Hacer hoy la compra en Salamanca ya cuesta un 4% más que en 2024
Frutas, carne, huevos o pan son algunos de los productos que más se han encarecido en el último año, y llenar la nevera empieza a sentirse como un pequeño lujo para muchos
En una época donde los precios suben poco a poco, pero sin parar, cada compra en el supermercado se nota más en el bolsillo. Antes, llenar la nevera podía ser rápido y sin preocuparse demasiado, pero ahora no es para nada así. ¿Cuánto cuesta realmente lo que se lleva a casa? Algunos productos básicos como la leche, el pan o los huevos siguen subiendo semana tras semana, y aunque parezca poco, al final hay una gran diferencia. Así, muchos salmantinos tienen que pensar bien qué comprar y qué dejar en la estantería: ajustan menús, buscan ofertas y terminan optando por las marcas más baratas.
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Según el INE, la cesta de la compra en Salamanca cuesta ya un 4,1% más que en 2024. Pero esto no es solo un número porque los huevos han subido un 24% en los últimos tres años, la carne de vacuno ronda un 15% más y las frutas frescas casi un 14%, según FACUA. Cada pequeño aumento de precio se nota cuando se llena la nevera. Pero, ¿cómo se puede ajustar el presupuesto sin dejar nada importante fuera? Muchos compran menos cantidad, aprovechan las ofertas y revisan cada etiqueta antes de decidirse.
Además, los sueldos no suben al mismo ritmo. El salario medio en Salamanca está alrededor de los 20.138 euros anuales, según el INE, uno de los más bajos de Castilla y León. Y, para muchos, el alquiler se lleva hasta un 37% del salario. De esta manera, con tan poco margen, hacer la compra semanal o mensual se convierte en un desafío porque ya no solo se trata solo de decidir entre las marcas, sino también de equilibrar todos los demás gastos como la luz, el gas o el transporte. Y cada euro cuenta.
El coste de cocinar y conservar los alimentos también sube. La electricidad, el gas y los combustibles han subido en los últimos meses, lo que hace que cocinar, calentar o mantener la nevera encendida pese más en la factura. Por eso, muchas familias compran menos fresco, apuestan por productos duraderos y buscan ofertas cada semana. ¿Se nota al final? Sí. No se gasta más en cantidad, pero sí en lo que cuesta comprar lo mismo que hace unos años.
La compra ya no es como antes
Durante esta última época, la forma de comprar ha cambiado significativamente. Antes, muchos podían llenar el carro una vez a la semana y olvidarse hasta la siguiente visita al supermercado, pero hoy en día eso ya no pasa. Cada compra se piensa, se revisa la lista y se decide con cuidado qué llevar y qué dejar en la estantería. E incluso muchos van varias veces al supermercado y se van llevando productos poco a poco. Aun así, a la larga, comprar así puede salir más caro porque se pierde la ventaja de aprovechar grandes descuentos o de comprar al por mayor, y al final se gasta más por lo mismo.
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En Salamanca, se ha notado que la gente ha reducido el tamaño de su cesta habitual. Las compras pequeñas se repiten varias veces por semana, y eso exige más tiempo, más organización y más esfuerzo mental. Planificar cada visita al supermercado se ha vuelto casi obligatorio, y llenar la nevera, algo que antes era rutinario, ahora es como un puzzle: hay que pensar en el dinero, en los productos que se necesitan y en cómo estirar el presupuesto lo máximo posible.
Al final, reducir la cesta y comprar varias veces por semana no solo significa más trabajo en el supermercado, sino que también cambia la manera en la que se organiza la casa y la comida. Hay que pensar qué se va a cocinar cada día, cómo se van a conservar los alimentos para que no se estropeen y qué hay que comprar primero para que alcance hasta la siguiente visita. Y todo esto convierte algo que antes era simple en una tarea que requiere una planificación constante. Los salmantinos se adaptan como pueden, pero la sensación de que llenar la nevera es cada vez más complicado está presente en casi todos los hogares.
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Cómo estirar cada euro en la compra
Con los precios subiendo, muchos salmantinos han aprendido a aprovechar cada euro. Una de las formas más fáciles es comparar precios: mirar entre marcas, revisar etiquetas y decidir qué producto sale más barato. No siempre la marca más conocida es la mejor opción, y a veces las ofertas grandes no son tan convenientes como parecen. Además, mirar varias tiendas o supermercados diferentes permite encontrar unas diferencias que a simple vista pasan desapercibidas y que, a final del mes, hacen que el gasto sea menor.
Otro truco útil es aprovechar las ofertas y las promociones que realmente valgan la pena. Comprar dos productos por un precio rebajado solo vale la pena si se van a usar, de lo contrario se desperdicia dinero y comida. También sirve comprar al por mayor cuando es posible almacenar bien los alimentos: el arroz, las legumbres, la pasta o el aceite pueden durar meses y salen más baratos que en paquetes pequeños. E incluso algunos organizan pequeñas compras colectivas con amigos o familiares para aprovechar descuentos grandes sin gastar de más.
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Cambiar los hábitos de compra también ayuda mucho. Planificar unos menús semanales evita comprar de más o improvisar productos caros, igual que hacer listas y ceñirse a ellas porque se evitan las compras impulsivas. Asimismo, como otro de los objetivos es ser consciente del tiempo, hay que revisar si realmente comprar varias veces es cómodo y sirve de algo, o al contrario implica más desplazamientos y más esfuerzo, algo que hay que tener en cuenta junto al ahorro.
Por último, ser flexible con la alimentación puede hacer que se ahorre bastante dinero. Comprar frutas y verduras de temporada, elegir proteínas más económicas como los huevos o las legumbres, y alternar productos frescos y congelados ayuda a reducir el gasto sin renunciar a una dieta variada. Además, lo ideal también es revisar qué alimentos hay en casa antes de salir a comprar para no repetir y desperdiciar comida. Con estas estrategias, llenar la nevera cuesta algo menos, aunque todavía exija tiempo, planificación y un poco de paciencia.
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