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El partido en Salamanca era un examen para el Barcelona pero sobre todo para el técnico Xavi Hernández. Con el equipo recién goleado en la final de la Supercopa ante el Real Madrid (4-1) con muy mala imagen de los catalanes, siendo cuarto en ... la Liga muy alejado de la cabeza aunque clasificado de los octavos de final de la Champions, el de Terrassa tenía todas las miradas encima de la espalda. Y el catalán lo sacó adelante teniendo que tirar de cracks mundiales en la segunda parte como Gundogan, Lewandowski y Pedri, y de los golazos de Koundé y Balde para doblegar a un bravo Unionistas que, como ya hiciera hace cuatro años ante el Madrid también en la Copa, vendió cara su derrota ante los ojos de todo el mundo a través de la pequeña pantalla.
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El preparador, uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol y posiblemente el mejor mediocentro del fútbol español, no paró sentado en el banquillo desde el inicio. Y es que el primer susto lo tuvo cuando no se habían llegado ni a los dos minutos de juego cuando Losada se presentó en mano a mano Iñaki Peña y el unionista la tiró fuera por muy poco.
Xavi daba indicaciones desde la banda de forma constante. Con un plumas negro hasta casi las rodillas, el catalán vivió el partido con alta intensidad. En el 18 reclamó un posible penalti a Christensen en el área por un posible agarrón con derribo que el árbitro cortó de raíz con el jugador. Aplaudió el posible 0-1 en el 21 tras un magistral centro de Joao Felix que remató de forma acrobática Marc Guiu y que Iván Martínez mandó a saque de esquina a una mano en un gran movimiento reflejo bajo palos. Y de nuevo gesto de aprobación al lanzamiento al tiro desde fuera del área del 'Tiburón' Ferrán Torres que se marchó casi lamiendo el palo.
El golpe duro lo recibió con el tanto de Álvaro Gómez. Tampoco le sentó en el banco, todo lo contrario. Aunque poco antes del descanso llegó el primer suspiro con el gol de un Ferrán Torres que inexplicablemente para celebrarlo, se colocó la mano en la oreja en clara afrenta a la grada, que hasta entones le había tratado con normalidad. Xavi, por su parte, fue abrazado por su hermano y segundo técnico. La sangre siempre suma y más en los momentos de tensión.
Tras el descanso ya no quiso más dudas. Puso a calentar de golpe a Gundogan, Lewandowski y Pedri a la vez. Y una vez con los tres en el campo y con el dominio total del esférico empujando a los charros a defender en el área, Koundé puso por delante a los suyos con un zapatazo desde fuera del área ante el que nada pudo hacer Iván Martínez. Por fin empezaba a respirar tranquilo Xavi en Salamanca. Y mucho más con otro golazo, el de Valde llegando en velocidad y estrellándola en el larguero antes de meterse en la portería. Quedaban menos de 20 minutos y el Barcelona ya tenía los cuarto en la mano. Y Xavi... la tranquilidad al menos hasta el fin de semana donde le espera otra batalla en Sevilla. La de Salamanca la superó a base de golazos y teniendo que meter al campo a tres estrellas mundiales commo Gundogan, Lewandowski y Pedri. Casi nada. Eso es jugar con ventaja.
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