Borrar
Sara Rivera, en los viñedos de La Seca.
Sara Rivera, en los viñedos de La Seca. Rodrigo Ucero

Sara Rivera, emprendedora vitivinícola

Los que se quedan Rompiendo barreras y creando vinos sin fronteras

Sara Rivera de la Cruz es una bodeguera de la generación millenial que triunfa en el extranjero con vinos de autor que llevan su nombre

Laura Negro

Valladolid

Viernes, 25 de octubre 2024, 07:58

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

El de Sara Rivera de la Cruz es un nombre que está emergiendo con fuerza en el sector del vino y no sólo por la calidad de sus creaciones, sino también por su historia de emprendimiento. Esta joven de 32 años, natural de La Seca, ha estado desde siempre vinculada al mundo vitivinícola y ha logrado convertir su pasión en un proyecto que está trascendiendo fronteras y rompiendo muchos de los estereotipos que la sociedad impone.

Nacer en la cuna del verdejo la condicionó desde pequeña. Soñaba con dedicarse al mundo del vino, a pesar de que en su familia no existía esta tradición. Con tan solo 21 años tomó una decisión que cambiaría su vida: mudarse a Reino Unido con el triple objetivo de aprender el idioma, formarse como sommelier y en administración de empresas y especializarse en la exportación de vinos españoles. Pronto fundó su propia empresa, denominada River of Wines, dedicada a la venta, marketing y comercialización de vinos en el país británico.

«Siempre supe que quería dedicarme al vino. Mi padre y mis hermanos tienen una empresa de electricidad y siempre les vi trabajando en las bodegas. El vino siempre ha formado parte del paisaje y la cultura de mi pueblo, y me enamoré por completo de este mundo», confiesa. «Recuerdo que en muchos restaurantes y tiendas de vino en Londres, todos los vinos que provenían de España los llamaban 'Rioja', sin saber que existen otras denominaciones igual de importantes. Eso me molestaba mucho, porque en nuestra tierra tenemos vinos extraordinarios como los de Rueda, Cigales o Ribera del Duero, así que empecé a exportar parte de la producción de algunas bodegas pequeñitas para introducirlas en aquel mercado», comenta esta joven.

Las cosas le fueron bien, pero su mente inquieta la llevó a querer crear sus propios vinos. Sabía que elaborar verdejos no sería tarea fácil pero no quiso quedarse con las ganas. «Después de cinco años exportando vinos entre Londres y Bristol decidí regresar a La Seca para elaborar y comercializar a nivel internacional. Quería que los verdejos traspasasen fronteras. La mía es una familia de emprendedores. No me asustan los retos y ví que era el momento de crear mi propio proyecto», prosigue.

«Me enorgullece que los vinos de Rueda sean conocidos por su grandísima calidad»

Los suelos pobres y las condiciones climáticas rigurosas de la zona demandan una atención constante y Sara ha demostrado ser una experta en mantener las vides en perfecto estado a pesar de las dificultades. Su primer vino, un verdejo etiquetado Rivers of Wine, debutó en 2014 y rápidamente captó la atención de los entendidos del sector. Tras dos cosechas bajo ese nombre, en 2016 decidió rebautizarlo como Sara Rivera Verdejo, marcando así el inicio de una nueva etapa en su trayectoria. «Para mí, emprender en mi pueblo es muy importante. Me llena de orgullo que los vinos de Rueda sean cada vez más conocidos en el extranjero por su grandísima calidad», apunta.

Su enfoque respeta los métodos tradicionales de cultivo y producción, pero a la vez abraza las nuevas tendencias vitivinícolas. Sara es una millenial y, por tanto, tiene la capacidad para conectar con los de su generación. Entiende sus gustos y, por tanto, sus vinos muestran la esencia de la tradición lasecana con toques más modernos y frescos. Así, aprovechando su experiencia en el Reino Unido y su profundo conocimiento del mercado internacional, creó un verdejo joven, moderno y fácil de beber, pensado específicamente para las preferencias del público millenial. Este vino, fresco pero lleno de carácter, actualmente está presente en más de 10 países.

Pero no se detuvo ahí. Su pasión por el vino la llevó a probar la elaboración de tintos y en 2017, bajo la Denominación de Origen Ribera del Duero, lanzó un Tempranillo Crianza que es una joya para los entendidos. Se trata de una edición limitada de 1.800 botellas. Además, elabora otros dos vinos: Sara Rivera Tempranillo al amparo de la Denominación de Origen Vinos de la Tierra Castilla y León y un vino ecológico llamado El Galgo. «Tenemos nuestros propios viñedos familiares y además compro uva a otros agricultores. En cada uno de mis vinos me gusta expresar algo tan nuestro como el terruño y la personalidad de cada una de las variedades autóctonas», dice esta bodeguera, que ahora está trabajando para expandirse en el mercado nacional.

«A nivel internacional la comercialización nos está yendo muy bien. Nuestro tinto tiene una gran acogida en Estados Unidos y también estamos en otros países como China, Rusia, Bélgica, Finlandia, Islandia, Suiza y, por supuesto, Reino Unido, donde empezó todo. Cada vez que me etiquetan o mencionan en redes sociales para decir lo buenos que son mis vinos siento una emoción muy grande, porque detrás de cada botella hay una historia. Mi objetivo es que se sepa muy lejos todo lo bueno que tenemos aquí», explica Sara.

«En mi caso, la discapacidad nunca ha sido obstáculo»

Ha sabido equilibrar la tradición con la innovación, creando vinos que respetan el legado de su tierra pero que también hablan de una nueva generación de consumidores. Con una producción limitada y un enfoque internacional, esta lasecana se está ganando a pulso un lugar destacado en el sector. Sara Rivera es la muestra de cómo la pasión, la valentía y la innovación pueden converger y dar a luz un proyecto extraordinario, porque además, ella no lo ha tenido fácil. Tiene una discapacidad que le acompaña desde su nacimiento, y nunca le ha frenado en su camino hacia el éxito. Lejos de ser una limitación, Sara lo ve como una oportunidad para demostrar que los obstáculos solo existen en la mente. «La discapacidad es una condición y lo importante es la actitud que uno adopta frente a ella. En mi caso nunca ha sido un obstáculo. Los límites sólo están en nuestra mente. A mí, me han enseñado muy bien desde pequeña para ser autónoma en todos los sentidos, a nivel laboral y también personal», explica esta joven que es optimista por naturaleza y a la que le encantaría que su ejemplo sirviera para otras jóvenes en su situación.

«A la hora de poner en marcha un proyecto, todos los comienzos son difíciles, pero nada es imposible. Si tienes las ganas y te marcas un objetivo, todo se puede conseguir. Yo todo lo que he logrado ha sido gracias al apoyo de mi familia. Sin ellos, nada hubiera sido posible. Me siento muy afortunada», afirma esta joven emprendedora.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

salamancahoy Rompiendo barreras y creando vinos sin fronteras