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La foto final de las elecciones catalanas del domingo esconde algunas paradojas. Una de las más llamativas es el ascenso de la derecha pese a la incontestable victoria del candidato del PSC, Salvador Illa, que sumó 42 escaños y el 27,96% de los votos. De hecho, aunque un bloque de izquierdas formado por los socialistas, Esquerra y los comunes podría sumar mayoría absoluta si las negociaciones entre ellos llegan a buen puerto…
…son las formaciones conservadoras las que consiguen con su suma, y sin tener en cuenta si son independentistas o no, una mayor subida en el porcentaje de votos, un 7,9% más respecto a los anteriores comicios de 2021, frente a los 6,3 puntos que se deja el espacio político de la izquierda (especialmente por las caídas acusadas de Esquerra, los comunes y la CUP).
De hecho, todos los partidos de derechas con representación en el Parlament -a excepción de Ciudadanos, que desaparece del hemiciclo- suben con fuerza o consolidan lo ganado hace tres años.
Junts mantiene el tipo en una noche aciaga para el soberanismo y pasa de 32 a 35 escaños en el Parlament, el Partido Popular protagoniza el mayor ascenso de la noche y gana 12 representantes más en la cámara catalana (de 3 a 15), mientras que Vox se consolida con 11 asientos. A todo ello hay que añadir la irrupción de Alianza Catalana, en su primera tentativa autonómica, con dos representantes.
La amplia subida de la formación liderada por Alberto Núñez Feijóo puede explicarse, en gran medida, por la absorción de Ciudadanos. Los liberales, que en 2021 consiguieron seis diputados, se presentaron a las elecciones, con pocas expectativas que les daban las encuestas, y gran parte de sus votantes de entonces prefirieron concentrar el voto en el PP. Así evitaron que su resultado fuera penalizado por la aplicación de la Ley d'Hondt, que les permitió obtener cada escaño a un precio más barato (28.548 votos por cada uno en comparación con los 36.484 de hace tres años). De hecho, su candidato, Alejandro Fernández, apeló en la noche electoral a los 22.000 votantes del partido naranja a «sentirse representados» por los populares.
En cuanto a los resultados de Vox y de Alianza Catalana, ambas formaciones tienen en común su rechazo a la inmigración irregular y la vinculación de esta con la delincuencia. La llegada de Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder del partido independentista de extrema derecha, provocó que los de Santiago Abascal centraran el argumentario en su campaña electoral en esta cuestión, y el resultado parece haber calado en sus respectivos electorados.
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Respecto a Junts, el partido del expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que desarrolló toda su campaña en el sur de Francia, capitaliza la debacle de Esquerra –su líder, Pere Aragonès, renunció ayer a recoger su acta como diputado de Cataluña– y se convierte, de nuevo, en la fuerza hegemónica del independentismo a costa de los republicanos.
Otra imagen que deja los comicios catalanes es la subida de la derecha no independentista, es decir, la suma la suma de PP, Vox y Ciudadanos, que gana un 2,57% de voto respecto a 2021. Los dos primeros, además, no crecen a costa del otro.
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Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
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