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La escultura de la plaza de la Constitución y dos detalles de la original. José Manuel García

El caso de la valiosa escultura urbana de Salamanca desplazada por una copia

El viaje de la 'Náyade' de Agustín Casillas por culpa de unas obras desvela uno de los pocos casos de obras de arte de la ciudad que tienen réplicas y la problemática de la conservación de este tipo de arte, con la construcción de sustitutos como solución

Félix Oliva

Salamanca

Domingo, 8 de septiembre 2024

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La 'Náyade' de Agustín Casillas es una conocida escultura urbana de la ciudad. Es una de las aportaciones del afamado y prolífico artista salmantino a las calles, plazas y parques de Salamanca, por los que se desperdiga al aire libre buena parte de su obra. Una producción ubicua en este caso porque 'Náyade' está en dos sitios a la vez por un arte que empieza a ser frecuente: hacer réplicas de las obras que ocupan la calle.

Su último 'viaje' ha desvelado una historia poco conocida, la de la existencia de una segunda versión de la obra. Fechada en 1974, una y otra están separadas por 1,26 kilómetros de distancia. Se trata de una escultura de gran formato en bronce para la plaza de la Constitución; existe otra igual, en hormigón, en la plaza del alto del Rollo. La original fue desplazada a la glorieta del Alto del Rollo, mientras su lugar en una plaza junto a la Gran Vía lo ocupa desde hace años la metálica.

La réplica, en la plaza de la Constitución.

Imagen después - El caso de la valiosa escultura urbana de Salamanca desplazada por una copia

La original, en el alto del Rollo.

Imagen antes - El caso de la valiosa escultura urbana de Salamanca desplazada por una copia

La historia se ha conocido ahora al ejecutarse unas obras en el entorno donde está la 'copia'. En la plaza de la Constitución, junto a la torre del Aire, los operarios municipales han impermeabilizado el estanque en el que una mínima lámina de agua otorga contexto acuático a la náyade, una ninfa vinculada a fuentes y pozos.

Mientras se hacía la obra, la estatua fue trasladada y depositada en un solar en el que el ayuntamiento guarda elementos de parques y jardines. El traslado ha provocado la queja de la Asocación Ciudadanos por la Defensa del Patrimonio por el trato que ha recibido, ya que esta imponente obra de arte ha compartido el espacio con adoquines descartados de nuevas urbanizaciones, plantas, maceteros...

Las obras ya han terminado y este pasado jueves la réplica ha regresado sin novedad a su lugar en la plaza de la Constitución, mientras que la original sigue en una glorieta de uno de los extremos de la capital, en un círculo ajardinado que incluye también un elemento acuático, además del conocido rollo que da nombre al barrio y un busto obra de González Quesada. Curiosamente, la auténtica no figura en el inventario del patrimonio histórico artístico del ayuntamiento, pero sí la 'copia'.

Fabricadas ambas para resistir la intemperie, el paso del tiempo y cierto desgaste, no todas las obras de arte pensadas para estar en la calle corren la misma suerte y construir una réplica se puede convertir en una solución. ¿Para todas?

El efecto del paso del tiempo y las inclemencias se ciernen como uno de los grandes problemas de las esculturas urbanas de Salamanca. Según el inventario de patrimonio municipal, son un centenar repartidas por calles, parques y plazas, de variedad de artistas. Su ubicación y uso comprometen el estado de algunas, como el 'Niño con avión' en Carmelitas, del propio Casillas, muy deteriorado; o las piezas originales conservadas en el parque de La Alamedilla, una foca y una ballena de piedra, que resisten los envites de los niños salmantinos desde hace décadas.

La colección de obras de Casillas que adorna el parque de La Alamedilla sobrevive a canes y gamberradas, mientras que otras estatuas de personajes como Farina o el verraco del Puente Romano son diana de pintadas y suciedad por las aves.

Construir réplicas

La visión salmantina de una ninfa es uno de esos pocos casos conocidos en los que se descubre que las esculturas, estatuas y obras de arte que vemos en las calles no son las auténticas. El próximo será el del crucero de San Cebrián, el lugar que indica una desaparecida y antigua iglesia de la época de la repoblación de Salamanca. Trasladado a un apartado rincón del cementerio hace 200 años, está lejos de su ubicación original y se encuentra en pésimo estado, y se ha decidido encargar una réplica ante el riesgo de perderla para siempre.

Esta cruz de granito y hierro también hizo su particular viaje hace muchos años. Se trata de una pieza formada por una columna y una cruz de piedra en su parte superior que recuerda la iglesia del mismo nombre que había en la plaza de Carvajal.

La pieza es propiedad de la Diócesis y fue retirada del lugar hace casi dos siglos. Su función era señalar la desaparición de un templo, en este caso, la iglesia de San Cebrián. Este templo fue uno de los levantados durante la repoblación de la ciudad en el siglo XII. Construida en el siglo XII, en torno a 1157, fue una de las iglesias más antiguas de Salamanca.

Se derrumbó a finales del siglo XVI, debido al terreno y su pendiente. Sus materiales sirvieron sobre todo para la construcción de la Catedral Nueva de Salamanca. Y su cripta es la conocida Cueva de Salamanca que no escapa al deterioro.

Cuando desapareció la iglesia, se puso allí este crucero que fue movido al Cementerio San Carlos hace 200 años. Ahora la idea es devolverlo a su lugar, pero el traslado del original es imposible: el riesgo de que se desmorone es alto. También se ha descartado restaurarlo y ahora se ha puesto en manos del escultor que más medallones ha hecho para la Plaza Mayor, Óscar Alvariño.

El artista madrileño ya ha visitado la obra y su diagnóstico coincide con el conocido. «Bajo mi modesto criterio, está muy mal, su estado es muy delicado y no se puede tocar, porque aunque sea con mucho cuidado se podría deteriorar», comenta. Ya está manos a la obra para esculpir la réplica, una solución para conservar a la vista lo que el tiempo nos quiere arrebatar.

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