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Juan Carlos Ortega. E. C.
«Soy muy fan de la ley y el orden»
Juan Carlos Ortega, humorista, guionista y escritor

«Soy muy fan de la ley y el orden»

Preguntas impertinentes ·

El humorista radiofónico que gusta «mucho pero a poca gente» no quiere saber nada de amores: «Tengo el cupo cubierto por mi hijo»

Luis Gómez

Martes, 23 de agosto 2022, 00:36

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Empieza la entrevista barriendo la terraza de su casa y la termina regando las plantas. «No sé si oyes el agua», pregunta este apasionado de la radio, donde cuenta historias delirantes de ancianos ficticios. Es genial y «bastante coñazo».

–¿Se considera muy gracioso?

–Solo cuando me siento a trabajar. Al natural, soy poco gracioso.

–¿Nunca desperdicia las palabras?

–Soy muy parco con ellas.

–Llena sus 'sketches' de ancianos a veces bastante malvados. ¿Va preparando su ingreso en un geriátrico?

–Desde hace un par de meses estoy pensando en eso, tío. Me da miedo, pero es el síntoma de que me hago mayor. Estoy pensando ya en mi futuro.

–¿Todas las personas somos medio malas?

–En un acto de optimismo, diría que hay más bondad que maldad.

–¿A veces hay que ser ilegal?

–Yo es que soy superlegal, tío. Soy muy fan de la ley. Me encanta la jerarquía y el orden.

–¿Cómo es su lado oscuro?

–El mismo que el de todo el mundo: egoísta, mal tío a veces, insolidario... Todo eso.

–¿Se puede ser quinqui sin saberlo?

–De serlo, lo sabría. Tuve amigos quinquis de joven. Pero quinquis de todo, hasta robaban coches.

–¿Se le pegó algo?

–Qué va. Bueno, sí, el heavy-metal de AC/DC.

–¿Le encanta pagar impuestos como al pianista James Rhodes?

–No. A Rhodes le gusta porque es buena persona, solidario y de izquierdas. Yo no soy nada de eso.

–¿Continúa enamorándose?

–Cada vez menos. Tengo el cupo del amor cubierto por mi hijo. No quiero más amores.

–¿Incluso el genial Ortega puede resultar un poco coñazo?

–Soy bastante coñazo. O ni eso, porque cuando estoy con gente hablo poquito porque puedo llegar a aburrir.

–Le ponen por las nubes. ¿Se cree todo lo que dicen de usted?

–En absoluto. Puede parecer pose, pero juro que no lo es: no leo ni las cosas buenas ni las malas que escriben de mí. Una mala me puede hundir y una buena, también si te lo llegas a creer.

–¿Por qué es el único humorista que presume de criticar a la izquierda?

–Debe de haber más, pero como no lo hacen me gusta hacerlo a mí. 'Hostia, debe de ser muy facha', dicen algunos de mí. Es lo que más rabia me da. Que la gente cree que si estás en contra de algo estás a favor de su opuesto. Y no tiene nada que ver.

–¿Volverá alguna vez a las redes sociales?

–Solo tengo Facebook, que es como una cosa más familiar y pequeña. No me interesan nada.

–¿Teme los golpes?

–Si alguien me critica, me enfado. Es así de simple.

«Todo el mundo es rarísimo»

–¿Es muy raro?

–Como todo el mundo. No conozco a nadie que no sea raro. Todo Cristo es rarísimo.

–Pasa la mayor parte del tiempo siendo otra persona. ¿No le agota ser tanta gente a la vez?

–Es divertido. Me apasiona encerrarme en el estudio de mi casa y ponerme a hacer mis guiones y mis voces, sin que nadie me diga cómo lo tengo que hacer. Sin jefe ni equipo. Es lo que más me gusta del mundo.

–¿Y si el éxito se le acabara?

–No lo he tenido nunca. Es un éxito muy de segunda división.

–Miente. Gusta a mucha gente, y lo sabe.

–Es un éxito asumible y bonito. Siempre digo una cosa: gusto a poca gente, pero a la poca que gusto le gusto mucho. Y ellos me gustan mucho a mí.

–¿Coincide con Alejandro Sanz en que todos tenemos el sueño húmedo de pensar en la retirada?

–Alejandro y yo coincidimos en una cosa brutal: tenemos exactamente la misma edad. Somos del 68. Él nació dos horas antes que yo. Si tuviese sus mansiones, también pensaría en retirarme.

–¿Comprendería que hubiera gente que le odiase?

–No lo entendería, a no ser que me conocieran y les hubiese hecho algo. Yo tampoco odio a nadie sin conocerlo, ¿eh? Conociéndolo, sí. Ja, ja.

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