El envidiable tablero energético de Salamanca: un sistema complejo a prueba de apagones

La rápida recuperación del fluido eléctrico tras el histórico apagón de esta semana en Salamanca es la punta de lanza de lo que el ecosistema energético de la provincia ha demostrado en la crisis eléctrica que ha puesto patas arriba todo el país. En medio del escándalo, y con muchas incógnitas por resolver, lo ocurrido en la provincia deja importantes pistas sobre la situación del sistema eléctrico español, sus debilidades y fortalezas y los pasos que hay que dar.

El motivo reside en el enorme desarrollo que el sistema ha tenido en la provincia, que toca con éxito todos los 'palos' de la generación, suministro y transporte en redes eléctricas. Y que puede ser un modelo a escala de lo que sería un sistema perfectamente estable, sólido y solvente, porque muchos de los desafíos, dudas, polémicas y bulos surgidos tras la súbita caída a 'cero' del fluido eléctrico tienen en la provincia el espejo en el que mirarse.

La provincia es una de las destacadas en generación de electricidad en Castilla y León que, a su vez, es uno de los líderes regionales. Las energías renovables supusieron el 92,8% en la generación de la región que hace mucho que se alimenta casi exclusivamente de energías limpias.

En el caso de Salamanca, concentra cerca de 4.000 GWh acumulada en forma de agua en sus embalses; es una cuarta parte del potencial estatal en un año en el que las reservas están más altas que nunca. Se explota a través de sus grandes centrales hidroeléctricas y totaliza una producción de más de 4,4 MWh.

Es la gran baza de Salamanca, junto con el desarrollo de la hidráulijca reversible, en un evolución que se concentra ahora en el aumento de potencia instalada de solar (una fiebre que comparte la provincia) y, en menor medida, eólica.

La provincia también es una de las más fuertes en solar fotovoltaica y lo será más en el futuro; la eólica aporta ahora mismo una producción similar a las placas, pero está netamente por detrás de Burgos, Palencia o Zamora en la tecnología en la que Castilla y León más destaca.

Según los anuarios de Red Eléctrica, la eólica se mantiene como la primera tecnología de la estructura de generación en Castilla y León, al aportar 12.515 GWh de producción con los que alcanzó una cuota del 46,2% del total. Le sigue la hidráulica, con una aportación del 32,5% y que experimenta igualmente un crecimiento del 32,5% debido a que 2024 fue más lluvioso que su predecesor. Tras esta tecnología estarían la solar fotovoltaica (12,7%), la cogeneración (7,2%) y el contingente de otras renovables, que supusieron el 1,5% restante.

El parque de potencia instalada de generación de la Comunidad ha aumentado durante 2024 en 1.413 nuevos MWh, 638 eólicos y 775 de solar fotovoltaica, datos con los que el parque castellano y leonés alcanza una cuota de potencia renovable del 96,2%, la más alta de nuestro país.

La estructura de potencia instalada en Castilla y León está compuesta por la tecnología eólica, con una participación del 47,8%, la hidráulica (29%), la solar fotovoltaica (18,7%), la cogeneración (3,8%) y el contingente de otras renovables que supone el 0,7% de su potencia instalada.

El tablero energético de la provincia cuenta en la actualidad con todas las piezas del complicado rompecabezas que constituye el sistema eléctrico. Cuenta con grandes fuentes de producción renovable, como las hidroeléctricas; ha desarrollado las nuevas tecnologías hidráulicas que levantaron el suministro; ha integrado enormes parques de la cuestionada fotovoltaica; ha estado a la cabeza en la inestable eólica; es clave para el futuro de la energía nuclear; y se ha adentrado en el mundo de la autosuficiencia, al menos, a pequeña escala. Estas son todas sus piezas.

En hora oficial 15.45, la provincia de Salamanca había recuperado la totalidad del suministro eléctrico, con alguna pequeña excepción. En la capital la luz volvía antes que en ninguna otra parte de Castilla y León y como una de las primeras provincias del país en volver al siglo XXI tras un corto paseo por el XIX. Se cerraban así algo más de tres horas de apagón, que en otras partes fueron muchas más. Si se pudo conseguir con esta relativa rapidez fue gracias a las veteranas centrales hidroeléctricas.

