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La Conferencia de las Partes de las Naciones Unidas sobre el Clima, conocida con las siglas de COP, comienza mañana su 29ª edición en Bakú (Azerbaiyán). Los representantes gubernamentales de 197 estados y la Unión Europea –que acude como uno solo– están llamados a plantear, negociar y adoptar nuevas acciones colectivas contra la emergencia climática.
Una lucha global que, precisamente en este justo momento, se encuentra en un momento delicado. Por un lado, 2024 será recordado por sus fenómenos extremos ligados al cambio climático y por volver a batir récord de temperaturas como el más caluroso desde que hay registros. Por otra parte, en materia geopolítica, este año también queda marcado en el calendario por el regreso a la Casa Blanca de un negacionista declarado como lo es Donald Trump.
El fantasma del giro en la política climática que puede adoptar EE UU, principal emisor histórico de gases de efecto invernadero (aunque actualmente detrás de China), planeará de forma inevitable sobre las conversaciones de Bakú. Aunque el republicano, que ya sacó al país norteamericano de los Acuerdos de París en 2020, no tomará posesión hasta el próximo 21 de enero de 2025, su ausencia física no será suficiente para hacerlo desaparecer del todo de la cita internacional.
«Toda la cumbre va a estar centrada en el impacto de la victoria de Trump», valoró sin dudar a SMCenter Alejandro Caparrós, catedrático de Economía de la Energía en la Universidad de Durham (Reino Unido) y profesor de investigación del CSIC, al tiempo que recordó la cita que quedó totalmente eclipsada por Bush cuando se negó a firmar el protocolo de Kioto.
Salvando las distancias, Javier Andaluz, responsable de cambio climático en Ecologistas en Acción, también presente en la cita de Bakú, reconoce que «el miedo a que Trump absorba toda la cumbre» existe, aunque duda de que su reelección tenga efecto en las negociaciones, ya que toma posesión a finales de enero de 2025.
La que va representada es la administración Biden, que tampoco ha destacado por sus gran ambición climática nunca. «No olvidemos que históricamente Estados Unidos ha ejercido un papel de bloqueo», valora Andaluz, al tiempo que apela a la importancia, este año más que nunca, del papel que ejerza la Unión Europea. «Siempre ha evitado afear la mala actitud climática a otros socios como Estados Unidos o Australia, como sí lo hace con Rusia», apela Andaluz.
Ursula Von Der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, no acudirá este año. Tampoco parece que lo haga el presidente de Francia Emmanuel Macron. «Tampoco sabemos si Teresa Ribera acudirá», confesaban desde la citada organización ecologista. La todavía ministra de Transición Ecológica española, elegida para liderar la cartera de Transición Limpia, Justa y Competitividad en el nuevo gobierno europeo, no ha anunciado oficialmente su asistencia. El disloque de agendas tras la dana de Valencia puede explicarlo.
De cualquier modo, precisamente los efectos de este evento meteorológico extremo y sus consecuencias devastadoras para la población centrarán el discurso que, tal y como ya ha confirmado Moncloa, dará el presidente Pedro Sánchez el próximo martes, segundo día de la COP 29.
Hacer frente a las consecuencias del cambio climático, que ha dejado en 2024 incendios en Canadá de dimensiones nunca vistas por los científicos o inundaciones de dimensiones bíblicas en Bangladesh, requiere de inversiones globales en medidas concretas y voluntad política.
obre lo primero, esto es, la financiación de las acciones de adaptación para hacer frente a la emergencia climática, se esperan los acuerdos más relevantes de esta cumbre de Bakú. Es el gran objetivo de este encuentro que, aunque muchos lo llaman de transición de cara a la próxima cita en Brasil –de hecho no se esperan acuerdos sonados–, se tendrá que fijar una cuantía en lo que se conoce como Fondo Verde internacional.
Hasta ahora, el dinero comprometido por los países para la lucha contra el cambio climático había sido de 100.000 millones de euros anuales entre 2020 y 2025. Esta cantidad solo se consiguió realmente movilizar en el año 2023. ¿Cuánto se va a comprometer en 2025? Los activistas y los países del Sur Global, víctimas de una crisis que no han provocado, piden que se multiplique por diez y se supere el trillón de dólares (un billón en el sistema español).
«Aunque la Ciencia nos dice que es la cifra necesaria», afirman las organizaciones ecologistas, no hay muchas señales de que esto vaya a suceder. En realidad, las expectativas están puestas en llegar a un acuerdo –que de seguro será agónico y a última hora, como viene siendo tradición– para triplicar el dinero comprometido a esta tarea hasta el momento.
Sobre la voluntad política, como recordaba el citado catedrático del CSIC, no se esperan grandes muestras de ambición, ya que será en la COP 30 donde toca renovar los compromisos nacionales de reducción de emisiones.
Ya sea de transición o de perfil bajo, como aseguran los menos optimistas, lo cierto es que en la reunión de Bakú se deberá concretar el compromiso alcanzado en la anterior cita de Dubái, que fue calificado como «histórico».
En aquella ocasión, las partes consintieron en incluir en el texto definitivo del acuerdo el compromiso de caminar hacia un mundo sin combustibles fósiles. Un hito que, aunque resulte obvio para quienes están familiarizados con la materia, no lo es tanto para potencias como China, cuyas emisiones no paran de crecer en los últimos años, al mismo ritmo que su economía.
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José A. González
La pregunta que toca contestar es cómo se transiciona hacia esta economía totalmente descarbonizada. Este es la otra gran 'pata' de las negociaciones que se vivirán en esta COP 29, que paradójicamente tiene como sede a una potencia gasística mundial. Se espera que se concreten medidas, tales como el despliegue de energías renovables u objetivos concretos para el abandono del carbón, el petróleo o el gas de forma sectorial (aviación, industria, transporte, etc.).
El programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas publicó hace unos días, de cara al encuentro que mañana comienza, el estado de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Un año más, ni bajaron ni alcanzaron el pico a partir del cual lo harán. Es el punto de partida.
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