Todas las plazas disponibles en apartamentos turísticos este verano en Salamanca
La provincia se planta en el primer mes de vacaciones de verano con una gran disponibilidad de viviendas de uso turístico repartidas por los diferentes municipios
Con el verano en pleno arranque y las reservas disparadas en buscadores turísticos, Salamanca se planta en julio con un gran número de plazas disponibles en viviendas de uso turístico, una cifra que revela el giro que ha dado la oferta de alojamiento estos últimos años en la provincia.
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Ya no son solo los hoteles los que marcan el ritmo de la temporada alta: cada vez más visitantes optan por apartamentos, casas rurales o estancias privadas repartidas por toda la provincia, desde el casco histórico hasta los rincones más rurales de la Sierra de Francia. Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en varios municipios esta modalidad supera ya en capacidad a los propios hoteles.
El número de plazas en viviendas de uso turístico en Salamanca ha mostrado una tendencia general al alza en los últimos cinco años, a pesar de algunas oscilaciones. Tras el impacto de la pandemia en 2021, cuando se redujeron a 5.383, el sector ha ido recuperándose progresivamente.
En agosto de 2024 se alcanzó un pico de 7.527 plazas, cifra récord hasta la fecha. Aunque el último dato recogido, en mayo de 2025, se observa un ligero descenso, con 7.118 plazas, el volumen actual sigue muy por encima de los niveles prepandemia. Esta evolución confirma el crecimiento sostenido de este tipo de alojamiento, especialmente en zonas de alta demanda turística.
Esta tendencia de las viviendas de uso turístico se concentra especialmente en la capital, pero también se extiende a numerosos municipios rurales con atractivo turístico y patrimonial. La capital aglutina 755 viviendas turísticas, cifra que triplica la de cualquier otro municipio de la provincia.
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Entre las localidades con mayor concentración destacan Ciudad Rodrigo (69), Béjar (61), Candelario (32), La Alberca (30), Santa Marta de Tormes (20) y Villamayor (19). También llaman la atención núcleos de tamaño más reducido pero con fuerte atractivo turístico y natural, como Mogarraz (15), San Esteban de la Sierra (14), Alba de Tormes (14) y San Martín del Castañar (10).
La distribución territorial de las viviendas turísticas muestra un mapa heterogéneo: más de 250 municipios no registran ninguna, mientras que apenas una treintena supera las cinco unidades. Esta disparidad revela tanto las diferencias de atractivo turístico como la desigualdad en la capacidad de adaptación a este nuevo modelo de alojamiento.
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Salamanca ha experimentado un crecimiento sostenido en la oferta hotelera. Las cifras de plazas disponibles en hoteles durante el mes de agosto -tradicionalmente el de mayor actividad turística- han pasado de 8.876 en 2020 a 10.466 en 2024, lo que supone un aumento del 17,9%. A mayo de 2025, la provincia contaba ya con 10.822 plazas hoteleras, consolidando una tendencia al alza que refleja tanto la recuperación del sector tras la pandemia como una estrategia de expansión de la oferta alojativa.
Este incremento contrasta con la aparición y crecimiento acelerado de las viviendas de uso turístico, que ya superan las 1.500 en toda la provincia. Pese a esta dualidad en el modelo de alojamiento, los datos de ocupación hotelera se mantienen estables, con una media del 49-50% en los últimos meses, picos de hasta el 59% en temporada alta y bajadas hasta el 32% en invierno. Esto sugiere que, hasta el momento, el crecimiento de las viviendas turísticas no ha perjudicado al hotel tradicional, sino que ambos formatos están atrayendo perfiles de visitantes distintos o incluso complementarios.
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El crecimiento de las plazas hoteleras indica, además, una apuesta del sector por seguir siendo competitivo, posiblemente orientándose hacia eventos culturales, turismo de congresos y visitantes de paso. Sin embargo, la convivencia entre ambas modalidades de alojamiento plantea interrogantes a medio plazo: si las viviendas turísticas siguen expandiéndose sin una regulación adecuada, podrían ejercer presión sobre la demanda hotelera, especialmente en los municipios con mayor número de este tipo de alojamiento.
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