El Lunes de Aguas, una tradición basada en la lujuria y el desenfreno

Nos remontamos a 1543, el año en el que se celebraba el compromiso de Felipe II con María Manuela de Portugal y cuando Salamanca únicamente contaba con 8.000 estudiantes que solían frecuentar ciertos ambientes de tabernas y burdeles, algo que dejó muy sorprendido a un Felipe II que era un gran devoto del catolicismo. Tanto es así, que el tema que más le procupó durante su reinado fue defender la fe católica.

Ante tal espectáculo de lujuria y desenfreno que se estaba desencadenando en la ciudad, decide promulgar un edicto que ordena la privación de todo tipo de carne durante la Cuaresma y la Pasión con el objetivo de evitar determinadas conductas que lleven al pueblo a cometer pecados carnales. De esta manera, las meretrices se ven obligadas a exiliarse de manera temporal recogiéndose en algún lugar de los arrabales o Tejares, y a abandonar la ciudad en barca acompañadas del ya conocido como 'Padre Putas'.

Pasada la Semana Santa y durante el lunes siguiente al Lunes de Pascua, se daba por terminado su exilio temporal de aproximadamente un mes y medio, y los estudiantes las recibían al otro lado del río con una espléndida fiesta con comida, vino y música que desencadenaba en descontrol, éxtasis etílico y carnalidad. Es entonces cuando los instintos más bajos dejaban de reprimirse.

Con el paso de los años, en torno a los siglos XVII y XVIII, esta celebración acabó por prohibirse. Sin embargo, los salmantinos decidieron conservar la fecha del Lunes de Aguas como recordatorio de aquello y se adquirió la costumbre de celebrar la tradición en el campo con un hornazo.

Tanto es así, que desde el año 2020 el Lunes de Aguas está considerado como una Fiesta de Interés Turístico en Castila y León, por lo que ya se incluye en las campañas de promoción turística que se llevan a cabo desde el Ayuntamiento y la Consejería de Cultura y Turismo.

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