Cuando un vecino de Salamanca evitó que Carmelitas fuera autovía y soñó un Barrio del Oeste verde
Aunque no todas las luchas de Lorenzo Amigo, primer presidente de la asociación vecinal ZOES, terminaron con éxito, su oposición al proyecto que pretendía sacrificar el espacio ajardinado para comunicar la ciudad con la N-620 de forma directa fue determinante en el diseño actual de la ciudad
El Barrio del Oeste no es verde, pero el deseo de algunos de los vecinos desde hace medio siglo, así como de la asociación vecinal ZOES desde que nació, era que fuera un lugar más habitable, con árboles, jardines y zonas deportivas. Los sueños no siempre se cumplen, aunque gracias a personas soñadoras y reivindicativas, a veces se consiguen logros importantes.
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Lorenzo Amigo tiene 95 años y fue el primer presidente de ZOES. Recuerda que al principio de la democracia había un proyecto que le pareció que podía arrancarle al barrio uno de los valiosos espacios ajardinados que estaba justo en su límite con el centro de la ciudad: el histórico paseo de Carmelitas.
Aunque nació en la calle Azafranal, Lorenzo ha vivido toda la vida en el Barrio del Oeste, al que se mudó siendo muy niño. Desde casa de sus padres, con 5 años, veía pasar el tren por lo que hoy es la avenida de Portugal, lo demás eran eras. Pero cuando hicieron los edificios de los números pares de Fray Luis de Granada perdió las vistas, relata.
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Años de crecimiento urbano y desarrollismo
En el desarrollismo de los 60-70, con el barrio Oeste creciendo, se proyectó que la avenida de Alemania (nombre que recibió el paseo de Carmelitas durante unos años) se convirtiera en prácticamente una autovía de cuatro carriles para canalizar el tráfico. «Casi como una circunvalación», señala.
Salamanca crecía hacia el oeste y el sur (Barrio del Oeste, Carmelitas, Vidal, Prosperidad…), y se quería conectar la ciudad con la N-620 (la carretera nacional hacia Portugal y Cáceres) de forma más directa. Aunque eso supusiera sacrificar una zona ajardinada y de convivencia vecinal. En aquellos años lo habitual era ceder espacio al tráfico, por eso la defensa del vecindario resultó tan decisiva.
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Los jardines de Carmelitas eran los únicos del barrio en aquellos años. Tanto Lorenzo como los jóvenes vecinos que se le unieron en ZOES deseaban que el barrio contase con más parques, jardines y espacios deportivos que lo hicieran más habitable, ya que tenía una gran densidad de edificios. No podían permitir esa intervención, que además iba a alejarles de alguna forma del centro.
Para conseguir frenar estos planes, Lorenzo tuvo que reunirse con el recién nombrado alcalde de la ciudad, Jesús Málaga, con quien habló de lo que deseaban los vecinos y lo que consideraba que se podía hacer. La remodelación para que el espacio quedase como hoy lo conocemos se hizo en ese periodo.
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Lo que había antes del proyecto no era un bulevar como tal: sí existía el paseo y algún arbolado, pero no con la configuración urbana actual de zonas verdes, bancos y jardines. Hoy miles de personas atraviesan a diario este paseo, convertido en lugar de encuentro, de descanso bajo los árboles o de paso para conectar el centro y el barrio.
Otros espacios en los que querían jardines
En aquellos años, en los que también tuvo que moverse para que el agua llegase a los pisos altos de los nuevos edificios y que las calles tuvieran pavimento, ZOES puso sus ojos en distintos espacios que consideraba que podían mejorar la calidad de vida del barrio.
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«Cuando yo era presidente de la asociación, al principio de la democracia, al Ayuntamiento le pedimos el solar del edificio que había en Fray Luis de Granada que se conocía como las casas de los mutilados. Ya se sabía que estaba previsto el derribo y queríamos que allí se levantara un espacio deportivo con vallas para proteger la calle, como los que salían en las películas norteamericanas. En el solar cabían dos pistas de baloncesto y jardines», recuerda. Mantuvo varias entrevistas con el Ayuntamiento para intentar conseguirlo, pero desecharon la idea.
