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Aprovechar las 'vacas gordas' ante el riesgo de que lleguen las flacas. Es el principal mensaje que el Banco de España ha comenzado a transmitir a las entidades españolas tras unas semanas de infarto en las que la estabilidad financiera global ha vuelto a temblar con la quiebra de varios bancos regionales estadounidenses y, en Europa, la caída de Credit Suisse.
El organismo calcula que la exposición de las entidades al banco suizo es de apenas «entre 300 y 400 millones de euros». Pero es consciente de que el mercado puede jugar nuevas malas pasadas a un sector que estos días ha vivido pendiente de la evolución de sus propios depósitos, claves para mantener los niveles de liquidez a raya.
Tal y como explicó este martes Mercedes Olano, directora general de Supervisión del Banco de España, el organismo no ha detectado una salida de depósitos extraordinaria derivada estas jornadas de tensión. En concreto, atribuye la caída de depósitos extraordinaria a la necesidad de las familias de tirar de ahorro para hacer frente al entorno inflacionista. Pero también a que «otros muchos están exigiendo mayores remuneraciones por su ahorro, y los bancos derivan esos depósitos a otros productos como fondos de inversión», indican desde el supervisor.
Durante la presentación de la Memoria de Supervisión 2022, Olano indicó que la crisis podría acelerar la vuelta a una mayor remuneración de los depósitos, ante la previsible caída de liquidez que experimentarán los bancos. No será preocupante, pero obligará al sector a mover ficha, sobre todo premiando los trasvases de depósitos a la vista a depósitos a plazo, lo que les permite 'guardar' el dinero de sus clientes en plazos algo más largos, a un año, dos, etc. «Ocurrirá, cuándo, no lo sé», explicó.
El Banco de España ha querido minimizar el impacto de la tensión financiera en la evolución del crédito en el medio plazo. Es decir, habrá restricción, pero no por las tensiones de liquidez. «El endurecimiento viene determinado más bien por las subidas de los tipos de interés y por el impacto de la inflación sobre las rentas de las familias y los hogares», explicó Olano.
El organismo defiende así que esa contracción del crédito llegará por la vía de la demanda. «Aquellos que ya tienen créditos, deben hacer frente a cuotas más elevadas y, los que no, tendrán más dificultades para conseguirlos», insican.
El supervisor también desstacó que «es previsible que los ratios de mora aumenten, sobre todo en los segmentos más vulnerables, «caracterizados por sus bajos niveles de renta, su dependencia de los productos energéticos y alimentarios, y, en algunos casos, su elevado nivel de endeudamiento».
Con este telón de fondo, el Banco de España ha comenzado a solicitar al sector aplicar políticas prudentes en la planificación de su capital y en la cobertura del riesgo de crédito. De hecho, el organismo ha incluido por primera vez en su Memoria de Supervisión ese riesgo de financiación entre los principales a vigilar en 2023.
«Más allá de la labor supervisora, las entidades deben adoptar, por su parte, una posición prudente y aprovechar el incremento de rentabilidad actual para reforzar su resiliencia, mediante una adecuada política de capitalización de beneficios y constitución de provisiones», indica Pablo Hernández de Cos en la carta que acompaña la Memoria de Supervisión.
En este punto, añade: «la retribución del capital (bien mediante recompra de acciones o distribución de dividendos) ha de ser analizada teniendo en cuenta escenarios base y adversos creíbles, específicos para cada banco y que reflejen adecuadamente el potencial impacto de las perspectivas económicas». «Otra cosa es que los bancos nos hagan caso», reconocen fuentes del organismo.
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