El estudiante de Salamanca con doble titulación que elige un pueblo de 200 habitantes para realizar sus prácticas

Deberíamos eliminar el término 'España vaciada'.

No lo digo yo. Lo dice un joven de 22 años. No lo dice cualquiera, lo dice alquien que vive y trabaja en un pueblo de la provincia salmantina de apenas 250 habitantes. Y lo dice porque lo vive, lo siente y ahora lo reflexiona. No lo digo yo. Álvaro Hernández García realiza unas prácticas rurales a través de una beca en la Universidad de Salamanca en el municipio de Morille, a algo más de 20 kilómetros de la capital.

«Desterraría el concepto de España Vaciada porque no está vaciada, queda gente que necesita servicios públicos, que necesita las mismas oportunidades que cualquier persona que nazca en una ciudad y es en estas realidades donde se debería poner el foco. El término de España Vaciada llega a invisibilizar. Hay personas que trabajan, que se resiste a irse de los pueblos y es tan lícito como querer vivir una ciudad».

Y ahonda todavía más. Habla de la edad, de la juventud, de las expectativas: «Nos han vendido que el éxito consiste en irte a Madrid, Barcelona o fuera de España, y está muy bien si eso es lo que quieres, pero el éxito no solo es irte a Madrid a un piso compartido por 800 euros la mes y tardar una hora y media en llegar a tu puesto de trabajo, el éxito también puede estar en un pueblo de 300 habitantes donde existe una oportunidad laboral».

Álvaro acaba de terminar la doble titulación de Derecho y Ciencia Política en la Universidad de Salamanca y actualmente realiza unas prácticas extracurriculares de verano en el municipio salmantino de Morille, que según el último censo del Instituto Nacional de Estadística, cuenta con 224 habitantes censados. Ejerce laborales de adjunto a la secretaría y la alcaldía, encargándose de asuntos jurídicos tales como tramitación de expedientes o procesos de contratación pública, entre otros.

Vivió en Huerta. Después en Salamanca capital y de nuevo se ha decantado por un municipio, ¿por qué? «Quería seguir profundizando, además de ampliar el Derecho desde otra perspectiva. A veces parece que en los pueblos pequeños no hay nada o no se puede aprender más en relación al Derecho. Sin embargo, cuando te acercas a su realidad conoces sus problemas y que incluso la legislación en muchas ocasiones no tiene en cuenta a los pequeños municipios. Te das cuenta de que tienes que tirar de tus propios recursos para solucionar estos problemas», responde.

Álvaro vive junto a otra compañera en prácticas en una de las casas habilitadas por el propio Ayuntamiento, no tienen que hacer frente a ningún alquiler y además reciben una remuneración económica por su trabajo. De hecho, la propia beca implica que el alumno en prácticas resida en el municipio. Él se levanta, va a trabajar y después regresa a casa para descansar. Por la tarde, siempre hay algún quehacer y uno de los principales es crear vínculos con el resto de vecinos. «Nos juntamos varios en torno al supermercado, sacamos unas sillas y nos ponemos a hablar. Al final somos gente de muchas edades y es gratificante».

Mientras, muchos jóvenes eligen la playa y el descanso, ¿se arrepiente? «Desde luego que lo volvería a elegir. Estoy aprendiendo aspectos relacionados con mi carrera, también estoy viviendo fuera de casa que es bueno ser independiente y el pueblo me ha acogido estupendamente. Con esas tres cosas volvería a solicitarlo, sin duda».

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