El legado con el mismo apellido que escribe en partitura la historia de la Universidad de Salamanca

«El mayor orgullo, el mayor reconocimiento que he sentido llegó hace una semana. Mis compañeros me aplaudieron durante varios minutos. Fue larguísimo y con mucho cariño. Es un regalo. El sentirme querido y respetado por ellos es el valor más grande».

Bernardo García-Bernalt termina emocionado una entrevista en la que ha repasado los 75 años de historia del Coro Universitario y el 40 aniversario del Coro de Cámara que él mismo creó, el primero fue obra de su padre, de su maestro, Jesús García-Bernalt. Una historia escrita bajo un mismo apellido que ha recorrido todos los puntos de España, viajado por Europa y traspasado el océano Atlántico, hasta brillar en Nueva York. Una historia llena de éxitos, con hasta 13 discos grabados y un sinfín de partituras entonadas. No se entienda Salamanca sin su universidad y no se entienda la universidad sin su coro.

Esa escritura se remonta a 1950. Un grupo de colegiales de Salamanca, muchos de ellos del País Vasco, quieren crear un coro universitario y se ponen en contacto con Jesús García-Bernalt, uno de los músicos más reconocidos de la ciudad. Así se funda un coro mixto, además de un pequeño grupo de cámara y otro femenino. Ese es el origen del Coro Universitario, recientemente distinguido con la Medalla de la Universidad de Salamanca. En 1985 surge el Coro de Cámara, cuyo director nunca ha dejado de ser Bernardo García-Bernalt, quien tomó el relevo a su padre en 1990, dirigiendo ambos grupos.

Comenzó tocando un piano en casa, no habría cumplido los 10 años y la música formaba parte de su vida. Los veranos cambiaba las piscinas por iglesias, donde su padre tocaba el órgano y sin darse cuenta se puso a las órdenes de su padre como cantante del Coro Universitario.

«He dedicado a este Coro tres cuartas partes de mi vida. Tuve a mi padre como director, él es mi maestro, claramente, no solo en la música, sino en la vida. No solo para mí, sino para toda la familia que formamos el Coro Universitario, el padre de todos es mi padre. Tengo muchos recuerdos con él, de compartir primeras decisiones musicales, primeras direcciones en conciertos o ensayos vocales. Sin quererlo, porque no quería, me fue empujando hacia el epicentro del coro, llegando a formar paralelamente en 1985 el Coro de Cámara; son complementarios, muchos están ambos, uno es padre de otro (y nunca mejor dicho)», relata Bernardo.

Y pronto llegó el momento del relevo. «Fue un momento clave y extraño. Él se jubila y el rector de entonces me llamó a sabiendas de mi trayectoria en el Coro de Cámara. Pero mi padre no se ha ido nunca. Cada cinco años nos reunimos la familia del Coro y él sigue presente, él no se ha ido jamás (se emociona)».

¿Habrá otro relevo? Con el mismo apellido no, pero sí, claro que lo habrá. «Por el Coro ha pasado gente que después ha formado y creado otros coros, no sé si habré tenido influencia en esas decisiones, supongo que alguna, pero creo que cada uno está donde su trabajo le lleva. No tengo discípulos, tengo compañeros», responde.

Seguramente, sea difícil identificar un acto oficial académico de la Universidad de Salamanca en el que el Coro no haya estado presente. Su apoyo y promoción a la cultura resultan imprescindibles. En palabras de Bernardo, supone «todo», una «parte fundamental», un camino de la mano.

«Hablamos de una vinculación académica, recordemos la Cátedra de Música creada por Alfonso X el Sabio, que se mantiene hasta finales del s.XVIII. Se desarrollaba entre la teoría y la práctica, y esta se basaba en el canto, fundamentalmente. También es una vinculación ceremonial, su presencia en actos y celebración es esencial. En ese sentido, el Coro supuso una parte fundamental en un momento en el que la propia universidad se estaba reconstruyendo, entre finales del XIX y el siglo XX. Se abrió la mirada hacia el resto del mundo y vuelve el Coro, vuelve el canto», relata.

«Y en un momento en el que tenemos más comunicación que nunca, pero menos sociedad que nunca, resulta fundamental el recuperar los valores que se aprenden en la música de un Coro; el respeto, el ser capaz de escuchar al otro, el saber que lo que uno es capaz de hacer no vale nada, si no contribuyo al bien común... son más fundamentales que nunca».

Estas son precisamente las características que definen a su coro, el «amor a la música y el respeto». De igual forma habla de la «pertenencia a un grupo, la escucha y la valoración de uno mismo, el ser líder por el bien común».

En la exposición dedicada al Coro situada en Hospedería Fonseca se puede disfrutar de todos los programas, partituras y viajes de este grupo convertido en familia a lo largo del tiempo. Han recorrido el panorama nacional y parte del mundo. Su presencia en Europa es significativa por países como Portugal o Alemania, llevando incluso a Estados Unidos el nombre de Salamanca, de la Universidad de Salamanca. El Lincoln Center, el Teatro de artes escénicas en Nueva York escuchó en 1992 al Coro de Cámara.

«Se ha recuperado patrimonio y se ha creado patrimonio», dice Bernardo. Una frase cargada de simbolismo que es fruto de «mucho trabajo». «Esto se consigue con la ayuda de todo el mundo y estando enamorado y yo estoy enamorado de la música».

Temas

• cultura
• Universidad de Salamanca
• Música