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Fernando Morales, Reyes Domecq y Álex Sánchez
Madrid
Miércoles, 6 de diciembre 2023, 00:15
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Fue hace 800 años. Y a día de hoy, perdura. Era el año 1223 cuando San Francisco de Asís decidió celebrar una Nochebuena diferente y representar, o mejor dicho revivir, el momento del nacimiento de Jesús. Pero aquello que hizo para que la gente que no supiera leer o escribir conociera el origen de la Navidad, continúa realizándose en la mayoría de casas y ciudades españolas. Pequeños, grandes, de plastilina o de cerámica, el belén se monta año tras año como parte de la decoración navideña.
Y si bien es cierto que hay elementos imprescindibles a la hora de montarlos -estamos hablando de los personajes-, elegir el escenario adecuado es fundamental para una buena representación. Habrá que acomodarlo según nuestro propio espacio. Es por lo que Bernardo Herrera, presidente de la Asociación Belenista de Málaga 'La Alcazaba' anima a montar una representación en casa independientemente de lugar y tamaño. «Depende del sitio que tengamos; así empezamos», asegura. Eso sí, las montañas, la arena y el río no pueden faltar cerca de ningún pesebre.
Lo tradicional es hacerlo sobre una cómoda en el salón o una mesa en la entrada de casa… Sea donde sea, hay que forrar el lugar donde vamos a montarlo.
Un buen trozo de papel marrón claro, cartón o una tabla de madera servirán para el terreno. Hay quien utiliza arena. Para las montañas se puede arrugar un poco de papel de embalar.
Una vez tenemos las montañas puestas, hay un paso fundamental lleno de simbolismo. Hay que acondicionar el pesebre. Para ello se utilizará musgo, aunque conviene dejar un camino de arena para los Reyes. Bien es cierto que el musgo para el Belén, como asegura Herrera, crecerá por la humedad del río.
No se puede dejar de lado el cielo sobre las montañas. Para ello se puede utilizar un fondo de estrellas, por ejemplo utilizando papel de regalo azul oscuro y con puntos en forma de estrellas.
Otro elemento imprescindible es el río que se puede simular utilizando papel de aluminio y dándole forma de 'S', siempre partiendo de las montañas previamente diseñadas.
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Hay un elemento sobre el que pivota todo el belén, pero lo que le da más presencia al nacimiento es la vida cotidiana que se representa en torno al pesebre. Fruteros, panaderos o herreros, todos forman parte de la representación de un pueblo lleno de puestos y construcciones básicas para la vida. «Se puede representar lo que quiera siempre y cuando esté bien hecho y acorde a la época», añaden desde La Alcazaba, que forma parte de la Federación Española de Belenistas, entidad que aglutina cerca de 80 asociaciones de belenistas en el país.
El elemento más importante, donde se producirá el nacimiento, debe ser una construcción cuyo frente esté libre. Los laterales y la parte trasera se pueden realizar con madera o corcho y el suelo tiene que estar cubierto con paja. Sobre el pesebre, no hay que olvidar la estrella de belén.
En el belén también se representa de manera tradicional el castillo de Herodes, que trató de eliminar al Hijo de Dios después de la llegada de los Reyes. «¿Dónde esta el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle», proclamaron.
Al sentir la amenaza, ordenó matar a todos los niños menores de dos años. Es una construcción que si bien entra en conflicto entre belenistas, para Herrera «es una escena típica y que aporta arte al Belén».
Los artesanos y comerciantes representan al pueblo en aquella época, por lo que el carpintero, los armeros y los puestos de mercados y comerciantes, como una frutería o panadería, son tiendas a añadir en el nacimiento.
Para darle mayor ambientación al nacimiento y acorde con la vida de la villa, dos elementos a tener en cuenta son el pozo y el puente teniendo en cuenta la relevancia del agua en la representación.
Por último, Herrera considera que si bien se puede realizar una iluminación general con la propia luz de la habitación, conviene que la de las construcciones del pesebre se realice con pequeñas luces led que simulen ser el fuego de la época.
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Pero aunque la escenografía es primordial, los personajes son vitales. Ocho son básicos de cualquier belén, cumpliendo cada uno de ellos un rol en la representación, por lo que el orden a la hora de montar el pesebre es fundamental. Aunque lo cierto es que al ser una representación a la hora de montarlo hay que conseguir la «mayor viveza y realidad». Es decir, para Herrera, cuya asociación es responsable del belén de la Catedral de Málaga, es fundamental que las piezas no estén siempre mirando al espectador y con un orden «escrupuloso».
El Niño Jesús se sitúa en el centro del pesebre y la Virgen María, que representa la fidelidad y el amor a Dios, a la izquierda. De esta forma, San José hay que colocarlo a la derecha.
La mula significa la humildad, símbolo de paz, pobreza y coraje. Así, debe colocarse detrás de San José. El buey, que según la tradición con su aliento mantiene caliente el pesebre, es el personaje que se coloca detrás de la Virgen María.
Melchor, Gaspar y Baltasar. Oro como señal de su realeza; incienso que simboliza la naturaleza divina de Jesús y mirra como muestra de que Jesús era un hombre que sufriría y moriría.
Llegarán guiados por la estrella, por lo que al principio se pueden poner en un lugar no cercano al nacimiento e ir desplazándolos conforme avance la Navidad.
Símbolo de bondad, amor y misericordia, fue quien anunció a los pastores el nacimiento de Jesús, por lo que conviene ponerlo en lo alto del pesebre.
«Pastores venid; pastores, llegad; adorad al niño; adorad al niño; que ha nacido ya». En el Belén pueden ocupar dos espacios: o en la zona de los montes cuidando de sus ovejas o caminando ya hacia el pesebre con ofrendas para el recién nacido.
Así pues, el Belén no solo está compuesto por el nacimiento, sino que se puede construir una villa con los puestos y lugares básicos y podemos encontrar personajes como la lavandera, el pescador…
Y tiene adeptos y detractores, pero quien no falta tampoco en un portal es el caganer, tradicional de Cataluña, escondido un rincón. Aunque su origen no está demostrado, la tradición cuenta que el caganer, con sus heces fertiliza la tierra, por lo que es un símbolo de prosperidad y buena suerte para el próximo año.
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Cada una de las figuras del portal cumple una función y desempeñan un significado en el que sin ellos no se entendería la historia. Aunque bien es cierto que es una tradición abierta a cualquier tipo de personalización en cuanto a tamaño, tiendas, materiales o personajes que se les quiera incluir para la época representada.
Y aunque la construcción de un belén puede pensarse estar en decadencia, nada se asemeja a la realidad. Según Herrera, es un movimiento que desde hace cinco años está viviendo «un auge maravilloso». Hasta 70.000 personas visitaron el año pasado el belén de la Catedral de Málaga, del que es responsable. Y aunque es un arte basado en una cultura católica, asegura que hay gente sin fe que sí reconoce el arte y apoya la construcción de estas escenas.
Todo en parte, continúa, por el trabajo que realizan las asociaciones de belenistas repartidas por España y que se encargan de montar año tras año representaciones en lugares simbólicos de las ciudades. Así, verlo como un arte que es posible realizar también en casa es lo que, asegura Herrera, está haciendo que sea una tradición arraigada. «No deja de ser una manualidad que si sale bien hace a uno sentirse gratificado».
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Melchor Sáiz-Pardo, Sara I. Belled, Álex Sánchez y Lidia Carvajal
Ignacio Tylko | Madrid y Álex Sánchez
Borja Crespo, Leticia Aróstegui y Sara I. Belled
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