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Frases que son callejones sin salida

Frases que son callejones sin salida

Siempre igual, antes no eras así... no dicen nada, pero lo dicen todo

Viernes, 2 de junio 2023

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En las discusiones de pareja cada cual tiene su manual de estilo, faltaría más. Son muchas horas de entrenamiento para perfeccionar el método. Hay personas que se ponen faltonas, otras son de guante blanco pero sumamente dañinas, las hay que gritan mucho, otras adoptan una actitud pasivo-agresiva muy destructora, están quienes rompen la baraja enseguida, quienes resultan incansables y agotadores y pueden tirarse horas 'argumentando'... Pocas cosas nos desequilibran más y nos dejan peor cuerpo que una pelea amorosa. ¿No se pueden evitar?

«Todas las parejas tienen conflictos. Y eso no es precisamente algo negativo. Las diferencias de criterio, además de inevitables, ayudan a enriquecer la visión personal sobre determinados temas y también significan que cada uno preserva su identidad y que esta no ha sido absorbida por la otra persona. De hecho, las parejas más consolidadas no son las que tienen menos conflictos, sino las que saben resolverlos y aprenden de ellos», afirma Isabel Aranda, psicóloga de TherapyChat.

Entonces, ¿nos está diciendo que discutir es genial? No. La experta destaca que las discusiones derivadas de conflictos que permanecen latentes y no se resuelven de manera adecuada son mala solución (y, desengañémonos, un alto porcentaje de los desencuentros viene por esta vía). En estos casos, la bronca « añadirá leña al fuego y es probable que termine convirtiéndose en un callejón sin salida, generando un enorme desgaste». Por eso, Pilar Berzosa, profesora de la Universidad Intenacional de La Rioja (UNIR), psicóloga clínica y terapeuta de familia y pareja, advierte de que lo mejor, cuando no estamos sacando nada en limpio, es «cerrar la conversación o pactar el desacuerdo (en plan, 'vale, no nos vamos a entender en este punto, mejor lo aparcamos')«. Y algo imprescindible: «No acostarse enfadado nunca». Y, por supuesto, evitar solucionar las divergencias delante de los más pequeños «usando un tono inadecuado, retranca o incongruencias... muchas veces en terapia de familia vemos casos de peques que dejan de comer, tienen rabietas o ven su sueño afectados porque ven que sus padres en casa muestran su peor cara, algo que, por ejemplo en el trabajo no hacemos aunque tengamos discusiones», explica Berzosa, quien aconseja que para recuperarnos de una 'discusión de desgaste', de esas que nos abocan al desastre y que hasta nos producen síntomas físicos -«corazón acelerado, manos sudadas... porque nuestro sistema simpático está superactivado«- lo mejor es «una ducha, un paseo», algo que nos aleje del epicentro del drama.

Es decir, no todas las discusiones son productivas y a ello contribuye el fuego cruzado de frases que se no van a ningún sitio pero que cuentan más de lo que dicen. Estas son algunas de las más habituales, analizadas desde dos puntos de vista.

  1. «Siempre estás igual»

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La voz de la calle: Con esta frase estamos echando en cara que las broncas son siempre por su culpa y que, encima, nos causa hartazgo. Otro callejón sin salida. ¿Qué se puede añadir después de este reproche? Uff, ¿quizá 'lo que tú digas' o 'eres igual que tu madre'? Por reforzar la idea de enfado.

La experta: «No solo le estás transmitiendo que desapruebas su actitud, sino que hay algo en él o ella que no te gusta».

  1. «Eres igual que tu madre»

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La voz de la calle: Estamos buscando bronca. Sacar la genética a relucir es poco elegante. Por eso, esta una de las frases-callejón-sin salida típicas. ¿Hemos dicho sin salida? Mm.... hay una: mentar a la madre del otro a modo de respuesta, algo muy grosero y contraproducente. Podemos pasar horas repasando árboles genealógicos.

La experta: «Es una frase muy común que puede percibirse como un ataque externo y llevar a nuestra pareja a adoptar una postura defensiva». Llegados a puntos muy calientes, como este, el terapeuta de pareja Jordi Panyella nos da el mejor consejo: «Una pausa: es importante darse un tiempo para respirar y enfriar las cabezas. Un paseo o separarse un rato son buenas opciones».

