«Trabajar con Armani era tan difícil como fantástico»
Miles de personas hacen cola durante horas para dar un último saludo al rey de la moda italiana en su capilla ardiente en Milán
Desde las 7 de la mañana, dos horas antes de la apertura, se han formado largas colas para acceder a la capilla ardiente de Giorgio Armani en Milán, fallecido el pasado jueves a los 91 años de edad. El féretro, de madera clara, está colocado en el centro de la gran sala del teatro Armani, rodeado de farolillos y acompañado de una foto del diseñador y de la cita con la que quería que se le recordara, en la que afirma que esperaba haber dejado un legado por medio del «compromiso, el respeto y la atención hacia las personas y la realidad», pues es ahí donde «todo comienza». Entre los primeros en dar un último saludo al considerado como rey de la moda italiana ha estado el alcalde de Milán, Beppe Sala, quien ha propuesto a los familiares que sus restos mortales sean trasladados al Famedio, el panteón de los milaneses ilustres. La capilla ardiente, por la que también han pasado la estilista Donatella Versace, histórica rival de Armani, y John Elkann, presidente del coloso automovilístico Stellantis, permanecerá abierta hasta las 18:00 horas de este sábado y el domingo con el mismo horario, mientras que el funeral se celebrará de manera privada el lunes, una jornada que ha sido declarada de luto ciudadano en la capital lombarda.
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En la calle Ambrogio Bergognone de Milán, donde tiene su cuartel general el grupo Armani, que facturó el año pasado 2.300 millones de euros, los agentes de policía local y los trajeados encargados de seguridad de la empresa se reparten las tareas para ir dividiendo en dos columnas a las miles de personas que acuden a dar su último saludo al diseñador. Por un lado entran las celebridades, autoridades y empleados, con los que el 'Señor Armani', como le llamaban, siempre se mostró tan atento como exigente, y por el otro sus admiradores anónimos, que deben armarse de una buena dosis de paciencia. En la sala los reciben Leo Dell'Orco, su pareja y mano derecha empresarial, y su sobrino, Andrea Camerana. Ellos dos junto a la otra sobrina Silvana Armani son los principales beneficiarios de la millonaria herencia que deja el estilista, valorada en 12.000 millones de euros, y a quienes les tocará ahora llevar las riendas de la empresa.
«Trabajar con Armani era tan difícil como fantástico», asegura Robert Pellini, antiguo ejecutivo del coloso de la moda que quiso dar un último saludo al diseñador en la capilla ardiente. «Trabajé durante años con él y cada día había una novedad, una manera diversa de ver las cosas. Era muy exigente y preciso, a veces testarudo, pero brillante y genial. Siempre fue un placer trabajar con él». Para este exdirigente, que seguía los proyectos de la empresa por el mundo, Armani tenía la capacidad de entender al «hombre del pueblo y a la gente» para «saber tocar a las personas» e interpretar esas emociones en sus creaciones. «Ha sido una persona excepcional en el mundo de la moda y también como empresario y como persona», afirma Pellini. También trabajó con el 'Señor Armani' Sonia, que lo recuerda como alguien «amable y riguroso», pues «exigía mucho esfuerzo porque él también daba mucho». De la aportación del diseñador a la moda, un mundo que rebasó para llegar también al cine, el deporte o el arte, esta antigua empleada destaca su «rigor, esencialidad, sencillez y constancia», unos valores que «nos exigía y transmitía a todos».
Entre la legión de admiradores de Armani que han mostrado sus condolencias tras conocerse su muerte está la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Tras calificarlo el jueves como «símbolo de la Italia mejor», la jefa del Ejecutivo confesó en una carta publicada este sábado por el diario 'Corriere della Sera' que es cliente habitual del diseñador. «Sus creaciones han acompañado algunos de los momentos más significativos de mi vida», dijo, citando entre ellos la solemne ceremonia en la que juró su cargo como primera ministra hace ya casi tres años y en la que vistió un elegante traje de chaqueta de Armani. «Es una elección que volvería a hacer porque en ese traje había muchos mensajes: defensa del 'Made in Italy', innovación, calidad, orgullo por la propia identidad y autoridad», afirmó Meloni.
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