Otro de los espacios que solicitaban era el Victoria Adrados (una reivindicación que se ha mantenido hasta hace pocos años, cuando se construyó el actual centro municipal integrado). Lorenzo ansiaba ganar todo ese espacio para tener un espacio deportivo y una buena zona verde para el barrio.
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Un buen proyecto para la plaza del Oeste
Ni la edad ni algunas dificultades con la memoria hacen que Lorenzo haya perdido la fe en las reivindicaciones, la lucha vecinal y el asociacionismo. Considera que el barrio Oeste debe seguir peleando por ampliar sus jardines, pero lamenta que actualmente quedan pocos espacios que puedan albergar una buena zona verde. Y uno para él está claro: es la plaza del Oeste. «Ha habido tres proyectos para ampliar la circunferencia» afirma, pero se han ido construyendo edificios y no solo no se ha conseguido, sino que «se ha perdido la línea de la plaza», opina.
Tampoco le gusta la enorme fuente que ocupa toda la rotonda central. Prefería la anterior, más pequeña, pero que se estropeó por las heladas. También recuerda que hubo un accidente grave en ese espacio y entonces se optó por ampliar la fuente y adoquinar la zona, pero en esa etapa ya no estaba él en la asociación. Desea que de una vez haya un buen proyecto para dimensionar la fuente, tener vegetación y que los vecinos ganen espacio para la convivencia y cultura.
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Otras preocupaciones fuera del barrio
Pero Lorenzo no solo luchó por el barrio. Todavía recuerda los desvelos y el sufrimiento que le ocasionó una obra para llevar el agua a la otra margen del Tormes: «abrieron en canal el Puente Romano, rompieron hasta las dovelas de abajo».
Él, graduado en Artes y perteneciente a una familia de «tres generaciones dedicadas a las Artes», desde su abuelo hasta él, no paró de hacer dibujos y tomar medidas para documentar lo que se estaba haciendo. Durante muchos años se abandonó el patrimonio arquitectónico de Salamanca, lamenta.
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Un vecino querido y respetado
Lorenzo y Carmen son unos vecinos muy queridos en el barrio. Una prueba es el mural que les dedicó hace unos años la Galería Urbana del Barrio del Oeste y que se puede contemplar en la intersección de las calles Vitigudino y Valle Inclán.
La pareja sigue disfrutando del barrio en la medida de lo posible. Les gusta salir a dar un paseo, por ejemplo hasta el paseo de Carmelitas y sentarse allí. Pero fiel a su carácter reivindicativo, proponen mejoras: más limpieza para retirar las deposiciones de las aves que descansan en la zona y respaldos para los bancos, porque a su edad los necesitan para estar cómodos y en otras zonas de la ciudad, como las inmediaciones del Victoria Adrados, han comprobado que los han puesto.
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Carmen lamenta que aunque las columnas de estos jardines fueron concebidas para ser apoyo para rosales trepadores, nunca los hubo.
Crítico con el carácter salmantino poco participativo
Lorenzo es muy crítico con el carácter salmantino y castellano y leonés. Cuando la gente se queja de que algo no está bien, él responde «el alcalde no tiene nada que ver, sois vosotros que no participáis en nada». Quizá por eso considera que cuando era el presidente de ZOES «era el malo del barrio»: Ha tenido que pelear para conseguir muchas cosas y al mismo tiempo no se ha callado cuando ha escuchado la desidia y lamentos de quienes esperan que las soluciones caigan solas del cielo.
A lo largo de la tarde, este hombre inquieto asegura que quiere escribir sus memorias. Como conserva un archivo fotográfico tan impresionante como desorganizado (gracias, entre otras cosas, a que un tío suyo se dedicaba a la fotografía) quiere ordenarlo y que le sirva de guía para distintas partes de las memorias. Seguro que todavía nos sorprende con ese testimonio escrito y con nuevas imágenes de un barrio que cambió para siempre gracias a su empeño.
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