En un año excepcionalmente bueno en cuanto a agua, los numerosos embalses de la provincia son auténticas baterías. Este año han batido su máximo de reservas en forma de energía, suponen cerca de un tercio del total de España. La convierten en electricidad gracias a centrales como las del sistema Aldeadávila, que durante el año pasado lograron un récord de producción, superando los 8.200 GWh cuando acabaron el año anterior rozando los 6.000 GWh, un 35% más.

Estas centrales llevan décadas funcionando, pero no han dejado de actualizarse y la última tecnología incorporada ha sido clave en el apagón. Se trata de las centrales reversibles o de bombeo, que son capaces de almacenar el agua en sus tuberías y returbinarla, poniéndose a funcionar y generar luz en minutos.

Su uso ha sido clave para levantar el apagón desde '0' luz. Las de bombeo fueron, junto con las térmicas, las primeras centrales en ponerse a funcionar junto con, posteriormente, las hidroeléctricas por su capacidad para generar rápido y acoplarse al sistema. Y son la explicación de lo rápido que regresó la luz a Salamanca.

Aunque no está entre las diez provincias con mayor superficie de parques, Salamanca está desarrollando importantes áreas de fotovoltaica con numerosos proyectos, algunos de grandes dimensiones. La provincia está en el grupo de provincias con más horas de sol al año (por encima de 3.000), por lo que el atractivo para invertir se mantiene. Ronda los 16.600 MW de potencia instalada.

Así, plantas como la de Ciudad Rodrigo, de 318 megavatios (MW) de capacidad y 826.200 paneles solares sobre una superficie de 439 hectáreas, pueden vertir su producción, suficiente para 150.000 hogares; y la de Villarino se beneficia de la existencia de redes de evacuación en la zona de Arribes.

La clave es que muchos de estos parques cuentan con sólidas redes de evacuación y transporte, inversiones que han asumido en buena medida las eléctricas y los promotores de los proyectos. Es justo lo que parece que ha fallado en el apagón, la disponibilidad de redes suficientemente sólidas para soportar la entrada de energía de fuentes como la solar, que se comportan diferente a otras más estables como la hidráulica o la nuclear.

Castilla y León es la región de España en la que más GWh se producen a partir del viento: en concreto, esta comunidad autónoma fue el origen de uno de cada cinco GWh eólicos en 2024, un dato que ha impulsado a que la generación con renovables en la región aumente un 7,6% en 2024, y alcance los 25.142 GWh, cifra con la que vuelve a ser la comunidad autónoma líder a nivel nacional.

En el caso de Salamanca, esta es la energía con menor implantación en la provincia, escasa en comparación con su desarrollo en las cercanas Zamora y Cáceres, pero hay en tramitación un noveno parque en Santiz que contará con dos aerogeneradores con un potencia unitaria de 4.000 kW, con una altura de la torre de 155 metros.

Salamanca cuenta en su provincia con ocho parques eólicos ubicados en Alba de Tormes (3 aerogeneradores), Palacios del Arzobispo y Zamayón (18 aerogeneradores); Santiz (3 aerogeneradores); Sorihuela (7 aerogeneradores), Garcihernández (8 aerogeneradores); Zamayon, Palacios del Arzobispo y Santiz (17 aerogeneradores); Las Veguillas, Membribe de la Sierra, Frades de la Sierra (37 aerogeneradores); y Santiz y Palacios del Arzobispo (25 aerogeneradores).

Y por último está la situación de la nuclear, otra de las señaladas en esta crisis, no por su mal funcionamiento, sino por los planes para el final de la vida útil de todas las centrales para cumplir con el compromiso de apagar las nucleares. Se trata de una energía peligrosa, pero estable: una recarga basta para mantener la producción sin variaciones durante año y medio.

Esas recargas salen de la factoría que tiene la empresa estatal ENUSA en Juzbado, que suministra a las centrales españolas y a buena parte de las de Europa, donde tiene clientela fija en países que han mantenido la nuclear o que han dado marcha atrás a sus planes de cierre.

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