Rusia vuelve a llevar el terror a Leópolis y lanza su ofensiva en el Donbás
Siete personas mueren en varios ataques con misiles a la principal ciudad del oeste, a setenta kilómetros de la UE
Zigor Aldama
Enviado especial. KIev
Lunes, 18 de abril 2022
Rusia volvió a golpear en la retaguardia ucraniana con una nueva andanada de misiles sobre Leópolis, a las puertas de la UE, que dejaron siete muertos y una decena de heridos. También consolidó el reagrupamiento de tropas para desatar su gran ataque en el este; cargó sobre la región de Lugansk, donde tomó el control de la localidad de Kreminna, en el sudeste del país. Y sigue asfixiando a Mariupol. Ofensiva en multiples direcciones con más víctimas civiles.
Casi dos meses después del estallido de la guerra, el Kremlin volvía este lunes a las andadas; volvía al hostigamiento disperso como parte de su estrategia. A ese 'ningún lugar es seguro' que pareció relegado hace poco más de una semana, cuando las tropas invasoras iniciaban ese proceso de salida de la región de Kiev para centrarse en su nuevo gran objetivo, la anexión del Donbás. En el día 54 de la guerra, Rusia pareció empujar el conflicto a la casilla de salida.
Tras jornadas de relativa tranquilidad en la capital (que ha propiciado incluso la vuelta de las embajadas) volvieron a escucharse explosiones en Kiev, algo que viene sucediendo desde hace al menos dos días. Pero las más letales se produjeron a escasos 70 kilómetros de la frontera con Polonia, en ese punto de referencia clave para los cinco millones de personas que se han visto obligadas a huir del país. En Leópolis, la ciudad más importante del oeste de Ucrania.
Pasadas las diez de la mañana (hora local), al menos cuatro misiles caían sobre distintas instalaciones de uso militar y un taller de reparación de automóbiles causando siete muertos y once heridos. «Ha sido un ataque salvaje contra una gasolinera de uso exclusivamente civil», recriminó el gobernador de la región, Maksym Kozytskyy. Ocho viviendas y una escuela también sufrieron daños.
Esta región desempeña un papel clave en la recepción y reparto del material militar que la mayoría de los países europeos y EE UU están haciendo llegar al Gobierno de Volodímir Zelenski. El pasado 12 de marzo, el viceministro de Asuntos exteriores ruso, Serguéi Riabkov, avisaba en televisión que los convoyes con material militar que lleguen a Ucrania desde Occidente serán «objetivos legítimos» del ejército ruso.
Al día siguiente sus misiles caían sobre la cercana base militar de Yavoriv, a 40 kilómetros de Leópolis, y a poco más de 25 kilómetros de la frontera polaca, provocando 35 muertos y más de 130 heridos. Días antes las bombas habían destruido los aeródromos próximos de Lutsk e Ivano-Frankivsk. Estos eran, hasta ayer, los ataques a la zona.
Pero Moscú volvió a dejar claro que esa estrategia en el oeste contra cualquier 'referencia OTAN' no ha variado pese a que (por la fuerza de los hechos; por una resistencia inesperada) esté concentrado en esa gran ofensiva en el este del país. Medios estatales rusos informaban que su ejército habría alcanzado en las últimas horas un total de 315 objetivos militares de Ucrania, entre los que se encuentran 16 infraestructuras del este. Moscú confía también en salir pronto victorioso del asedio a Mariúpol, el enclave estratégico que conecta la península de Crimea, anexionada en 2014, con el Donbás, donde los independentistas son numerosos.
Aumento de ataques aéreos
«Rusia está cerca de completar la reagrupación de sus tropas para la invasión de la región oriental. Además, ha incrementado en más del 50% sus ataques aéreos, que están provocando graves daños en las infraestructuras. Pero el enemigo aún no ha logrado apoderarse de Mariúpol, donde se está viviendo una grave crisis humanitaria». Así explicó ayer el coronel Oleksandr Motuzyanyk, portavoz del Ministerio de Defensa de Ucrania, la difícil situación por la que pasan sus tropas en la región del Donbás.
«Están tratando de cercar Járkov, donde los enfrentamientos son intensos», añadió, asegurando que sus soldados han logrado liberar algunos pueblos, aunque se negó a detallar cuáles. Al menos trece personas habrían muerto y decenas más habrían resultado heridas en los 23 bombardeos (a uno cada hora) que en la úiltima jornada han efectuado las tropas rusas sobre la segunda ciudad del país, según informó la agencia Interfax-Ukraine.
La cifra de víctimas fue ofrecida por el servicio de prensa de la administración militar regional de Járkov, una de las zonas ucranianas que más viene sufriendo la ofensiva rusa de estos últimos días. Y todo apunta a que la situación se recrudecerá. Porque el Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania confirmaba ya que las tropas rusas han desatado esa gran ofensiva intensificando sus ataques en las tres regiones clave de esa franja este: Donetsk, Lugansk y la propia Járkov.
