Del carbón al bisonte en San Cebrián de Mudá
Tras el cierre de sus minas, la localidad palentina ha apostado por la conservación, el turismo sostenible y la cultura como motor de desarrollo frente a la despoblación
Lara Arias
Miércoles, 25 de junio 2025, 20:02
San Cebrián de Mudá, en el corazón de la Montaña Palentina, fue durante décadas territorio minero. Pero en el año 1990, cuando cesó la actividad extractiva, el municipio decidió dar un giro radical: abandonar el modelo económico basado en el carbón y abrazar un desarrollo sostenible que pusiera en valor sus recursos naturales, culturales y sociales. La lucha contra la despoblación, ese mal endémico que asola a buena parte de Castilla y León, se convirtió desde entonces en una prioridad para el municipio.
Desde el Ayuntamiento y la asociación de desarrollo Sierra Coriza se estableció un principio claro: generar empleo para quienes quisieran vivir en el territorio. Y el mejor argumento para lograrlo fue, desde el principio, el medio natural.
San Cebrián apostó por el rewilding, la restauración de ecosistemas salvajes y la conservación de especies, como herramienta para mantener viva la montaña y su población.
El primer paso fue abrir la senda ecológica al Acebal de las Comuñas, un bosque de acebos que se convirtió rápidamente en un reclamo turístico. A ella le siguió el Mirador de las Estrellas, hoy cerrado temporalmente por un litigio vecinal, pero con vistas a reabrirse en cuanto se resuelva el conflicto. Sin embargo, el gran revulsivo llegó hace, exactamente, 15 años con la creación de la Reserva del Bisonte Europeo, la primera de su tipo en España. Desde entonces, más de 108.000 personas la han visitado, generando cinco empleos directos para vecinos de la zona. Hoy, San Cebrián de Mudá es conocido dentro y fuera del país por este proyecto pionero de conservación, así como por su iglesia tardorrománica, que alberga valiosas pinturas murales.
Cinco núcleos
El municipio, que integra cinco núcleos de población —San Cebrián, San Martín, Perapertú, Valle de Santullán y Vergaño— apenas suma 156 habitantes. Entre ellos, cinco ganaderos con una media de edad de 60 años que representan un modo de vida en peligro si no se encuentra relevo generacional. Ante esta realidad, el consistorio ha redoblado esfuerzos para proteger su patrimonio, también el industrial, herencia directa de su pasado minero.
Uno de los proyectos más ambiciosos en marcha es la creación del primer Banco Mundial de Semillas Silvestres en una mina, así como la recuperación de los antiguos edificios del ingeniero y facultativo, que se transformarán en el primer Centro del Corredor Biológico Mundial.
San Cebrián demuestra así que la conservación de la naturaleza, la cultura y el desarrollo no solo son compatibles, sino que pueden y deben ir de la mano.
Bajo el lema 'Pensando en global, actuamos en local', el municipio quiere convertirse en un icono de biodiversidad y sostenibilidad. Mientras en muchos rincones del planeta caen bombas que destruyen vidas y patrimonio, aquí se apuesta por la reforestación y el respeto: solo este año, se plantarán más de 2.000 árboles como gesto simbólico y práctico por un mundo más limpio.
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La vida comunitaria también se cuida con mimo. San Cebrián mantiene abierta su cantina y ha rehabilitado el Albergue Goina, que recibe grupos de colegios, institutos y universidades, incluso de Asia y Europa. La vocación educativa y divulgativa es clara: proteger el territorio pasa también por explicar su valor a las nuevas generaciones.
Además, el municipio forma parte de dos programas del Ministerio para la Transición Ecológica que refuerzan su compromiso. Por un lado, Erasmus Rural, que permite a estudiantes de biología, veterinaria o ciencias ambientales realizar aquí sus prácticas. Por otro, el programa Dinamiza, enmarcado en el Reto Demográfico, ha traído a San Cebrián más de 25 grupos culturales, con propuestas tan diversas como folclore castellano, blues, samba, dulzaina o rabel. Porque, como insisten desde el Ayuntamiento, los pueblos también merecen cultura de calidad para sus vecinos.
