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Isabel junto a dos de sus compañeros en la EDAR de Salamanca Álex López
Salamanca no contada

La salmantina pionera en trabajar en una depuradora de aguas en España: «Es cuestión de atreverse»

Isabel lleva 40 años trabajando en la EDAR de Salamanca aunque su pasión por este trabajo viene desde la infancia

Jueves, 4 de diciembre 2025, 14:06

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Pionera y veterana. Hace 40 años abrió el camino como la primera mujer en ponerse al frente de una depuradora de aguas en España.

Isabel lleva cuatro décadas trabajando en la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Salamanca y es la primera mujer en España en desempeñar este trabajo. Comenzó su carrera en 1984, en la planta de potables (ETAP), concretamente en el laboratorio, donde permaneció nueve años antes de pasar al área operativa junto a su compañero Masi. «Llevamos toda una vida juntos», recuerda.

Su interés por este trabajo viene desde su infancia: «Aprendí de mi padre que trabajaba en potables y me enseñó cómo funcionaba». A partir de ahí, le llamó la atención y le gustó desde el principio. El paso a la depuradora actual fue un gran cambio para ella, ya que la residual es más grande, más tecnológica y automatizada, lo cual transformó la forma de trabajar: «Nos manchamos poco; en la otra te manchabas más», comenta señalando la diferencia con la antigua planta, donde la suciedad del agua se percibía de manera mucho más directa. Lo que más le impresionó al llegar fue el tamaño y la complejidad del proceso: «Antes solo teníamos una decantación primaria y aquí hay secundaria y biológico».

«El ciclo del agua es gratificante»

Su jornada está organizada en turnos de mañana, tarde y noche, pero la rutina nunca cambia: «La planta se lleva igual en cualquier turno», explica. Su día comienza revisando la sala de ordenadores, desde donde controla bombas y posibles incidencias en toda la planta. Luego se desplaza a la zona de pretratamiento del agua, donde maneja la cuchara bivalva que extrae los residuos, y recorre los canales de desarenado y desengrasado, comprobando que todo funcione correctamente y tomando lecturas periódicas. Al principio, comenta, lo más laborioso de todo para ella fueron las máquinas centrífugas y el tratamiento de fangos, procesos que al principio le resultaron complejos, pero que hoy considera gratificantes: «Todos los residuos que sacamos se reutilizan y sirven para gas y para el campo», señala.

«Soy una compañera más. Es cuestión de atreverse»

A lo largo de su carrera, Isabel nunca ha sentido que su género fuera un impedimento. En un entorno en el que trabajan más hombres, siempre se ha sentido parte del equipo: «Soy una compañera más, hacemos todos lo mismo», asegura. Para ella, lo importante es que el trabajo guste: «Es un trabajo como otro cualquiera, solamente te tiene que gustar». Sin embargo, reconoce que pocas mujeres se incorporan a las plantas, especialmente en potables, y cree que esto se debe más al desconocimiento o a la inseguridad que al género en sí: «Antes no había fontaneras o basureras o conductoras de autobuses y ahora cada vez hay más. Es cuestión de atreverse«.

También recuerda las dificultades iniciales para acostumbrarse a los olores de la planta. Sin embargo, con el tiempo se convirtieron en una herramienta más de su trabajo: «Al final te acostumbras y el olfato se hace, entras por la puerta y solo por el olor ya sabes si algo no va bien en la planta». Sobre la conciliación familiar, Isabel es directa: «No hay conciliación familiar, eso hay que tenerlo claro desde el principio porque no es compatible con los turnos».

A pesar de ello, anima a otras mujeres a interesarse por esta profesión y a superar los estereotipos: «Aquí somos compañeros todos por igual. Para mí, el tratamiento que le damos aquí al agua es algo muy bonito y enriquecedor porque algo que desechamos se reutiliza y pasa a una segunda vida, vuelve a nacer y se le da un uso provechoso. Es un trabajo que si te gusta, te quedas«, asegura.

«Me siento orgullosa de haber empezado el camino y de todo lo recorrido»

Mirando hacia atrás, Isabel se emociona al recordar su trayectoria: «Cuando pienso en todo el tiempo que llevo trabajado y miro para atrás digo 'madre mía, si era una niña cuando entré'. Es bonito ver la vida laboral y me siento orgullosa de haber empezado este camino y ser la primera mujer en España en trabajar en una depuradora».

Hoy, Isabel sigue siendo testigo de la transformación de la depuración de aguas en España. Su trabajo combina tecnología, esfuerzo físico y responsabilidad ambiental, pero sobre todo, refleja la pasión de alguien que ha dedicado toda su vida a cuidar del agua, mostrando que este oficio, aunque exigente, puede ser también profundamente gratificante.

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