SOCYL: una década tendiendo puentes entre la Sociología y la gente de la calle en Salamanca
En una década marcada por importantes cambios sociales, la Asociación Profesional de Sociología de Castilla y León ha logrado, a través de encuentros dinámicos y colaboraciones cercanas, tejer una sólida comunidad que acerca el análisis de la realidad a la vida cotidiana de Salamanca y más allá
La Salamanca de 2015 vivía un momento de «efervescencia» social notable. Los movimientos asociativo y político estaban en plena ebullición, creando el «espejismo» de un Ayuntamiento más plural, con una distribución de concejales que abría paso a nuevos partidos.
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En mayo de ese año, dentro de ese inspirador contexto social, nació la Asociación Profesional de Sociología de Castilla y León (SOCYL). Esta iniciativa, la primera de este tipo, surgió de un pequeño grupo de sociólogos, unas cuatro o cinco personas de distintas generaciones, que sentían la necesidad de crear un espacio más flexible que las rígidas estructuras de los colegios profesionales. Su principal objetivo era claro: acercar la sociología a la gente de la calle y ocuparse de diversas necesidades del colectivo con un aire nuevo, como recuerda Israel Gómez, uno de sus socios fundadores.
Entendían que una disciplina que estudia los problemas de los ciudadanos no podía estar alejada de ellos. No en vano es la ciencia que puede ayudar a entenderlos y a sobrellevarlos mejor. Y enseguida se abrieron las puertas a que otras personas, no solo profesionales de la Sociología, pudieran asociarse.
Jueves Sociológicos: la esencia del encuentro
Una de las actividades estrella de SOCYL son los Jueves Sociológicos, charlas y presentaciones fuera del ámbito académico que han tenido lugar en cafeterías, asociaciones o librerías entre otros espacios. A lo largo de estos diez años han organizado más de 130 actividades de este tipo en Salamanca y otras ciudades de Castilla y León, alcanzando a una audiencia de más de 6.000 personas de todo tipo. En estas sesiones han abordado temas de actualidad o no, de la mano de escritores, músicos, artistas, periodistas, historiadores y un largo etcétera.
Pero además esta década ha dado para llevar a cabo colaboraciones con otros colectivos como la plataforma Stop Desahucios de Salamanca, asociaciones de mujeres, y en los barrios, con asociaciones de vecinos.
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Natalia Arcajo, miembro de la directiva de SOCYL, destaca también que la asociación es muy útil sobre todo para ayudar a los jóvenes sociólogos que, como fue su caso, al terminar la carrera, se sienten perdidos para iniciar su andadura profesional. Tanto para ellos como para quienes intentan retomar la carrera y se asocian, les guían y les ofrecen formación a precios bajos.
Considera que uno de los aspectos más reseñables de este colectivo es que es un espacio de encuentro en el que sociólogos de distintas generaciones comparten vivencias y experiencias y gracias a ello se ha generado una comunidad más allá de lo profesional y a la que se ha incorporado mucha gente de Salamanca.
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¿Y cómo se consigue crear comunidad en tiempos en los que buena parte del tejido asociativo lamenta la falta de participación y de relevo? Natalia explica con la complicidad de Israel y Miriam Muñoz, también miembro de este colectivo, que el secreto es ofrecer una alternativa flexible, un espacio de debate y reflexión alternativo abierto, que anima a tener una rutina los jueves. Además de asistir a las charlas sobre temas variados, las personas participantes pueden compartir después unas empanadas y refrescos y seguir conociéndose e intercambiar opiniones e inquietudes. Un detalle que no ofrecen otras alternativas culturales. El tiempo posterior facilita la confianza y el interés.
La riqueza de la interdisciplinareidad
Es importante también el hecho de que los temas abordados sean aleatorios. De pronto una sesión se puede centrar en un libro de jazz y revolución y otra sobre uno que habla de los pijos, o una charla sobre economía. Eso hace que de pronto asistan personas con perfiles muy diferentes, desde alumnos de Bellas Artes a personas que nunca imaginaron que asistirían. Esa interdisciplinariedad se convierte en riqueza ya que, además, se pide a los ponentes que no sean académicos en sus presentaciones y se adapten a una audiencia de todo tipo.
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Muchos se sorprenden, por ejemplo, al ver la gran afluencia de mujeres y chicas jóvenes respecto a las charlas que dan en otros foros. La edad media de los asistentes baja y hay preguntas. Logos importantes.
SOCYL celebró hace pocas fechas su décimo aniversario consciente de estos logros. Lo hizo con una fiesta muy participativa en el Barrio del Oeste. Si en este tiempo han conseguido estos avances, ¿cómo esperan verse dentro de otros diez años? El sueño es seguir creciendo poco a poco y que su impacto y ejemplo sea útil a otras entidades en su camino.
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Una mirada al futuro y los retos de la sociedad actual
En cuanto a la evolución social de la ciudad SOCYL ha notado muchos cambios en esta década. Si nacieron en un momento efervescente, también han sido testigos de cómo después se produjo un desencanto y tras la pandemia la ciudad a nivel social y cultural bajó notablemente el ritmo. Ha costado empezar desde abajo a pesar de que hubo algunos colectivos y personas que no pararon.
A pesar de ello hay proyectos sociales y culturales que están moviendo la ciudad y generando una cultura crítica de la realidad y con ganas de hacer cosas. Y a nivel económico y laboral también se ha producido un cambio relativo por el cambio del modelo económico a algo más basado en parques y proyectos de desarrollo que pueden atraer a más gente joven que hace diez años. No obstante, el precio de los alquileres, apuntan, puede suponer un problema para este cambio.
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El incremento de los discursos negacionistas y la polarización son preocupantes, pero SOCYL intenta «que la gente vea que no existen soluciones fáciles para los problemas complejos. En esta línea lamenta que las redes hacen que se generen burbujas que se retroalimentan y que facilitan el avance del machismo y las ideas de ultraderecha.
Es importante tomar conciencia de ello y buscar soluciones. «Creemos que tenemos que hablar, a veces es una trampa encerrarnos en la burbuja en la que nos sentimos cómodos. Al final todos somos vecinas y vecinos y tenemos que dialogar, escuchar las cosas con las que no estamos de acuerdo y aprender a convivir».
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En contra del pesimismo
Si cada uno se queda en su realidad y su chivo expiatorio estaremos dando palos de ciego y sin avanzar. Una rama de la Sociología, explican, es la Sociología de la catástrofe y trata de cómo nos comportamos en tiempo de máximo desastre. Aunque pensemos que es como en las películas distópicas americanas en las que todos sacan las armas, la realidad demuestra que lo que hacemos es cooperar, ayudarnos y autoorganizarse para superar el momento.
Ahora que vivimos en un contexto con una crisis climática y energética, conflictos bélicos y guerras comerciales, es el momento de no dejarnos vencer por un pesimismo natural. «Eso es más fácil que pensar alternativas, pero toda la vida de la humanidad ha sido así: hay que mantener la esperanza de alguna forma».
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Por eso en estos momentos lo importante no es tener un kit con agua o pilas, «Lo importante es saber cómo se llama tu vecino de enfrente».
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