  1. «Lo que tú digas»

La voz de la calle: Se lanza cuando ya no sabemos qué más decir. Es tirar la toalla, pero molestando en el proceso.

La experta: «Transmite condescendencia, una mezcla de arrogancia y lástima que tiende a sentar muy mal a la otra persona, ya que significa que le damos la razón para que no siga discutiendo, pero que no creemos que la tenga». Dejamos una herida abierta. Mal. «En cuanto todo se calme todo es fundamental escuchar a la pareja para entender su punto de vista y encontrar soluciones».

  1. «Antes no eras así»

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La voz de la calle: No significa que has ganado con los años en belleza, sabiduría y saber estar. No. Y eso duele.

La experta: «Detrás de esta frase se esconden el desencanto y la desilusión. Quien la dice siente que, de alguna manera, ha sido engañado o traicionado, de forma que acusa a la otra persona de haber cambiado. Independientemente de que la otra persona haya cambiado o no, lo cierto es que con esta frase le estamos diciendo al otro que no es digno de confianza porque no ha sabido mantener las premisas sobre las que se construyó la relación». Esto es quizá lo más dañino que podemos decir o escuchar. Una frontera peligrosa. «Si hemos cruzado alguna de las líneas rojas en la discusión, es importante pedir disculpas», insiste Panyella. Parece una obviedad, pero no lo es. No hay tanta gente que lo haga, al menos «de manera sincera».

  1. «Déjame en paz»

La voz de la calle: 'Déjame en paz ...' (pongamos un pitido de esos imaginarios que usan en la tele cuando se dicen palabritas gruesas). Porque esta frase en una discusión suele ir acompañada de algún taco. Puede que sea una petición de 'clemencia' en algunas ocasiones, pero en el lenguaje de la bronca se traduce como 'que no te quiero ver delante'.

La experta: «Esta es otra manera de decirle a la otra persona que no te entiende, te molesta o, sencillamente, no quieres estar a su lado. Dicha una y otra vez puede terminar por marcar una distancia emocional en la pareja».

  1. ¿Crees que esto es normal?»

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La voz de la calle: No es una duda sobre el concepto de normalidad (sea lo que sea eso), no. Te están diciendo que estás fatal de lo tuyo porque vas más allá de los límites racionales de la galaxia. ¿Cómo continúa el intercambio de pareceres si alguno usa este recurso estilístico? Casi seguro que con un «lo que no es normal es que bla, bla, bla». Una pulla. Hala, por preguntar.

La experta: «Su objetivo es degradar a la otra persona, haciéndole ver que lo que hace o piensa no se ajusta a lo que se espera de ella. De ahí que pueda comprenderse como un ataque a su capacidad, generando un profundo daño a su autoestima».

Tres fronteras: atención a los límites

Jordi Panyella, terapeuta de pareja y autor de 'No me quieras tanto y ámame mejor' (editorial Larousse) y Pilar berzosa, psicóloga de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) indican cuales son las tres líneas rojas que nunca debemos cruzar en una discusión de pareja porque dejan un poso difícil de olvidar.

Nunca debemos insultar o faltar al respeto. Daña la autoestima y «destruye la confianza en la relación», asegura el experto. «Todos los que conviven tienen que discutir, es irreal pensar que no va a ser así, pero debemos respetar esta frontera, a pesar de que cuando viviemps juntos. la confianza, sí, a veces da asco. Además, nadie nos 'enseña' a discutir, para ello solemos fijarnos en nuestros padres», añade Berzosa, quien indica que, en general, «nos falta técnica y mesura».

Utilizar el pasado como arma. «Traer a colación errores o fracasos anteriores nos coloca mentalmente en situaciones del pasado que provocaron heridas que siguen abiertas y pueden despertar dolor, culpa, tristeza o rabia. Usar el dolor como estrategia de manipulación es tóxico», advierte Panyella.

Usar la amenaza o el poder para controlar la discusión o a nuestra pareja. Esto también puede llevar a una dinámica tóxica. Frases como 'si no haces lo que quiero, hemos terminado', 'no encontrarás a nadie que te aguante', 'asume las consecuencias de lo que estás haciendo' obligan a ceder a nuestra pareja mediante amenazas, «una de las líneas rojas en las discusiones de pareja».

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