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Bienvenido, barrendero en Salamanca J. M. García
Salamanca no contada

La historia de un barrendero de Salamanca con 30 años de oficio que revela lo que esconde la escoba

Bienve, barrendero veterano en la ciudad, ofrece una mirada cercana a esta silenciosa profesión que combina limpieza y esfuerzo y nos cuenta su rutina

Jueves, 9 de octubre 2025, 12:20

Treinta años barriendo dan para mucho. Tres décadas manteniendo limpia la ciudad. Cada mañana, cepillo y carro en mano, Bienve se levanta a las seis de la mañana para que, cuando la ciudad despierte, las calles estén limpias.

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«Limpiar mi ciudad es un orgullo, cuando me voy a casa me siento satisfecho y realizado»

Su historia comenzó casi de forma natural. Tras jubilarse su padre, tomó el relevo y pasó a formar parte de la empresa municipal de limpieza. «Al principio iba día a día, pero al final acabas haciéndote al oficio», recuerda. Su jornada arranca desde bien temprano, a las seis, y finaliza a la una del mediodía.

Distribución y organización

Los barrenderos cuentan con locales repartidos por distintas zonas de la ciudad para guardar cubos, cepillos y demás utensilios. Actualmente son 12 trabajadores y cada uno tiene asignada una ruta. A Bienve le corresponde recorrer parte de la avenida María Auxiliadora, Federico Anaya y Los Ovalle.

«La calle Varillas es la más complicada de limpiar»

«He pasado por casi todas las zonas de la ciudad, pero sin duda la más complicada de limpiar es la calle Varillas en fin de semana y el entorno de ocio nocturno, por toda la suciedad que se acumula», reconoce. Tampoco olvida los retos de la plaza Mayor tras los grandes eventos que acoge como la Nochevieja Universitaria o los conciertos de las fiestas: «Da para hacer un libro».

En su memoria quedan objetos curiosos que se ha encontrado mientras barría: desde billetes perdidos hasta juguetes eróticos, pasando incluso por un cabezal de escoba. Pero el verdadero desafío, afirma, no está en las anécdotas, sino en «intentar mantener la ciudad lo más limpia posible, primero para los salmantinos y también para los visitantes que recibe cada día».

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No siempre es fácil. Aunque en su zona actual la mayoría de vecinos son responsables, hay hábitos difíciles de erradicar. Las heces de perro y las colillas siguen siendo el pan de cada día. «Todavía falta bastante conciencia por parte del ciudadano sobre la limpieza de las calles y no tirar bausra», lamenta. Lo más frecuente, además de esos restos, son plásticos, latas, envases y cartones.

Evolución y futuro

El trato de los ciudadanos hacia los barrenderos, asegura, ha cambiado mucho en estos 30 años. «Hoy en día cada vez es menos un trabajo invisible, la gente se muestra más agradecida», apunta. Incluso no es raro que alguien le pregunte de información sobre direcciones o lugares.

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La evolución también se nota en la maquinaria y los medios. «antes había una sola barredora para varias zonas; ahora tenemos más y son más modernas. Además, se han implantado nuevos contenedores, como los destinados a orgánico, que han supuesto una mejora», explica. Eso sí, hay algo que las máquinas nunca podrán reemplazar, asegura: la mano humana. «Un robot no lo va a hacer como el ser humano, las máquinas siempre pueden dar fallo».

Mirando hacia adelante, Bienve no imagina una revolución tecnológica, sino mejoras progresivas en el servicio y en la conciencia ciudadana. Mientras tanto, seguirá cumpliendo con una labor que, auqneu discreta, resulta vital: «Ninguna zona se podría dejar sin limpiar un día porque se notaría enseguida».

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Treinta años después de aquel relevo familiar, Bienve se reconoce orgulloso de un oficio que, poco a poco, ha dejado de ser tan invisible. Un trabajo silencioso que cada mañana construye la primera imagen que ofrece Salamanca a sus vecinos y visitantes.

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