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Era el segundo cuarto de partido y Hervert-Harrigan se puso a llorar desconsoladamente en el banquillo. Había disputado más de cinco minutos de partido, pero sin la posibilidad de anotar ni tan siquiera de lanzar y de nuevo con un +/- en negativo.
La secuencia fue tal que así; la jugadora pierde un balón y fue cambiada por Anna Montañana, se dirigió al banquillo y Raquel Romo le dio una serie de indicaciones. Harrigan reacciona con gestos, pero cuando la entrenadora ayudante vuelve a su sitio, ella comienza a llorar sin parar con la toalla entre las manos.
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Todo el mundo fue consciente de cómo estaba la jugadora, de su momento de desolación y rabia, por lo que en el descanso, cuando se dirigía al túnel de vestuarios, la ala-pívot de Perfumerías Avenida recibió el apoyo y la ovación de los aficionados que trataron de animarla en todo momento.
Harrigan volvió a saltar al terreno de juego con nuevos aplausos por parte de la grada. Fue al final del tercer cuarto. Y durante el último llegó a anotar puntos, incluido un tripe, ganándose de nuevo el efecto de la afición.
Pero una de cal y otra de arena. La jugadora acabó con una antideportiva tras una fea falta a Coulibaly. Inmediatamente, jugadoras como Andrea Vilaró trataron de tranquilizarla, lo que no evitó una tangana innecesaria.
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