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Salamanca aporta evidencias al impacto de los ultraprocesados: riesgo de mortalidad prematura y dolores crónicos

Una investigadora brasileña integrante de la Unidad de Atención Primaria de Salamanca forma parte de un estudio internacional capaz de certificar las consecuencias dañinas en nuestra salud de la ingesta de alimentos ultraprocesados

Miércoles, 19 de noviembre 2025, 17:33

Una amenaza para la salud pública. Y no, no hablamos de personas. La Universidad de Salamanca ha formado parte de un estudio internacional sobre el efecto de los alimentos ultraprocesados en la salud humana. Esta investigación confirma cómo este tipo de comida está cambiando la forma en la que nos alimentamos y su repercusión directa en la salud de la población. De hecho, consideran necesario y «urgente» la difusión de medidas públicas que promueban el consumo de alimentos frescos, con el fin de alcanzar una dieta sana.

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Según los datos de la publicación, recogida en la revista 'The Lancet', en España la proporción de calorías que aportan los alimentos ultraprocesados se ha triplicado en las últimas tres décadas, pasando del 11% al 32%, dejando de lado las comidas tradicionales y los alimentos frescos. Las principales diferencias radican en su composición, se elaboran a partir de ingredientes baratos, tales como aceites hidrogenados, aislados proteicos o jarabes de glucosa o fructosa; y aditivos cosméticos, como colorantes, aromatizantes, edulcorantes artificiales o emulsionantes. La investigación sostiene que «su comercialización busca maximizar los beneficios empresariales más que el valor nutricional». Pero, ¿qué consecuencias palpables puede tener en nuestra salud?

Enfermedades asociadas a su consumo

En concreto, el consumo de alimentos ultraprocesados está directamente relacionado con los dolores crónicos. «Existen evidencias sólidas de que el avance global del consumo de alimentos ultaprocesados está transformando y deteriorando las culturas alimentarias tradicionales, comprometiendo la calidad de las dietas y contribuyendo de forma persistente el aumento de las dolencias crónicas en todo el mundo», explica Renata Bertazzi Levy, investigadora del Departamento de Medicina Preventiva de la Universidad de Sao Paulo, ahora mismo, profesora visitante en el IBSAL de la USAL e integrante de la Unidad de Atención Primaria de Salamanca.

Ahora mismo, la profesora brasileña además, forma parte de un estudio que relaciona el consumo de alimentos ultraprocesados y la salud de la microbiótica intestinal y oral, con el objetivo de comprender su papel en la aparición de enfermedades crónicas.

Además, el presente estudio revisa hasta 100 estudios longitudinales y muestra asociaciones consistentes entre un alto consumo de alimentos ultraprocesados y un mayor riesgo de obesidad y sobrepeso, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, depresión, afecciones de los riñoles y del sistema gastrointestinal, así como de mortalidad prematura.

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Políticas para frenar el consumo de alimentos ultraprocesados

Las investigadoras, junto a otros 43 expertos, exponen en su segundo artículo, la necesidad de un conjunto de políticas coordinadas para regular y reducir la producción, la comercialización el consumo de este tipo de alimentos, haciendo hincapié en la urgencia de responsabilidad a las grandes empresas de su papel en la promoción de dietas poco saludables. Así, ofrecen una serie de medidas:

Propuestas

  • Etiquetado frontal que identifique claramente los aditivos característicos de los alimentos ultraprocesados

  • Establecer restricciones a su publicidad, especialmente la dirigida a menores y en entornos digitales

  • Retirar estos productos de comedores escolares y hospitales

  • Limitar su presencia en los supermercados y amplicar impuestos selectivos para financiar programas que faciliten el acceso a frutas, verduras y alimentos frescos en hofares con menos recursos

Estas acciones, subraya la serie de The Lancet, «complementan las estrategias existentes para reducir el exceso de grasa, azúcar y sal en la alimentación y se alinean con las políticas impulsadas por organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la FAO, a favor de sistemas alimentarios más saludables, sostenibles y equitativos».

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