El regreso de un mítico bar de Salamanca en una casona del siglo XVIII

Hace apenas cuatro meses, el Clavel 8 volvió a encender sus luces. Ubicado en una casona de mediados del siglo XVIII, este local en la calle que lleva su nombre conserva el encanto de sus muros antiguos pero con una nueva energía. La magia de dos socios que buscan devolver a la hostelería de Salamanca un histórico. Eduardo Blanco, uno de los socios, asumió el reto movido por algo más que un proyecto empresarial. «Le cogí mucho cariño a este sitio en una época de mi vida. Conocí a mucha gente que lo disfrutó y queríamos recuperar un local mítico de Salamanca», explica.

El Clavel 8 ha pasado por distintas generaciones y formatos, pero siempre ha tenido un lugar en la memoria de la ciudad. Ahora, el objetivo es claro: «Volver a hacer un mítico de un mítico», dice Eduardo. Y lo cierto es que, desde la reapertura, los antiguos clientes han regresado con una sonrisa, reconociendo rincones y detalles que les transportan a otras épocas, como la mítica ovejita o marcas en las paredes que guardan historias compartidas.

A ellos se suma un público nuevo, atraído por el aire renovado y la propuesta más actual que harán de este bar su mítico bar. «Generar el mismo cariño que se generó por el local hace años», resume. Esa es la motivación con la que se lanzaron a la piscina para dejar su trabajo como cocteleros en otro local de Salamanca y tomar las riendas de este. Precisamente, esa experiencia en coctelería les ha servido para tener una base en sus inicios de la mano de Clavel 8 sin perder ese espíritu desenfadado.

La carta de coctelería, con unas 25 propuestas, combina creatividad y técnica. «Hemos querido aportar toda la calidad y el buen saber hacer, pero sin alejarnos de la diversión», apunta. Tan solo cuatro meses han bastado para que ya haya un cóctel estrella y, como no podía ser de otra manera, recibe el nombre de Clavel 8. «Es una combincación de dulzor, acidez y frescura con una presentación bonita que gusta a muchísima gente», explica Eduardo.

Para exprimir al máximo las oportunidades del local, han tratado de separar espacio con ambientes distintos. La planta baja acoge la barra y «es más dinámica» mientras que la zona de arriba tiene sofás «donde se puede estar más tranquilo y disfrutar de una copa». Aún hay más. «El piso superior, un espacio de unos 60 metros cuadrados se abre los fines de semana cuando hay más jaleos y para eventos privados», añade Eduardo.

Ahora, el Clavel 8 busca consolidarse como un punto de encuentro donde la historia y la modernidad conviven. La casa del siglo XVIII que lo alberga sigue siendo testigo de conversaciones, risas y brindis, pero con una nueva etapa por escribir. «El propietario es la gente, y al final, son ellos los que mandan aquí», resume Eduardo, dejando claro que la esencia del lugar sigue siendo la misma: pertenecer a quienes lo viven.

En esta ocasión, la anécdota del bar la vive Eduardo en primera persona. Recuerda con especial cariño un cumpleaños celebrado en el 'Clavel 8' hace tres años, cuando aún no imaginaba que estaría del otro lado de la barra. «En ese momento no podía imaginar que fuéramos a tener el bar», confiesa. Hace apenas un mes el móvil le recordaba aquel cumpleaños cuando soplaba las velas en el local ya como propietario. Ahora, a seguir cumpliendo años, él y este mítico bar.

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