ahora se va a sumar una instalación todavía mayor para el biometano.
643 toneladas/día
de residuos se tratarán en la planta de biometano
Ahora, suma un nuevo proceso para convertir en biometano residuos de la producción de bioetanol y, además, residuos de estiércol vacuno, paja de cereal, polvo de maíz, fracción gruesos, fracción líquida digerido y lodos de EDAR. La capacidad máxima de tratamiento solicitada es de 234.680 toneladas/año (643 toneladas/día).
Se estima que se tratarán 79.680 t/año de residuos no peligrosos, 40.000 toneladas/año de agua de aporte procedente del agua depurada de la planta de bioetanol y lixiviados del almacenamiento de paja y aguas de contacto, así como 115.000 t/año de recirculación de la fracción líquida del digerido.
Ruidos, olores y tráfico
Las cifras revelan una gran actividad, todos los días del año, con la llegada de gran cantidad de camiones y la emisión de ruidos y olores, la toma de agua del Tormes, posibles emmisiones contaminantes un alto consumo de agua (3 millones de metros cúbicos para la planta de bioetanol)... que centran las protestas reflejadas en las alegaciones.
La autorización concedida está condicionada a un plan de medidas de control que abarca desde la construcción de la nueva planta a su funcionamiento; tiene cinco años desde la concesión del permiso para poner en marcha la actividad.
Según vecinos y ayuntamiento, esta nueva actividad puede incrementar el tráfico en el pueblo que es constante; la autorización indica que los camiones llegan por la autovía y luego utilizan una carretera que no llega a cruzar las vías hacia el pueblo. En cuanto al ruido, se han medido niveles inferiores a los permitidos y la empresa se compromete a evitar las operaciones ruidosas en horario nocturno: descarga de cereal, aspiraciones de polvo, descolmatado de filtros, limpia y trasiegos de cereal, movimientos de camiones y ferrocarril... Igual que con los olores, que se han medido dentro de los límites legales.
