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Diego Ruiz, en Las Pistas del Helmántico, durante un entrenamiento. J. M. GARCÍA

La lucha del joven Diego Ruiz, de 16 años, por un futuro en el atletismo adaptado

El salmantino, que padece una enfermedad degenerativa de la retina, tiene la mejor marca mundial de 400 metros lisos y la segunda en 100 metros lisos de la categoría sub17 en atletismo adaptado. Es campeón de España en esas categorías.

Justino Sanchón

Salamanca

Domingo, 29 de enero 2023, 10:56

Vestido con un chándal azul, con unas deportivas de competición, el pelo corto, menudo de estatura y de peso, Diego Ruiz aparece con una sonrisa y enorme vitalidad. Según se le ve, podría ser un chaval más de esos que compiten en las pistas del Helmántico o en las próximas al Puente Romano de Salamanca. Pero no aparenta ser un joven prometedor del atletismo adaptado. Es más, Diego tiene la mejor marca mundial de 400 metros lisos y la segunda en 100 metros lisos de la categoría sub17 en atletismo adaptado. Es también campeón de España en 400 y en 100 metros lisos.

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Posiblemente, si no participara en esta modalidad de atletismo, adaptado, si corriera sin la dificultad que tiene, el joven salmantino, de 16 años, y residente en Santa Marta figuraría como la gran promesa del atletismo de esta autonomía.

Diego Ruiz padece una amaurosis congénita de Leber, una enfermedad degenerativa de la retina y de cuyo nombre apenas se acuerda el chaval. Con tres meses, sus padres, Pepe y María José, se dan cuenta de que algo no va bien en los ojos del bebé. Su mirada no era normal, la vista no se fijaba. En ese momento comenzó un calvario para la familia. Un pesar que poco a poco se transformó en esperanza, gracias al aprendizaje que los llevó a saber convivir con la enfermedad.

Desde ese momento, Pepe y María José iniciaron una lucha por conseguir una mejora en la calidad de vida de Diego. Así, han logrado hace unos meses que recibiera en el Hospital 12 de Octubre, de Madrid, un 'fármaco genético' contra este tipo de enfermedad degenerativa de la retina, que es la principal causa de ceguera en la primera década de la vida.

Se trata de una terapia de remplazo completo del gen defectuoso, responsable de la amaurosis congénita de Leber- la más grave de todas las distrofias hereditarias de la retina-, que afecta a 2 ó 3 niños de entre 100.000 nacidos y que es responsable de hasta el 18 por ciento de los casos de ceguera infantil.

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Pero Diego ahora tiene en mente solo un proyecto de futuro, estar en los Mundiales de este año de atletismo adaptado y en los Juegos Paraolímpicos de 2024. Bueno, además de irse a estudiar a Madrid, con una beca para deportistas de élite, y hacer «un grado superior» que le permita «trabajar como programador o en el mundo de la administración de redes».

Con 16 años, tiene claro que su futuro tiene que estar pegado a un ordenador, porque él es, según se autodefine, «programador».

Pero su futuro es prometedor en el atletismo. Casi todos los días entrena en las pistas del Helmántico o en las próximas al Puente Romano. Calienta, hace estiramientos y prepara su movilidad y sus piernas para comenzar el entrenamiento. «Entreno sobre todo las salidas porque si no sales bien, el resultado no es tan bueno como puedes esperar», relata.

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Entrenamientos

Ahora bien, ¿entrena solo o con ayudas? «No suelo necesitar ayudas para correr, aunque en alguna ocasión he necesitado de algún compañero», agrega Diego quien, además, reconoce que «con un guía podría tener problemas, ya que es necesario una mayor compenetración». Él solo se ata los cordones de las zapatillas, él solo se prepara a salir por su calle, él solo en casi todo.

Empezó a correr cuando estaba en el colegio, en Educación Primaria, ya que participar en deportes de equipo era para él «muy complicado, no era demasiado viable». De pronto, un día, su padre que llegó a practicar atletismo -aunque sin el éxito del hijo-, le habló de ello, de empezar a entrenar, de empezar a correr. Y ahí sigue. Pero, dentro de la normalidad que quiere imprimir a su vida, Diego no veía necesario que le hicieran competir «con chavales con discapacidad», para él «no tenía sentido». Hasta que su entrenador José María le habló de formar parte del equipo de la ONCE porque de esa manera «se podría conseguir una marca interesante«. Él respondió: «ya de puestos…».

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Ahora, está en la selección española de deporte adaptado con grandes marcas, con grandes éxitos, personales y de equipo. Sin apenas competir en atletismo adaptado, sin apenas experiencia en competiciones de gran nivel, Diego logró el pasado año en Toledo el campeonato de España de 400 metros lisos.

«Es curioso. En ningún momento te lo esperas porque empiezas a correr con gente que lleva ya años compitiendo. Allí en Toledo, al ganar me pregunté ¿qué acaba de pasar?», afirma, de nuevo, con timidez.

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Al ser preguntado sobre cómo se consiguen esas marcas, cómo se logra entrar en esos niveles, Diego, el joven tímido, el chico humilde, dice: «no me llega a la cabeza, porque no hago nada fuera de lo común. Es todo muy chocante».

Ríe cuando escucha el verbo ver o cuando alguien dice una expresión del estilo de «como verás…». Y él suelta, «bueno, eso de ver…». Y vuelve a reír. Incluso remata la conversación afirmando: «para lo que hay que ver…».

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Así es Diego, un chaval de 16 años vivo, alegre, simpático, con los miedos de cualquier chico de su edad a hablar ante un periodista.

Terapia genética

Después de haber sido uno de los dos chicos que recibiera la primera terapia génica en España, dice que cree que «ve igual» -vuelve a reír-, aunque confía «en que, como mínimo no vea menos». Y es que siempre ha tenido claro que no es un chaval raro, diferente. «Jugaba a fútbol con mis amigos, que siempre hemos sido un buen grupo. Nos defendíamos bien entre nosotros, lo que hacía que no me sintiera apartado en ningún momento», afirma.

Diego también momentos para el reproche, infantil, hacia sus padres cuando afirma que «a veces agobian un poco», sobre todo cuando le preguntan, después de haber estado en el Hospital 12 de Octubre, si ve mejor. «Solo les digo que me dejen de preguntar algo que no sé responder. Muchas veces insisten en la pregunta si veo algo o no lo veo».

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Se siente «bastante independiente», incluso cuando vivía en su casa su hermana Lola, de la que siempre se ha sentido apoyado. Nunca recibió apoyo psicológico, porque tiene claro, con 16 años, que «esto es así, siempre fue así y va a seguir siendo así, salvo que se invente algo». Tan independiente como verlo en fiestas de jóvenes ante una mesa de mezclas, porque le gusta también la música, «sobre todo el tecno y le rap».

Y tan independiente como para ponerse delante de un ordenador, «sin adaptadores y con una pantalla con altos contrastes», y descubrir, hace tres años, el mundo que hay en el denominado 'Internet oscuro', donde pudo descubrir páginas con venta de drogas, de armas o de móviles robados.

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Porque Diego es «programador».

Diego no lleva bastón, porque quiere seguir siendo independiente. Y quiere seguir luchando por su vida, por la que le ha tocado, sin dolor, y con la esperanza de tener futuro en el atletismo. Y en la programación.

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