El convento oculto en Salamanca que va a ser reconocido como referente de la arquitectura moderna
El convento de El Rollo, con el que Antonio Fernández Alba ganó el premio nacional de arquitectura, recibe la placa de la Fundación DocomomoIbérico en el Día Mundial como un edificio paradigmático
Un antiguo convento que es una de las grandes obras de la arquitectura moderna en Salamanca va a ser el reconocido este año en el Día Mundial de la especialidad con la placa de la Fundación Docomomo Ibérico reservadas a edificios paradigmáticos de la arquitectura moderna incluidos en en registros y planes.
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Tras el éxito de las anteriores ediciones, esta iniciativa se realiza por treceavo año consecutivo y, en el caso del Colegio Oficial de Arquitectos de León y su delegación en Salamanca, se ha elegido el conocido como convento de El Rollo entre las 30 que se instalarán en toda España.
No es la única construcción que ha sido distinguida como paradigma de la arquitectura moderna en Salamanca, que cuenta con un amplio catálogo de edificios destacados, entre ellos, el sanatorio tuberculoso de Los Montalvos o el Colegio Hernán Cortés, también de Fernández Alba.
El convento de El Rollo, también conocido como de las Madres Franciscas Descalzas, de las Clarisas o Monasterio Purísima Concepción, es obra de una de las grandes figuras salmantinas de la arquitectura moderna, Antonio Fernández Alba, fallecido en mayo de 2024. Construido entre 1958 y 1962, integra el listado de los mejores ejemplos de la arquitectura contemporánea de Salamanca.
Reconocido con el Premio Castilla y León de las Artes de 1988, Fernández de Alba restauró la Plaza Mayor de Salamanca y, entre otras obras de prestigio, convirtió el antiguo Hospital San Carlos en el museo Reina Sofía, el Observatorio Astronómico Nacional, la Casa de Cultura de Vitoria, el Tanatorio de la M-30 de Madrid, el Edificio Politécnico del Campus Universitario de Ciudad Real y el Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC, en Madrid.
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Esta es una de las obras más desconocidas de su legado, aunque por el proyecto de restauración del convento recibió el Premio Nacional de Arquitectura en 1963. El proyecto tiene poco que ver con lo que se espera de un edificio conventual, representa una etapa del autor y se encuentra bastante oculto a los ojos de los viandantes. Ese vecino de otra rareza de la arquitectura como es la fábrica de Plásticos Durex que está a menos de 300 metros.
El edificio principal está formado por una secuencia de celdas autónomas, unidas a través de un recorrido en anillos. Las habitaciones, todas ellas con la misma orientación, se disponen en bandas paralelas de forma escalonada, para introducir iluminación en todas ellas.
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Si bien se emplean los materiales tradicionales en la zona de Salamanca, éstos tienen un uso diferente del habitual. La piedra arenisca cubre grandes paños continuos sin ornamento alguno. En cuanto al cuerpo de dormitorios, se opta por la seriación de huecos pequeños, más propios de la arquitectura tradicional que de la modernidad.
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