Modelo propio
El camino que ha recorrido este municipio no ha sido fácil ni rápido, pero sí firme. Desde el principio.
San Cebrián de Mudá ha construido un modelo propio, basado en el respeto al entorno y a su historia. Porque un pueblo con historia crea arraigo y cariño y genera un sentido de pertenencia. Y porque solo respetando ese pasado es posible construir un futuro. Hoy, quienes visitan este rincón de la montaña no solo encuentran bisontes o bosques, sino un ejemplo de que es posible vivir, trabajar y soñar en el mundo rural.
Más ejemplares de bisonte
La Reserva del Bisonte Europeo aún espera la llegada de ocho hembras más hasta el centro de interpretación de San Cebrián de Mudá, en este caso procedentes de Hungría, aunque hasta el año que viene no se llevará a cabo el traslado. Además de los bisontes, la reserva quiere incrementar la presencia de caballos Przewalski, cuyo valor de conservación es altísimo debido a que actualmente solo existen algo menos de 2.000 ejemplares en todo el mundo. La reserva también cuenta con caballos losinos o hispanobretones.
Mª Amparo González, alcaldesa: Pensando en global, trabajando en local
San Cebrián de Mudá fue territorio minero hasta 1990. Aquel año marcó el fin de una etapa y el inicio de una decisión valiente: cambiar nuestro modelo de desarrollo. Lo hicimos apostando por la valorización de nuestros recursos naturales y culturales, con un objetivo claro: luchar contra la despoblación, ese mal silencioso que amenaza a tantos pueblos de Castilla y León.
Desde entonces, hemos trabajado con una idea en mente: crear empleo aquí, en nuestra tierra, para quienes quieran quedarse a vivirla y cuidarla. Nuestra mejor herramienta ha sido el entorno natural. Apostamos por el rewilding, la conservación activa de especies y paisajes, no solo como compromiso con el planeta, sino como palanca para generar oportunidades reales.
El primer paso fue la senda ecológica al Acebal de las Comuñas. Después vino el Mirador de las Estrellas y, sobre todo, la Reserva del Bisonte Europeo. Desde hace 15 años, esta iniciativa ha recibido a más de 108.000 personas y mantiene cinco empleos estables con gente de nuestro municipio. Gracias a este proyecto somos conocidos en toda España y parte de Europa.
Pero San Cebrián no se queda ahí. Nuestra iglesia tardorrománica con pinturas murales, el albergue Goina, donde acogemos a colegios y universidades de toda Europa y Asia, y la actividad constante de la cantina del pueblo son muestra de que aquí no nos rendimos. Nuestra historia minera no se olvida: trabajamos en recuperar edificios como el del Ingeniero y el facultativo para convertirlos en el primer centro del Corredor Biológico Mundial, además de un Banco Mundial de Semillas Silvestres en una mina, algo único en el mundo.
Somos cinco pueblos —San Cebrián, San Martín, Perapertú, Valle de Santullán y Vergaño— con 156 habitantes. Nuestros ganaderos envejecen, y su relevo es incierto. Por eso insistimos en modelos compatibles con la conservación, la cultura y la sostenibilidad.
Nos hemos incorporado a programas como Erasmus Rural, recibiendo estudiantes de Biología, Veterinaria o Medio Ambiente, y Dinamiza, gracias al Ministerio para la Transición Justa, que ha traído a más de 25 grupos culturales con folclore, blues, samba o dulzaina. Porque la cultura también tiene que vivir en los pueblos.
Este año plantaremos más de 2.000 árboles. En un mundo que se rompe, nosotros apostamos por sanar. Queremos que San Cebrián de Mudá siga siendo un lugar donde vivir con dignidad, en paz con la tierra y con nuestra historia. Porque un pueblo con historia genera arraigo, y el arraigo es la semilla del futuro.
