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Estado actual del monumento al piragüista en el paseo fluvial. SH

El piragüista salmantino que fue leyenda y su destartalado monumento

El monolito dedicado a Heracilio Carreño ha perdido elementos y está muy deteriorado: la historia del personaje bien merece un mayor cuidado

Félix Oliva

Salamanca

Domingo, 19 de febrero 2023, 10:30

En un rincón del paseo fluvial, casi bajo el puente Felipe VI, sobrevive a duras penas el monumento al piragüista, un monolito dedicado a un salmantino que fue deportista destacado y que murió ahogado en el Tormes. El sencillo altar cumple la función con la que fue levantado, recordar uno de esos sucesos que se pierden en el olvido con el paso de los años, pero es presa del deterioro sin que nada parezca remediarlo.

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El monolito está dedicado al piragüista Heraclio Carreño y fue inaugurado el 10 de junio de 1973. Aquel día se estrenó la tradición de la regata de San Juan de Sahagún que es un evento fijo en las fiestas del patrón de verano. El monumento se levantó por suscripción popular y fue obra de Sánchez Cruz. Consiste en un sencillo totem de granito que ha ido perdiendo su lustre a lo largo de los años, aunque en ocasiones recibe mantenimiento.

El poema dedicado al piragüista está casi borrado. SH

Originalmente contaba con un relieve de bronce de un piragüista con los remos en alto en señal de triunfo. Está coronado con tres aros olímpicos en lugar de los cinco habituales y se completa con el grabado de un poema de Ricardo Rasueros en honor de Heraclio Carreño.

En la actualidad, ha desaparecido el relieve de bronce y no conserva más que los característicos tres aros olímpicos. El grabado se encuentra en muy mal estado, con partes totalmente borradas o muy deterioradas, imposibles de leer sobre la piedra. Su estado general deja mucho que desear y su historia merece algo más.

La historia detrás del monolito

El piragüista Heraclio Carreño murió mientras entrenaba en el río Tormes el día 6 de junio de 1971. La revista 'Aguas vivas', boletín de la federación de piragüismo, explica en uno de sus números de 1988 lo ocurrido. «Domingo, 6 de junio. Son las 10 de la mañana y pese a la lluvia, decidimos no cancelar nuestra excursión; se trata de una de esas escasas fechas que en temporada tienes sin competición, y deseábamos ir hasta Ledesma; unos cuarenta kilómetros río abajo. Lo haríamos dos K-2, una tripulada por Carmelo Gómez y Heraclio Carreño y la otra por José Luis Goyonechea junto a un servidor», explica Vicente Rasueros en un artículo.

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«A los cinco kilómetros aproximadamente y a la altura de Tejares nos encontramos con la segunda dificultad, una presa de unos tres metros de altura, nos deslizamos por ella y mi pala se parte por el centro de la pértiga; como iba de marca se la cambio a mi compañero que a partir de ahora tendrá que ir paleando por un solo lado como si de una canoa se tratase. Un kilómetro más abajo decidimos no hablarnos pues nos acercamos a la zona del polvorín y si se dan cuenta de nuestra presencia lo más seguro es que no nos dejen continuar: Carmelo y Heraclio se lanzarán esta vez los primeros por la presa de El Marín y nosotros lo haremos a continuación», sigue contando.

«Carmelo pudo salir no sabe cómo, arrastrado por la corriente. El cuerpo de Heraclio tardó nueve días en aparecer»

«Yo espero a mis predecesores, no obstante, para que me indiquen si por allí hay algún obstáculo, pero... no se ve salir la embarcación río abajo; nos apeamos rápidamente en la orilla, descendemos la presa por tierra y cuál es nuestro asombro -pues no hemos apartado ni un solo instante los ojos de aquel lugar- cuando no vemos absolutamente nada más que agua y agua, ni la K-2, ni a sus tripulantes; Carmelo pudo salir no sabe cómo, arrastrado por la corriente. Hacia dos días, Ana Coro le había regalado en la pedida un reloj; cómo estaría para al soltársele la cadena de seguridad, dar un golpe de muñeca para que saliera totalmente de su mano», termina. El cuerpo de Heraclio tardó nueve días en aparecer«, termina.

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Su tragedia instauró una fecha importante para los piragüistas de la ciudad e inspiró un monolito que aguanta destartalado el paso del tiempo en las orillas del Tormes.

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