Bohemian Rhapsody
El éxito más improbable
de la historia del rock
Bohemian Rhapsody
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Bohemian Rhapsody
El éxito más improbable de la historia del rock
50 años de 'Bohemian Rhapsody', el éxito más improbable de la historia del rock
Una canción que son cuatro o cinco, un significado enigmático, un éxito absolutamente inesperado: el tema más celebrado de Queen, empeño personal de Freddie Mercury, cumple medio siglo
Viernes, 31 de octubre 2025, 07:14
Si en 1975 alguien quisiera componer un fracaso comercial, podría imaginarse 'Bohemian Rhapsody': una canción particularmente larga, confusa, sin estribillo y con una letra bastante ambigua. Queen lo hizo creyendo en el poder de su creatividad, perseverando en sus ideas, negándose a aceptar que todo estaba ya inventado.
Vamos a conocer, dividiéndola en cinco partes, la música, la letra, y el contexto de esta obra desafiante, que describe a su vez lo mejor de la cultura pop del siglo XX.


Intro
Entramos en otro mundo
Eran cuatro y fueron los mismos durante veinte años. John Deacon (bajo), Roger Taylor (batería), Brian May (guitarra) y Freddie Mercury (voz) publicaron juntos catorce discos y muchísimos singles. Su canción más celebrada es ‘Bohemian Rhapsody’, claro, pero no todo el mundo sabe que, si miramos toda su carrera, fue un éxito muy temprano. Precede a casi todos sus éxitos, solo exceptuando ‘Killer Queen’, que ya contenía casi todos los elementos que harán grande a Queen.
Se habían conocido al oeste de Londres, en plena vida universitaria. Mercury, nacido en Zanzíbar, se obsesionó con un grupo hasta que logró ser el cantante. Eso es arrojo. Ya había estado antes en varios, uno de ellos curiosamente llamado Ibex. El nuevo se llamaba Smile, pero no tardaron nada en cambiarlo por Queen. El inicio de ‘Bohemian Rhapsody’ lo hacen por lo menos tres voces de Mercury, una en el centro, una a la izquierda y otra a la derecha, como los vientos de los que habla la letra. Es una introducción sutil, pero una introducción de casi un minuto: un disparo en el pie para cualquier single que quisiera ser radiado.

Mercury y Deacon en un concierto de Queen en 1978 en el Wembley Arena de Londres.
Fotografía: KPA

Mercury y Deacon en un concierto de Queen en 1978 en el Wembley Arena de Londres.
Fotografía: KPA

Mercury y Deacon
en un concierto de Queen
en 1978 en el Wembley
Arena de Londres.
Fotografía: KPA

Mercury y Deacon en un concierto de Queen en 1978 en el Wembley Arena de Londres.
Fotografía: KPA
Mercury contó varias veces que la canción tuvo muchas formas y nombres (‘Cowboy Song’, ‘Mongolian Rhapsody’...), y sobre todo que partió de varias canciones independientes que en un momento de inspiración decidió juntar. Le salió bien. La letra de la introducción es la más abstracta, en contraste con lo inmediatamente posterior. Empieza con un extrañamiento de la realidad y con un buen puñado de fatalismo.
Este pobre niño bien podría ser Mercury, no lo sabemos, pero es nuestro protagonista. Va por la vida sin llamar la atención y sin que nada le afecte. Podría decirse que es libre, al menos de momento. Lo de que nada importe, o que nada le importe, va a ser una de las repeticiones más intensas de la canción.
Las estrofas
He hecho algo terrible
Comienza la enjundia, tampoco demasiado abstracta. Esto es una confesión sin vuelta de hoja: el protagonista le cuenta a su madre que ha matado a un hombre.
La madre, reacción comprensible, no se lo va a tomar bien. Recuerda a cualquier personaje condenado de la historia del cine o la literatura: los pobres diablos de 'A sangre fría' en su celda, por ejemplo.
Con total seguridad será condenado a muerte. Vendrán a por él o se entregará, pero tiene claro que habrá castigo. Bohemian Rhapsody pertenece a ‘A night at the opera’, un disco muy diverso, considerado ampliamente como el mejor del grupo. También uno de los más difíciles de costear, por ser de los más caros de la época, y uno de los más peleados por las bandas contra las discográficas (y contra los mánagers). Parte de esa frustración acabó en el primer tema, ‘Death on two legs’, pero el disco esconde baladas de folk tradicional sobre veteranos de guerra (‘39’), odas futuristas y automovilísticas (‘I’m in love with my car’) o hits poperos como ‘You’re my best friend’.

