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Un millar de edificios de los 11.000 inmuebles de la capital han arrojado presencia de amianto, un elemento presente en muchos materiales de construcción, utilizado hasta hace 20 años y que es altamente cancerígeno. Por eso, a partir de 2025 será obligatorio empezar a eliminarlo, una obra que tendrán que asumir los propietarios, particulares o administraciones, y las comunidades de vecinos.
En el mapa inferior se puede comprobar cómo se reparte la presencia de amianto en los edificios de la capital. Son los que se encuentran en el primer registro publicado por el Ayuntamiento de Salamanca para cumplir con la obligación de identificar las construcciones en las que haya presencia de asbesto. En el mapa se puede consultar, calle a calle, los inmuebles donde se ha detectado amianto y la información catastral. El gráfico identifica las parcelas catastrales concretas y, en dos colores, diferencia los niveles de prioridad 2 y 3 fijados, es decir, los que tendrán que hacer obras antes o después.
Los edificios afectados son los incluidos en el primer censo de edificios con existencia de presuntos materiales con amianto que publicó hace unas semanas el Ayuntamiento de Salamanca. Para detectar la extensa presencia de este material en la ciudad, si bien el censo parte con los trabajos realizados por teledetección, la información se actualizará con los informes y las inspecciones que se realicen a partir de ahora en los edificios. Además, esta primera inspección se ha centrado en las cubiertas pero la presencia de este material es frecuente en toda la construcción residencial y se puede encontrar en aislantes, tuberías, suelos...
De momento, este primer registro han identificado los primeros mil edificios que se clasifican en dos niveles de prioridad para la inspección y retirada. Por un lado, el '2', con plazo de retirada hasta el 31 de diciembre de 2025, el más temprano por ahora; y el '3', hasta el 31 de diciembre de 2027. No se ha fijado ningún nivel '1', el más urgente, que obligaría a retirarlo antes de que acabe 2025.
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De momento, se ha determinando la prioridad y el plazo concedido para su retirada en función de su estado de conservación y la vulnerabilidad del entorno. Hasta que no se disponga del informe de localización y diagnóstico, a los edificios privados se les asigna una prioridad de retirada '3', con plazo de retirada hasta el 31 de diciembre de 2032.
Una vez publicado el censo y el primer mapa de amianto, se han previsto campañas anuales en base a la fecha de construcción de los edificios. Los anteriores a 1941 y de servicios públicos tendrán que someterse a estudio antes de que acabe 2025. En todo caso, un edificio puede ser requerido a realizarlo de manera adelantada si se constata un deficiente estado de los materiales.
Retirar el amianto de cubiertas y edificios es el gran reto de los próximos años para el parque inmobiliario salmantino. El coste podría rondar los 15 millones de euros para todos los afectados, en función del nivel de presencia y de la dificultad. Se trata de un trabajo peligroso, especializado y caro, que requiere retirar el material con técnicas concretas y almacenarlo durante 40 años en enterramientos temporales.
La factura, que se espera elevada, va a tener dos grandes perjudicados: el Ayuntamiento de Salamanca y las comunidades de vecinos de los barrios más afectados. En este último caso, la presencia de amianto en las cubiertas de bloques de vidiendas de San José, Pizarrales o Vidal es masiva, barrios de ingresos humildes donde las derramas pueden causar dificultades.
El otro gran perjudicado es el propio ayuntamiento, titular de numerosos edificios públicos y de una gran instalación como es el cementerio. Según el mapa publicado en su día, se ha detectado amianto en una docena de colegios y centros educativos, en todo el recinto de enterramientos de San Carlos Borromeo y en lugares como la Plaza Mayor. Otras administraciones, como la Universidad, también lo tienen en el propio Patio de Escuelas o en la Facultad de Farmacia.
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José A. González, Álex Sánchez y Sara I. Belled
Melchor Sáiz-Pardo | Madrid y Sara I. Belled (gráficos)
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