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Ana Obregón quiere que la recuerden como «la mujer que murió con su hijo y que resucitó con su nieta»

«De lo único que me arrepiento en la vida es de todas las horas que trabajé en lugar de estar con mi hijo», ha dicho durante su posado veraniego

Joaquina Dueñas

Miércoles, 13 de agosto 2025, 13:03

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Un año más, Ana Obregón ha protagonizado su tradicional posado de verano, esta vez acompañada de su hija Anita, con bañadores a juego y disfrutando de juegos, risas y escenas cotidianas. Y es que la pequeña le ha devuelto la vida, tanto que quiere que la recuerden como «la mujer que murió con su hijo y que resucitó con su nieta».

Hace unos días confesaba en el programa 'YAS Verano', la versión estival de 'Y ahora Sonsoles', que este podría ser su último posado veraniego: «Probablemente este año sea mi último posado, no lo sé. Yo ya no estoy para posados. Este verano igual sí lo hago. Este año, si hay, será mi último posado y Anita. Aunque si me da tiempo ir al gimnasio, igual yo sí vuelvo algún año».

La temporada estival es una época agridulce para la actriz, cargada de recuerdos de su hijo Aless y creando otros nuevos con su nieta: «Lo que pienso en esa casa es cómo le gustaba a mi hijo. Y pienso en lo feliz que era y no lo sabía, qué faena. Cuando seáis felices y tengáis a la gente a vuestro lado, daos cuenta de que sois felices», dijo en el plató de Antena 3. En este mismo sentido, lamenta haberse centrado tanto en su trabajo porque le privó de poder compartir más tiempo con su hijo, que falleció prematuramente en 2020, cuando solo tenía 27 años.

Ana también ha reflexionado para la revista '¡Hola!' en la entrevista que ha concedido en exclusiva: «A muchas amigas presentadoras, con hijos pequeños, les digo que se lo piensen. Nuestro trabajo implica doce o trece horas diarias», ha expresado. «De lo único que me arrepiento en la vida es de todas las horas que trabajé en lugar de estar con mi hijo. No me arrepiento de nada más. Mucha gente dice: 'Es mejor calidad que cantidad', pero no. Porque una cosa es tener un trabajo de ocho horas y saber que llegas a tu casa y puedes ver a tu niño, pero yo me iba a las siete u ocho de la mañana y no volvía hasta las nueve o diez de la noche, y en la época de 'Qué apostamos', a la una o dos de la madrugada... No veía a mi hijo», se ha lamentado.

Ahora, con Anita, «todo es volver a empezar». «Alguien me preguntó el otro día que cómo me gustaría que me recordaran: 'Como la mujer que vivió intensamente, que murió con su hijo y que resucitó con su nieta'», ha subrayado en una entrevista cargada de recuerdos de su hijo, al igual que la casa familiar de Mallorca, 'El Manantial', en la que se han hecho las fotografías y que está a la venta.

Recientemente se publicaron unas informaciones que apuntaban a que la villa no estaría en las mejores condiciones, lo que estaría suponiendo un impedimento para su venta. Sin embargo, la colaboradora ha desmentido este extremo: «Se dicen demasiadas cosas porque no hay nada que decir. Ha venido gente a verla, pero españoles ninguno, solo gente de fuera. Estamos estudiando varias ofertas. ¡Pero este verano queríamos estar todos aquí!», ha aseverado. En esa misma línea se ha manifestado su hermano Javier: «Todo va perfecto, todo va con los calendarios establecidos», ha destacado. Y, aunque no entra en detalles, tilda de «absurdo» todo lo que se está diciendo.

'El Manantial' lleva a la venta un año. Se trata de una villa en una de las zonas más exclusivas de Mallorca, mandada construir por el padre de Ana Obregón en 1969. Desde entonces, la familia ha compartido allí cada verano, atesorando grandes momentos. De ahí que Ana sienta algunas dudas a la hora de pensar en desprenderse de ella: «Me da muchísima pena. Va a ser difícil y duro, pero entiendo a mis hermanos. Es un lío mantener una casa tan grande y, sobre todo, con una carga emocional tan enorme, porque la construyó mi padre. Está en un sitio privilegiado, al borde del mar, con la playa justo debajo. Ya no quedan casas así, es única, pero para mí tiene mucho más valor emocional que estético».

Mientras encuentran comprador, continúan disfrutando de este enclave único al borde de un acantilado, con una casa de una sola planta, siete habitaciones, zona de relax, pozo privado y un manantial (de ahí su nombre), piscina y un punto de embarcadero.

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