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Así quedará el edificio de la Gran Vía 63 con el aspecto propuesto para su reconstrucción. Pedro Resina
Arquitectura

La galería de soportales que soñó la calle más monumental de Salamanca se hace realidad un siglo después

La Gran Vía volverá a estar completa con la reconstrucción del edificio del número 63, demolido hace décadas y que se volverá a levantar con un diseño que incluye una planta baja porticada que no tenía originalmente y que permitirá que la avenida sea como se proyectó

Félix Oliva

Salamanca

Domingo, 19 de octubre 2025, 10:05

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La Gran Vía de mediados del siglo XX se hará realidad este 2025 con la reconstrucción del edificio que ocupaba el único solar que se mantiene vacío en los 800 metros que abarca la avenida más monumental de Salamanca. Proyectada como continuidad de la carretera de Sequeros y para encauzar el tráfico, se diseñó con un patrón estético muy concreto que ha estado interrumpido durante años, en realidad, desde que empezó a construirse.

La clave es la reconstrucción de un antiguo edificio protegido, centenario y demolido en su día por su estado ruinoso, pero guardado piedra a piedra y con instrucciones para el momento en que volviera a ser levantado. Ese momento ha llegado con el cambio de la ficha de protección que se le hizo al edificio antes de hacerlo desaparecer y que va a resolver un dilema: conservar la estricta originalidad o integrarlo en la estética de toda la calle.

La construcción ha permanecido en el olvido mientras el solar vacío quedaba durante años como el único elemento que rompía la estética de toda la avenida. Ahora, un proyecto plantea reconstruir este edificio y asumir un reto importante: resolver la dudas urbanística de cómo hacerlo. Hay dos opciones: reconstruirlo como era respetando su originalidad o hacerlo incorporando un elemento que no tenía. La clave: los soportales característicos de toda la avenida.

Una arteria monumental y porticada

La Gran Vía se proyectó a principios del siglo XX cuando la ciudad estaba creciendo. La idea inicial era unir el puente nuevo con la estación de tren para digerir el tráfico que atravesaba el centro por la línea más próxima al casco histórico y organizó durante años el acceso hacia la Plaza Mayor y la zona antigua y hacia San Cristóbal-Las Claras.

Se retomó tras la Guerra Civil y, al principio, se permitió hacer algunos edificios historicistas como los que coronan su tramo de llegada a la plaza de España que todavía sobreviven y también están protegidos. Sin embargo, llegó un momento en el que se decidió dotar de un estilo concreto en la normativa para la construcción de los edificios en la nueva Gran Vía.

Se admitió exclusivamente, a partir de 1944, el estilo historicista que evocaba la arquitectura de otros tiempos y que correspondía con las ideas preconizadas por el régimen franquista en materia arquitectónica. La aprobación del proyecto que el arquitecto Francisco Gil González presentó para el edificio que albergaría el teatro Gran Vía, determinó que su fachada fuera considerada como el modelo a seguir.

Desde ese momento, la avenida se revistió con una arquitectura muy particular en sus dos aceras, con edificios historicistas que todavía se conservan, dotados todos de soportales (y medallones) en un lado y sin ellos en el otro, numerosas sedes públicas y un arquitectura variada y que, en su mayoría, ha sobrevivido.

Con este estilo se hicieron numerosas sedes públicas que han llegado hasta nuestro días. En 1946 se levantó el edificio del Gobierno Civil, con planos del arquitecto Fernando Ramírez Dampierre; entre 1953 y 1956 se construyó el Palacio de Justicia con proyecto de Francisco Javier Barroso Sánchez-Guerra y Ricardo Pérez Fernández; en 1955, Fernando Población diseñó la Casa de la Falange que hasta 2013 albergó la delegación de la Junta de Castilla y León, con su fachada retrasada con respecto a la alineación de la Gran Vía. Fue el origen de una plaza pública que recibió el nombre de plaza del Caudillo, hoy plaza de la Constitución.

Un edificio original y discordante

Sin embargo, no todo era igual. La uniformidad se rompía a la altura de la calle San Justo, en la acera de en frente, con un grupo de casas diseñadas en 1919 por el arquitecto Santiago Madrigal por encargo de la sociedad Perera-Jiménez y concluídas es 1923. El grupo era discordante, pero de arquitecura totalmente original, y de esta línea de edificaciones la que más sobrevivió fue la que ocupó el número 63.

