El comedor escolar suspende en la vuelta al cole
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ODS 3 | Bienestar y salud ·
Un estudio de OCU advierte de que uno de cada dos comedores ofrece menús muy desequilibrados: faltan legumbres, pescado azul o huevos y sobran precocinadosRaquel C. Pico
Martes, 17 de septiembre 2024, 12:06
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Con la vuelta al cole muchos serán los niños y niñas que volverán también al comedor escolar, pero lo que se encontrarán día tras día en su plato dista mucho de ser lo más adecuado. Las conclusiones de un estudio reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) dejan claro que, a principios de curso, los menús escolares no sacan muy buenas notas.
Uno de cada dos «está muy desequilibrado», concluye el informe, con un exceso de preocinados e hidratos y una escasez de legumbres, huevos y fruta. Según la investigación de la organización, ninguno de los menús analizados cumplía las recomendaciones sobre alimentación escolar pautadas por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), el Ministerio de Educación y las consejerías de Sanidad y Educación. En términos geográficos, desde OCU apuntan que no han notado diferencias entre unas comunidades autónomas y otras.
«Una buena dieta debe ser variada y equilibrada», recuerdan desde OCU. El menú del comedor debería, así, incluir alimentos ricos en hidratos de carbono, legumbres un par de veces a la semana, fruta y verdura de forma diaria y carnes, pescados y huevos de forma alterna. Todo con muchas menos frituras y precocinados, apuntan.
Ahora, los hidratos de carbono están, pero de forma excesiva. Los precocinados —como las empanadillas o las croquetas, muy populares— tienen excesivo protagonismo y desplazan lo que el estudio identifica como platos «más interesantes» a nivel nutricional, como el pescado azul o los huevos. El pescado azul es, de hecho, muy poco popular en la alimentación escolar: solo un 22% del pescado consumido, aunque se debería alternar entre azul y blanco. Aunque se introducen verduras en cantidades adecuadas se abusa de preparaciones como ensaladas o purés.
Son conclusiones que no pillan por sorpresa a Inma Girba, vocal de restauración colectiva del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana. «No nos sorprende en absoluto», dice. «Nuestro día a día es negociar con los centros el aumento de legumbres y de huevo», explica, sumando que también intentan que se cambien los lácteos azucarados por la fruta.
El estudio no ha encontrado diferencias entre tipos de centros o costes de menú, pero sí entre aquellos colegios en los que se cocina in situ y los que lo hacen fuera del centro. Los primeros tienden a presentar mejores datos. «Sin duda la presencia de una cocina propia en el colegio contribuye a controlar los alimentos y la preparación del menú escolar», apuntan. «Y no creemos que una cocina propia encarezca el coste del menú escolar», reivindican.
¿Han empeorado las cosas en los menús que se sirven en los colegios? Desde OCU reconocen que no tienen datos. «El estudio de menús escolares que publicamos, con la colaboración del Ministerio de Consumo, es único. Y no se ha repetido anteriormente», indican desde la organización.
Ellos avisan de que lo que ha cambiado es el contexto, en el que, destacan la «enorme cantidad de anuncios de alimentos no saludables que reciben los menores» y que influyen poderosamente en sus hábitos. «Lo que probablemente haya empeorado es el menú extraescolar de los niños. Sobre todo, en lo que se refiere a las meriendas que se preparan en casa», apuntan.
También la experta en nutrición habla de una realidad más compleja que va más allá de las comidas del colegio. «Pensamos que no han perdido calidad, al contrario», apunta Girba. Es decir, este es un tema cada vez más presente en la agenda y sobre el que se trabaja, pero es uno que tiene sus matices.
Uno de ellos está en el propio entorno familiar, puesto que en ocasiones cuesta convencer de que lo que se está dando al mediodía es lo más equilibrado, aunque no necesariamente lo que gusta a todos los pequeños. Y sobre lo que gusta, se suma otra de las piezas clave del papel de los comedores escolares, el de su peso como herramienta educativa. «El papel educativo no está olvidado, pero sí tendría que estar más presente y aplicarlo en la práctica», señala Girba. El colegio podría ayudar a conocer la fruta de temporada, las diferentes técnicas de cocción o la importancia de una dieta equilibrada.
Girba reclama que las que ahora son recomendaciones para la alimentación escolar se conviertan en la base de un esfuerzo legislativo. Ahora mismo, saltárselas no tiene consecuencias.
Niñas y niños tampoco viven al margen de las corrientes mayores. Girba confirma que, efectivamente, cada vez comemos peor, algo que han demostrado múltiples investigaciones. «De lo que es síntoma es de que no priorizamos nuestra alimentación como una contribución fundamental para nuestra salud presente y futura y la de nuestros hijos e hijas», indica. De los hábitos alimentarios que aprendemos en la infancia se derivarán nuestros hábitos futuros.
Una alimentación de mala calidad en la infancia tiene efectos a corto y largo plazo. En lo inmediato, se conecta con el aumento de peso y masa corporal, la aparición de caries o la falta de vigor, energía e interés entre los más pequeños. También se traduce en diagnósticos médicos. «Cada vez se están desarrollando más problemas de salud que antes eran de personas mayores», recuerda Girba, como puede ser la diabetes. A largo plazo, esta infancia tendrá una peor calidad de vida en la edad adulta y una más baja esperanza de vida. Y todo ello se conectará con un mayor gasto sanitario.
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