El realismo íntimo de Isabel Quintanilla brilla en el Thyssen
Fallecida en 2017 y más reconocida en Alemania que aquí, es la primera pintora española a la que el museo dedica una gran retrospectiva / Muchas de las casi cien obras que reúne la pinacoteca no se habían visto en España desde que fueron pintadas
Cuando Antonio López tenía un problema y se encallaba con un cuadro, buscaba consejo y soluciones en Isabel Quintanilla (1938 -2017). Lo cuenta Leticia de Cos, comisaria de la primera gran muestra que el museo Thyssen dedica a una pintora española. No podía ser otra que Quintanilla, maestra del realismo a la altura de su afamado colega manchego, pero que sigue siendo una desconocida para el gran público. De Cos ha logrado reunir casi cien obras para «resituar en la historia» a esta talentosa artista que con su realismo íntimo triunfó más en Alemania que en España y muchas de cuyas desperdigadas y casi desconocidas obras no estaban catalogadas.
A pesar de ese desconocimiento, Quintanilla es una de las figuras fundamentales del realismo contemporáneo. Lo constatan las más de 90 obras reunidas en el Thyssen. Los dibujos y pinturas -muchas inéditas en España- más sobresalientes de su larga carrera. «Su pintura es su vida, y su vida es su pintura», resume la comisaria, que ha tardado tres años en reunir las obras de esta «necesaria» exposición en cartel hasta el dos junio.
Formada en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y casada con el escultor Francisco López Hernández, a quien conoció allí, el horizonte de Quintanilla era «pintar lo que teníamos cerca, lo que podíamos querer». «Compartir mi intimidad no me daba apuro», repetía la pintora. Su obra es así «un reflejo íntimo de su vida, de su familia, de su espacio laboral y vital y de sus gustos y emociones», según De Cos.
«Pinta espacios llenos de ausencias pero plagados de presencias», destaca la comisaria, que recuerda como la propia Quintanilla explicaba la ausencia de figuras humanas en en sus pinturas, con dos excepciones, su marido y Antonio López: «pienso que es mejor que no haya personas en los cuadros, que el espectador capte la emoción imaginándolos».
Además de ser la primera artista española con una antológica en el Thyssen, esta es la primera gran monográfica que se dedica a Quintanilla en su país. Fue uno de los pilares del grupo de realistas madrileños que desde mediados de los cincuenta estaban unidos por su formación y sus relaciones familiares y amistosas: su esposo Francisco López Hernández (1932-2017) y su cuñado Julio (1930-2018); Antonio López (1936) y su mujer María Moreno (1933-2020); Amalia Avia (1930-2011) y Esperanza Parada (1928-2011). Las obras de estas tres últimas han encontrado un hueco en la muestra junto a las telas de Quintanilla.
Duralex
Quintanilla conoció las vanguardias pero pronto se inclinó por el realismo dentro de la tradición española que siente como algo propio y cercano. Pinta su entorno, ya sean bodegones que evocaba Zurbarán o interiores domésticos con luz eléctrica o natural. Retrata sus objetos personales, las habitaciones de sus casas o los árboles y plantas de su patio. Se interesa por los motivos cotidianos que tiene más a mano, como el modesto vaso de cristal de la marca Duralex, protagonista de decenas de obras y hoy a la venta en la tienda del Thyssen junto a piezas mucho más sofisticadas y elegantes. A menudo sus pinturas y dibujos homenajean a su madre, modista, o a su marido, escultor, a través de una máquina de coser, unas tijeras o un molde o un saco de escayola e incluyen objeto tan populares como un bote del limpiador Ajax o del ungüento Vick VapoRub.
La selección de obras abarca las seis décadas en las que Quintanilla estuvo en activo, desde 'La lamparilla' (1952), la pieza más antigua que se conserva, hasta 'Bodegón Siena' (2017), la última que entregó a su galerista poco antes de fallecer. Destacan piezas de gran formato como 'Roma' vista desde San Pietro in Montorio y el jardín de la academia de Española en la ciudad eterna, donde estuvo entre 1960 y 1964 junto a su marido, becado por la academia, o un lavabo que no desmerece al de Antonio López. Se presentan en seis secciones temáticas y cronológicas en las que se suceden bodegones interiores, paisajes y jardines.
Nuevo Perfil
«Leticia de Cos ha sido la mujer orquesta que la ha hecho posible esta muestra que construye el perfil de Quintanilla y la sitúa en la Historia del arte, relacionando su pintura con un contexto nacional e internacional vinculándola con al realismo alemán y europeo del siglo XIX o el romanticismo», destacó Guillermo Solana, director del Thyssen.
«Estamos más que satisfechos de haber podido recuperar su legado», se ufanó la comisaría que contactó con muchos galeristas y coleccionistas alemanes para armar la exposición. «La mitad de las obras de la exposición vienen de Alemania y no habían estado aquí desde que se pintaron», destacó. Algo que se debe al papel del marchante alemán Ernest Wuthenow, fundador de la galería Juana Mordó de Madrid, que apreció su talento la hizo triunfar en Alemania en los años setenta junto a Antonio López y Amalia Avia. Junto a los galeristas Hans Brocksteft y Herbert Meyer-Ellinger, Wuthernow consiguió exponer su obra en Alemania y Portugal durante las décadas de 1970 y 1980. Lo hace en la Documenta de Kassel de 1977 y en ciudades como Hannover, Fránfort, Hamburgo o Darmstadt.
Quintanilla vivió y trabajó en un momento de la historia de España en el que las mujeres artistas no tenían ni el peso ni el protagonismo de sus colegas masculinos, aspecto que ella no pasaba por alto en unas declaraciones públicas para poner en valor de sutrabajo y el de sus compañeras. Su pintura es, según la comisaria, «resultado de un dominio rotundo de la técnica y un oficio adquirido en distintas escuelas. Pero sobre todo un trabajo continuado en el tiempo».
La propia Quintanilla se refería con frecuencia a la lucha constante que supone «resolver los problemas que la pintura plantea a todo el que quiere valerse de ella para experimentar la realidad de otra manera».
En 1996 el Centro cultural Conde Duque de Madrid dedicó una muestra a Quintanilla. La madrileña galería Leandro Navarro hizo lo propio con una monográfica veinte años después. Muchos descubrieron su obra en 2016 cuando se incluyó en la muestra colectiva 'Realistas en Madrid' en el Thyssen «y Quintanilla robo el show a Antonio López», segun Solana, año y medio antes de fallecer con 79 años.