El edificio original en una foto antigua y cuando todavía albergaba un bar de copas.

El edificio, de principios del siglo XX (de 1916 según su ficha), fue derribado, pero guardado piedra a piedra, numerando cada una de ellas, para conservarlo en un almacén de forma correcta y segura. Perteneciente al eclecticismo tardío con rasgos modernistas, su valor reside en que fue uno de los que caracterizó la Gran Vía en su momento inicial.

Era, además, uno de los únicos puntos donde los edificios originales no tenían soportales y la finca del número 63 fue la última que sobrevivió sin estar porticada en su planta baja. Plata que albergó hasta el último día dos locales de ocio nocturno muy famosos: allí estuvieron sucesivamente instalados, como últimos inquilinos, los bares de copas «El Balcón» y «Koalas».

El núcleo de casas de Madrigal, en los años '70.

Ahora lo que toca es reconstruirlo, para lo que hay que resolver un dilema importante: romper la estética porticada de la Gran Vía en ese tramo o perder el último reducto de esta arquitectura centenaria. El edificio original tenía un aspecto muy concreto, recogido en su ficha de protección.

La nueva ficha

Sin embargo, esta semana se ha iniciado el trámite para cambiarla. No es frecuente que esto ocurra, de hecho, en los últimos años se han rehabilitado muchos edificios antiguos en Salamanca, algunos con desmontaje de fachada, pero rara vez se ha cambiado alguna ficha de protección.

Solución para la ficha vigente y para la nueva ya modificada.

El edificio fue declarado en ruina y se concedió permiso de desmontaje de fachada en unas condiciones concretas. Se exigió que se hiciera una planimetría detallada, con numeración completa de todos los elementos y un proceso de levantamiento del paramento controlado para llevar todas las piezas del puzle a un lugar de almacenamiento con el compromiso de que estuviera protegido.

En la ficha se indican también las condiciones en las que podría volver a levantarse el edificio. Auque el edificio original tenía dos plantas, se prevé permitir tres plantas en primera línea y una cuarta retranqueada, hacia la calle La Parra. A partir de la coronación del edificio catalogado podrá edificarse una planta más con un retranqueo de tres metros. Y se incluía la opción de dejar la planta baja diáfana y transitable para dar continuidad a los soportales.

Promotores privados han pedido cambiar la ficha, mantener el aspecto original y sumar dos plantas, pero incorporando soportales

Una iniciativa privada ha solicitado la modificación de esa ficha que incluye ganar dos alturas sobre el alzado original, una más de lo permitido hasta ahora. A cambio, en el diseño propuesto aparece un elemento que no existía: los soportales.

Como los edificios que rodean el solar, el nuevo estaría porticado, como el resto de la Gran Vía, con un local al fondo ya que la parcela lo permite. El porticado sustituye a los huecos que tenía la fachada en su planta baja y coincide con la configuración de todos los edificios de la Gran Vía, desde su extremo sur hasta casi el final en la plaza de España.

Propuesta con soportales: 2 +2 plantas

Imagen después - La galería de soportales que soñó la calle más monumental de Salamanca se hace realidad un siglo después

Propuesta sin soportales: 2 +1 plantas

Imagen antes - La galería de soportales que soñó la calle más monumental de Salamanca se hace realidad un siglo después

¿Cómo será el resultado final? Pues tendrá que parecerse mucho al que mostramos en la simulación superior. La configuración solicitada incluye la plata baja porticada, mantiene las dos alturas originales del edificio de 1916 y añade las dos que incluye la nueva ficha sobre la coronación, en vez de una más retranqueada.

Eso permitirá que el nuevo edificio sea muy similar al original, del que conservará las dos plantas centrales; que se adapte a la estética de toda la Gran Vía con los soportales; y que añada dos plantas nuevas que aumentarán su interés para los promotores, algo que ha empezado a ser habitual en otras restauraciones de edificios. Al menos, en este caso, se recupera una silueta perdida que abraza el siglo XXI con el aspecto que tuvo que tener cuando se proyectó a mediados del XX.

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La galería de soportales que soñó la calle más monumental de Salamanca se hace realidad un siglo después