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Laura Marta
Enviada especial a París
Domingo, 4 de agosto 2024, 00:16
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Es la final que el planeta tenis esperaba. Imposible un cartel mejor para esta pelea por la gloria olímpica que Carlos Alcaraz y Novak Djokovic hoy en París 2024. El presente con mucho pasado contra el presente con mucho futuro, pero en un torneo que otorga la exclusividad: el oro. Lo busca el serbio, que no se resigna a terminar su carrera con un bronce y sabe que, con 37 años, quizá se la última oportunidad. Lo quiere el español, con 21 años, para demostrar quién manda en el tenis de hoy.
Aunque se enfrentaron hace menos de un mes, se nota que los dos son distintos. Al serbio se lo ha visto disfrutar de otros deportes, como un anochecer bajo la Torre Eiffel en el voley playa. Algo que Alcaraz decía echar en falta, encerrado en su burbuja del tenis porque la exigencia se multiplicó por dos con el dobles. Bendita exigencia, y sentimental, de la que se liberó en solitario después de pasar unos días constreñido por la responsabilidad. «No he tenido la oportunidad de conectar con otros deportes. Me hubiera encantado animar a otros deportistas y ver otras disciplinas, pero me ha sido imposible. Nosotros estamos por un objetivo: ganar una medalla para nuestro país, intentar que sea la de oro. Estamos a un pasito de esa meta que tenía y que querían todos los españoles», admitía el murciano con un gesto de resignación.
Aunque sí siente que está en un equipo y que esto es distinto, con dificultades para pasear con calma por la Villa por la cantidad de peticiones de fotos que lo acecha. «No es como cualquier otro torneo. Poder compartir momentos con otros atletas, tener ese respeto que nos tenemos como deportistas es una alegría. Por eso esto es especial. Pero con el tema del descanso o la comida, o los horarios, llegar a veces pronto o tarde, no es sencillo».
Ni siquiera ha tenido tiempo de hacer alguno de esos paseos de desconexión y vitamina N porque ha sido un esquema de dos partidos por día y sin más tiempo de entrenamiento que ayer, que se lo tomó con calma: «Vendré a entrenar, media hora o cuarenta minutos muy fáciles para coger sensaciones. Para que no se me olvide jugar al tenis. Muy tranquilos. Vamos a concentrarnos más en descansar», deslizaba sobre su preparación para este día de gloria.
Será el mismo Roland Garros que ganó hace dos meses, y el mismo rival al que ganó hace menos de un mes en Wimbledon, pero distinto. Un Novak Djokovic al que apagó sin miramientos en Londres es el que se ha levantado con ganas y furia en estos Juegos que ambiciona después de decepción tras decepción. Persigue este oro casi con desesperación.
Porque son 37 años y quizá Los Ángeles 2028 se le queda demasiado lejos en la distancia, en el físico, en el hambre. Y porque se ha caído demasiadas veces en este torneo: perdió en las semifinales de Pekín 2008, aunque ganó el bronce a James Blake; perdió en semifinales de Londres 2012 contra Andy Murray y el bronce contra Juan Martín del Potro; Del Potro le ganó en la primera ronda de Río 2016 y no pudo esconder las lágrimas, apoyado en la parada del autobús que llevaba a los deportistas a la Villa; perdió la semifinal de Tokio 2020, contra Alexander Zverev, y el bronce ante Pablo Carreño. Demasiadas derrotas olímpicas para un extraordinario competidor. «Pensaba en todas las semifinales que he perdido, por eso empecé el partido con más nervios, muchas emociones», reconoció el serbio tras ganar a Lorenzo Musetti, casi un título que celebró tirándose a la tierra de la Philippe Chatrier.
Confirma que la rodilla operada el 5 de junio está bien, y superados esos sustos que tuvo tras el duelo contra Tsitsipas . «No quiero restarle importancia a su victoria en la final de Wimbledon, me dominó y fue el merecido ganador, pero me siento más seguro de mí mismo y de mis posibilidades en la final».
Todo igual y distinto también entre ellos. Con 37 años, Djokovic puede convertirse en el tenista más veterano en ganar un oro desde que este deporte volvió al programa olímpico en Seúl 88; a los 21, Alcaraz puede ser el más joven de todos los tiempos.
«Los dos atraviesan momentos diferentes en sus vidas. Para Carlos todo va suave, bonito y perfecto. Ganó en París, ganó en Londres y ahora vuelve a la final de los Juegos. Su forma de jugar, de moverse y de enfrentarse a todo es perfecta. No estoy seguro de que sea capaz de entender la dificultad de esto porque es muy joven. Pero es un logro increíble en tan poco tiempo. No obstante, reconocerá la importancia de esta final para su país», explica Álex Corretja. En contraste: «Pudimos ver lo mucho que significaba para Djokovic llegar a la final, cómo se tumbó en la pista tras su victoria. Estará preparado. Se mueve mucho mejor que en Wimbledon. Sabe cómo lidiar con la presión. Para él, ganar al menos la plata es un buen logro, pero él busca el oro. Él mismo es oro. Es platino», confirma el extenista, y comentarista en Eurosport. Otro Alcaraz-Djokovic. Todo igual y tan distinto.
Antes, a las 12.00 horas, Sara Sorribes y Cristina Bucsa pelearán el bronce contra Muchova y Noskova.
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