Alberto León, biólogo
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Alberto León, biólogo
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Liverpool, Barcelona y Madrid no tienen nada que envidiar a Burgos, especialmente, por la calidad de vida. Así lo considera Alberto León, un biólogo soriano que ha vivido en varias ciudades y que llegó a Burgos en 2021 por amor y persiguiendo el sueño de dedicarse a la ciencia de la cosmética.
Alberto nació en un pueblo de Soria, Navaleno, en 1989, y estudió Biología en la Universidad de Salamanca. Cuando terminó no dudó en mudarse a Liverpool para trabajar y perfeccionar su inglés. A su regreso a España recaló en Barcelona, donde empezó a trabajar en una empresa del sector de la industria química. Aunque el proyecto le gustaba y fue un reto que salió «muy bien», a Alberto le faltaba algo. «Me sentía muy lejos de mi familia», reconoce.
Y ese fue el motivo por el que decidió acercarse a su pueblo. Para ello estudió un máster de Farmacia que le abrió las puertas de un nuevo trabajo en Madrid. Otra gran ciudad en la que estuvo «a gusto», donde tuvo la oportunidad de trabajar en un proyecto de desarrollo de antitumorales que le gustó especialmente pero, sin embargo, seguía sintiendo que no encajaba en la capital. Ahora, con la perspectiva que le ha dado el tiempo, confiesa que «en las grandes ciudades no era feliz».
Pero todavía le faltaba una etapa antes de conocer al burgalés que hoy es su pareja y la ciudad en la que siente que, por fin, tiene un proyecto de vida. «De Madrid me fui a León a trabajar, aunque antes pasé por Soria de nuevo», recuerda. En León se especializó en Farmacia Veterinaria, en concreto ocupó un puesto en control de calidad e I+D en el desarrollo de vacunas. Fue en esa etapa en la que conoció a Diego, de Burgos, y, al poco, la pandemia de la covid le hizo replantearse su vocación y también su estilo de vida.
«La verdad es que mi sueño siempre ha sido dedicarme a la ciencia enfocada al autocuidado, aunque fue durante el confinamiento cuando empecé a tenerlo más presente», explica el biólogo soriano. Su inquietud le llevó, como había hecho otras veces, a estudiar de nuevo. Esta vez enfocándose en esta rama de la ciencia que abarca la cosmética y la salud de la piel. Esta especialización dio sus frutos porque pronto una empresa de Madrid se fijó en él tras realizar sus prácticas con ellos. «Estoy muy agradecido a Arturo Alba, que es mi jefe, porque me dio la oportunidad y aquí sigo como responsable de formación». La pandemia le facilitó también la oportunidad de trabajar a distancia, por lo que cada vez pasaba más tiempo en Burgos con su pareja y fue entonces cuando dio el paso de mudarse a la capital burgalesa.
Aquí dice haber encontrado eso que buscaba en otras ciudades y que sentía que se le escapaba. «Las ciudades medianas como Burgos ofrecen una gran calidad de vida», opina. Aterrizó en Burgos en 2021 y lo tiene muy claro: «Aquí quiero hacer mi proyecto de vida». Y no lo dice por decir, se ha comprado una vivienda con su pareja, continúa teletrabajando para la empresa de Madrid y también pasa consulta presencial en Burgos para hacer rutinas con productos cosméticos en pieles sanas con clientes que buscan asesoramiento profesional. «Es maravilloso poder teletrabajar, frente al agobio de tener un empleo en grandes empresas como algunas en las que he estado», dice Alberto, que valora poder organizar su tiempo, su agenda y «trabajar con tranquilidad».
Ahora está «muy feliz» con su trabajo y también en la ciudad de Burgos, «tengo mis rutinas, mi ocio, mis actividades...», porque este soriano acude a clases de pintura, de circo y canta en un grupo de gospel. «En una gran ciudad no hay tiempo para hacer tantas cosas», aclara, porque vivir en Burgos le ha permitido acceder a una vivienda, ahorrar y, lo más importante, «tener tiempo».
«En estos momentos, no me planteo vivir en otro lugar», asegura convencido. Para Alberto es importante poner en valor la calidad de vida en las ciudades medianas y pequeñas, porque ofrecen muchas ventajas frente a las grandes.
Eso sí, no lleva nada bien el clima de la ciudad, donde el viento y el frío suelen ser protagonistas en todas las estaciones, incluso en verano. «Hombre, no voy a decir que me gustaría vivir en una zona de mar, porque eso es lo que queremos todos, ¿no?», bromea Alberto. Porque Burgos cumple otro de los requisitos que buscaba este soriano, está cerca de su familia, «no tardo nada en ir a mi pueblo», afirma.
En esta ciudad ha conseguido tejer su propia red de apoyo y de amistades, «gracias a mi pareja en parte», reconoce, porque su andadura burgalesa fue de la mano de su novio y eso le ayudó a conocer gente. Aunque hay un lugar al que no ha seguido a su pareja: a El Plantío. «Yo no soy socio, hago otras cosas», declara. De lo que sí es muy habitual es de los restaurantes burgaleses, «aquí se come muy bien, tengo muchos favoritos», confiesa.
Y si tuviera que escoger un lugar, aunque todo el centro de Burgos «es precioso», se queda con el paseo de La Isla: «El río, la vegetación, la Catedral al fondo, llegar hasta el Arco de Santa María, es una maravilla», manifiesta. Y no es de extrañar que a este biólogo le guste tanto el paseo que menciona porque pone en valor otro rasgo de la ciudad que le atrae especialmente: «Burgos es muy verde y eso me encanta».
En el futuro se ve como un burgalés más. Ya ha encaminado sus pasos hacia ese objetivo, trabajando en lo que es su pasión desde su casa en Burgos y construyendo una vida junto a su pareja en la que, aunque lleva a gala ser soriano, considera su ciudad de adopción.
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P. C. / L. C. / S. I. B., Sara I. Belled y Lidia Carvajal
Gorka Navaz | Valencia
Burguera | Valencia
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