La portada del álbum es una versión del mítico emblema de Queen, que diseñó Mercury en los primeros años de la banda: una Q rodeada de los signos zodiacales de los cuatro, todo coronado por un fénix

La portada del álbum es una versión del mítico emblema de Queen, que diseñó Mercury en los primeros años de la banda: una Q rodeada de los signos zodiacales de los cuatro, todo coronado por un fénix

La portada del álbum es una versión del mítico emblema de Queen, que diseñó Mercury en los primeros años de la banda: una Q rodeada de los signos zodiacales de los cuatro, todo coronado por un fénix

La portada del álbum es una versión del mítico emblema de Queen, que diseñó Mercury en los primeros años de la banda: una Q rodeada de los signos zodiacales de los cuatro, todo coronado por un fénix
Una mezcla de canciones que son todo lo contrario, también musicalmente, a un estilo cohesionado. Recuerda a algo que harían los hermanos Marx: el título del disco es el de, tal vez, su mejor película. Empieza con el piano, con un motivo muy característico donde la mano izquierda de Mercury, en cada cambio de acorde, vuela sobre la otra para tocar la nota más aguda de la octava después de dar el grave.


Vemos cómo la mano izquierda pasa de la octava más grave a la más aguda


Vemos cómo la mano izquierda pasa de la octava más grave a la más aguda


Vemos cómo la mano izquierda pasa de la octava más grave a la más aguda


Vemos cómo la mano izquierda pasa de la octava más grave a la más aguda
Ya con banda completa, tras los impresionantes gritos de 'Mama!!', Brian May se queda con el protagonismo. Uno de los solos de guitarra más celebrados de todos los tiempos, en mi bemol mayor, bastante único y distinto a otros clásicos. May buscó un sonido tremendo que luego muchos trataron de imitar, pero les faltaba algo: su guitarra, que era única en el mundo porque la había construido con su padre en los 60, la 'Red Special'. También es famoso por tocar con centavos de libra en lugar de púas, y bueno, también por ser astrofísico y buen conocedor del observatorio astronómico del Teide.
La opereta
Juicio contra un indefenso… de momento
Se callan todos los instrumentos. Empieza una sección completamente nueva, con un piano en staccato y Mercury engola la voz, se hace más ficticio: entramos en un corral de comedias, retrocediendo varios siglos. Pronto comienzan a sumarse más voces, más personajes, y tambores tremendos e intimidantes. Estas voces se van superponiendo a toda velocidad, y atraviesan todo el espacio estéreo, atacándonos desde varios frentes. Queen es una de las bandas que más y mejor trabajaron las armonías vocales, pero aquí tocaron techo: hasta 180 tomas de voz distintas se grabaron y superpusieron en ‘Bohemian Rhapsody’.


Esta imagen viene de la portada de 'Queen II', a su vez inspirada por Marlene Dietrich en 'El expreso de Shanghai'


Esta imagen viene de la portada de 'Queen II', a su vez inspirada por Marlene Dietrich en 'El expreso de Shanghai'


Esta imagen viene de la portada de 'Queen II', a su vez inspirada por Marlene Dietrich en 'El expreso de Shanghai'


Esta imagen viene de la portada de 'Queen II', a su vez inspirada por Marlene Dietrich en 'El expreso de Shanghai'
En el inolvidable videoclip, recuperan la portada de Queen II para hacer sus icónicos claroscuros e iluminar según qué caras cuando les toca cantar. Tenemos a un personaje, la voz principal, que se enfrenta a un imponente griterío de gente. Estamos viviendo un juicio. Si el protagonista no hubiera matado a nadie, no andaríamos en estas. Se presenta como un pobre chaval, libre como el viento pero sin oficio ni beneficio. El juez, el jurado, es aquel coro intimidante.
Aparecen personajes muy exóticos: el carnavalesco Scaramouche viene de la commedia dell'Arte italiana, donde también conecta Fígaro, el barbero de Sevilla (musicalizado por Rossini y por Mozart, siendo Mercury gran apasionado de la ópera). Los gritos de «Bismillah!» parecen aludir a una especie de jurado religioso, que no va a tolerar que el protagonista se vaya de rositas.
Y de Belcebú podríamos hablar horas, unas veces es uno de los nombres de Satán, otras un demonio independiente, con el apodo de 'Señor de las moscas': él tiene reservado para nuestro personaje un castigo inenarrable. Se le preguntó al autor el porqué de Belcebú, y dijo sin darle importancia que le encantaba cómo suena. Con estos datos, ya cada cual puede darle su significado, porque la banda nunca encerró un sentido unívoco: ¿problemas personales de Mercury? ¿Adaptaciones de otras obras? ¿Sexualidad? ¿Algo más bien aleatorio? Quizás un poco de todo eso.
Sin hacer de menos al resto de la canción, esta es la parte clave donde Mercury supo innovar, descolocar al respetable y hacerse inolvidable. La llamaban ‘Fred’s thing’ a falta de un nombre mejor, aunque parece que la banda no tardó en convencerse de su calidad. Esta marcianada fue lo que más reticencias generó en la discográfica. Una canción de seis minutos, con interrupciones anticlimáticas y personajes extraños, aparentemente metidos con calzador en una balada rock… y encima quieren hacerlo single: una receta para el desastre.
Apoteosis
El momento del ‘headbanging’
La publicación de Bohemian Rhapsody tiene un relato mítico, de esos de cuando la radio lo era todo. Pese a que los directivos vaticinaron el desastre e intentaron volver a cortar la canción en partes, la banda le pasó una copia a un conocido locutor de la época. Supuestamente con un guiño cerraron el trato: «Ni se te ocurra pincharla». «Por supuesto que no». Y provocó un furor tremendo.
La audiencia le hizo ponerla catorce veces en un fin de semana, y los fans asediaron las tiendas de discos días antes de que saliera publicada. En la época, ningún número uno duraba mucho más de tres minutos: la mitad que Bohemian Rhapsody.
El éxito estaba servido. Número uno nueve semanas, es decir, incluyendo las navidades enteras. Volverá a ser número uno tras la muerte de Mercury, y volverá a subir como la espuma con el estreno de 'El mundo de Wayne' (1992), una estupenda comedia de rockeros salida de Saturday Night Live. Será gracias a este momento:


El inolvidable momento de 'El mundo de Wayne' donde comienza la apoteosis


El inolvidable momento de 'El mundo de Wayne' donde comienza la apoteosis


El inolvidable momento de 'El mundo de Wayne' donde comienza la apoteosis


El inolvidable momento de 'El mundo de Wayne' donde comienza la apoteosis
Los protagonistas (Mike Myers y Dana Carvey) y sus colegas cantan la parte operística y se preparan para la apoteosis, deseando partirse el cuello haciendo ‘headbanging’.Entran en tromba cuatro instrumentos, pero son justo los cuatro instrumentos del hard rock, el sonido compacto que marcó una época: batería, bajo, guitarra distorsionada y voz atronadora. Un sonido que Queen tenía ensayado en temas como ‘Stone Cold Crazy’ o ‘Brighton Rock’, del disco anterior. Un condenado a muerte se ha escapado. Aquí, acompasada con la música, la letra se vuelve salvaje y orgullosa.
Si seguimos con el mismo protagonista, de algún lugar ha sacado una energía tremenda y podrá sobreponerse, mirar al diablo a los ojos y reclamar su dignidad. Podría ser también el propio juez, o el propio Belcebú, diciéndole que quién se cree, pero lo más probable es que hablemos de una revancha del protagonista, que en lugar de apocarse ante la intimidación del coro, estalla y se reivindica. No le van a lapidar, ni le van a dejar tirado tras haberle amado. Necesita escapar, impugna el juicio, todo es una farsa.
Coda
Broche de oro
Este final de la canción conecta con el principio, de alguna manera contradiciendo la fuerza de voluntad que emanaba de la sección anterior.
Nada importa, el aparente mensaje nihilista de la canción, que haría las delicias de algún personaje de Albert Camus, asesino como en teoría lo es el protagonista de la canción. Y si nada importa, para qué sufrir. El significado de la canción, como hemos dicho, nunca quedó fijado en piedra por la banda. Querían que fuera como las grandes obras de arte. Este crimen y castigo, este juicio expresionista, como el de Juana de Arco, termina tras un viaje completo, tras un terremoto de seis minutos. Quizás diga Mercury que el juicio de los demás es lo que no hay que tomarse en serio, que esa es la fantasía.Vuelve una cierta sencillez que no es tanta, vuelve a sentarse Mercury al piano, May suaviza su guitarra con notas largas y sostenidas, desaparecen bajo y batería, y acaba en susurro.
Termina el puzle que tenía demasiadas piezas, la estructura de rock progresivo para la inesperada canción superventas. Venga de donde venga el viento, sople como sople. Se cierra con elegancia… y con un gong. Por qué no.El boom de Bohemian Rhapsody catapultó a Queen, que pudo después ofrecernos casi diez discos más con muchos nuevos himnos (himnos casi literalmente, ahí está ‘We are the champions’). El mundo del videoclip también cambió con Bohemian Rhapsody, ocho años antes de ‘Thriller’, y el grupo siguió marcando el ritmo del formato con otras joyas como ‘I want to break free’, en 1984.

La edición 50 aniversario del single, que respeta la idea de portada original

La edición 50 aniversario del single, que respeta la idea de portada original

La edición 50 aniversario del single, que respeta la idea de portada original

La edición 50 aniversario del single, que respeta la idea de portada original
Bohemian Rhapsody cumple, hemos visto, 50 años. Ya salen de la fábrica las ediciones conmemorativas. La canción que catapultó para siempre a Queen, la más escuchada en plataformas de todo el siglo XX, la de la más improbable alquimia con la que Freddie Mercury supo mezclar canciones y tocar el cielo. Y también el nombre que decidieron ponerle al 'biopic', de nuevo uno de los más exitosos de la historia, donde se cuenta con más o menos fantasía la composición de este tema y de algún otro ('Another one bites the dust', por ejemplo), donde Rami Malek interpretó a un atípico genio del siglo XX. Uno que nació como Farrock Bulsara, pero eligió llamarse Freddie Mercury.
Créditos
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Redacción Carlos G. Fernández
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Narrativa y coordinación Sara I. Belled
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Diseño Álex Sánchez y Sara I. Belled
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Desarrollo Carlos Muños Díaz
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Datos Guillermo Villar