Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Cambian los tiempos, las costumbres, cambia el mundo, pero el amor romántico permanece, modernizado y adaptado a cada época. De ello da fe el poeta Lorenzo R. Garrido (Madrid, 1986), que acaba de publicar 'Noticias del otro lado' (Reino de Cordelia), 38 poemas sencillos, pero a la vez, o quizá por ello, profundos, que acompañados por un bello prólogo de Luis Alberto de Cuenca tratan de iluminar los recovecos del amor y el desamor.
El final de un noviazgo llevó a Garrido a escribir, entre 2017 y 2022, este poemario de corte amoroso, pero también con una fuerte carga existencialista. 'Noticias del otro lado' reflexiona sobre el fin de una relación de pareja, «un mundo dentro de otro mundo que tiene hasta su propio idioma, y lo extraño es que, cuando el amor se acaba, ese mundo sigue estando ahí, con uno a un lado y otro, al otro», cuenta. «Cuando el amor termina, uno se ve desterrado», subraya este escritor y articulista, forjado en el periodismo cultural.
«La poesía es un alivio contra la indefensión de la vida, que sabemos que acaba mal», explica el autor, que también hace suyas las palabras de Vargas Llosa: «La literatura es una invención de los seres humanos para protegernos de la muerte». ¿Pero escribir ayuda a sobrellevar las penas? «A mucha gente le ayuda, pero a mí, no me ayudó. Escribir no me alivió porque en los momentos de escritura yo sentía que chapoteaba en los recuerdos, pero algo tan tangible como ver publicados los poemas me ha ayudado a pasar página», reconoce el autor, un letraherido que bebe de la larga tradición de la poesía en español, desde el Siglo de Oro a Gil de Biedma y Luis García Montero, pasando por la Generación del 27 y por Machado y Borges.
«'Noticias del otro lado es', de principio a fin, un libro del tú, y es a la segunda persona a la que van dirigidos todos y cada uno de los versos, que solo existen porque existe un tú que ha decidido unilateralmente incumplir las cláusulas del contrato amoroso cuya liquidación ha suscitado en el yo que escribe un malestar diario fronterizo con la tragedia», profundiza Luis Alberto de Cuenca en el texto que abre el poemario, y continúa: «Los versos que siguen son el fruto de ese malestar. Y son un fruto tan bien diseñado, y tan auténtico, y tan emocionante, que si este modesto prologuista se convirtiera por arte de magia en el tú responsable del malestar que originó la escritura de unos poemas tan desoladamente hermosos, lo tendría muy claro: volvería, aunque fuese por un rato, al dulce yugo del amor perdido».
La pregunta, entonces, flota en el aire: ¿Está escrito el libro para recuperar el amor perdido? «La literatura tiene poder para eso y para más, y no sería la primera vez que eso ocurre. Pero yo no buscaba eso», dice el poeta.
En una época en que la poesía juvenil vive un enorme 'boom' en las redes sociales, Garrido no reniega de esos jóvenes autores que han convertido en 'best-sellers' sus poemas gracias a Twitter e Instagram. «Es una poesía que ayuda a muchos jóvenes a reconocer sus sentimientos y que sirve como puente para dar el salto a otro tipo de poesía», asegura el autor. Porque el género, admite, no está sobrado de lectores. «La poesía tiene mucho prestigio, y eso se aprecia en que los últimos premios Cervantes han sido poetas, pero menos lectores. De hecho, hay muchos lectores formados, incluso muchos escritores, que no leen poesía, y eso quizá tiene que ver con la poesía que se aprendió en los colegios, como la de Góngora, que es extraordinaria, pero muy difícil. Pero la poesía no tiene que ser hermética ni un coto cerrado. La poesía parte de la emoción, de un sentir que nos atañe a todos», asevera Garrido.
Una hebra de esperanza
En los cines y en los bares,
en los parques y conciertos
(Bob Dylan, ¿te acuerdas?),
en los museos que he soñado
y en los que aún no he puesto el pie,
en el espejo roto de los días,
en las calles con sabor a febrero,
en la dulce ignorancia,
en el lento pasillo de los trenes,
cuando llego y nadie espera,
en el laurel deshojado,
en el desorden de la tormenta,
en el silencio de mi cabeza,
a menudo visitado
por aquello que nunca hicimos,
por encima y por debajo
de mi pulso:
tú,
siempre tú,
orgullosa e invencible,
una hebra de esperanza
en el fondo de la noche.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.