«Nuestras tropas resisten. Solo en dos lugares lograron abrirse paso; en Kreminna y otra pequeña ciudad. La lucha continúa. No entregamos nuestros territorios», aseguraba el secretario del citado Consejo Nacional de Seguridad y Defensa, Oleksiy Danilov. El gobernador de Lugansk confirmaba la toma de Kreminna por el ejército invasor. La pequeña localidad, que contaba con 20.000 habitantes antes de la invasión, se vió sorprendida en el día que las autoridades habían elegido para la evacuación. «Estaba prevista para hoy, pero no hubo tiempo y la situación de la ciudad ha cambiado de la noche a la mañana», aseguraba Serhiy Haidai.
El responsable regional de Lugansk se refería también a la muerte de dos personas por una serie de bombardeos en otras zonas próximas, en concreto mencionaba la pequeña localidad de Zolote, de poco más de 13.000 habitantes. Un ataque que causó las dos víctimas mortales y en el que también resultaron heridas otras cuatro personas. Kiev asegura también que resultó arrasado un complejo deportivo de la región utilizado por los representantes del equipo olímpico de Ucrania y una quincena de edificios residenciales.
En la de Donetsk, dentro de esa misma franja del Donbás que se ha convertido en la principal apetencia de Vladímir Putin, sus tropas lanzaban ayer un nuevo ataque con misiles a Kramatorsk, ciudad bajo control de Kiev, donde la pasada semana el bombardeo a su estación ferroviaria mató a 52 personas y provocó cientos de heridos. Este lunes al menos ocho edificios residenciales, instalaciones educativas y otras infraestructuras, según las autoridades locales, resultaron dañadas. Aunque en esta ocasión no hubo que lamentar víctimas.
Señales, todas ellas, de que efectivamente Rusia ha dado el paso efectivo en su estrategia del este. «Signos del comienzo de la operación ofensiva en esa zona operacional oriental», subrayaban las Fuerzas Armadas ucranianas en una comunicación lanzada a media tarde. Se referían en concreto a tres latigazos de las tropas del Kremlin para romper las líneas defensivas de Ucrania.
Uno, en dirección a Slobozhanski, donde se encuentran las tropas del sexto batallón occidental, así como las Flotas del Báltico y del Norte, encargadas de bloquear la ciudad de Járkov. Otro, en dirección a Izium –de donde precisamente el Ejército ucraniano expulsaba ayer a soldados invasores–, desde donde se prevé la embestida hacia Sloviansk y Barvinkove. Y en las direcciones de Donetsk y Tavriia, las fuerzas rusas centraban ayer sus ataques para hacerse con Liman, Popasna y Rubizhne, después de hacerse con el control de Kreminna, así como en reforzar su control para doblegar a Mariúpol.
Las municiones y la comida escasean
El armamento escasea en las filas ucranianas. Aunque no detalló cuál es la situación concreta «porque es información confidencial», tras agradecer el apoyo de los países que han ayudado a Ucrania con sistemas de guerra –entre ellos España– y recordar que «Ucrania no solo lucha por su territorio, sino por toda Europa», el portavoz de Defensa de Kiev, Oleksandr Motuzyanyk, dio algunas pistas a la hora de enumerar lo que le gustaría recibir de las potencias occidentales: «Vehículos blindados, sistemas antiaéreos y de artillería, y equipos de guerra electrónica».
En cualquier caso, los soldados ucranianos con los que ha podido hablar este periodista añaden que sus compañeros en el frente también tienen problemas de abastecimiento, un mal que afecta también a sus enemigos. Aunque la ciudadanía ayuda con todo lo que puede, cocinando para ellos y ofreciéndoles alojamiento si lo necesitan, la situación en las zonas en las que se libran los combates más intensos es desesperada. Y la misma sensación tienen los familiares de los militares ucranianos apresados por las fuerzas rusas.
«Una amiga lleva desde el pasado día 10 sin noticias de su hermano, que estaba luchando en Mariúpol», cuenta Nadia Mazun, residente en Kiev. La espera sin saber nada es terrible cada día. «Su nombre ha aparecido en las listas de los prisioneros capturados por los rusos, pero no hay más información. Suponemos que querrán intercambiarlo, pero tememos por su vida», lamenta ella.
«¡Qué diferencia con el trato que reciben los rusos en Ucrania!», exclama Nadia, quien explica que «a los prisioneros incluso les dejan llamar a sus familiares». «Hemos escuchado las grabaciones de sus llamadas, mientras que otras de madres rusas hablando con sus hijos en el frente demostraban que no les importa que violen a mujeres ucranianas», denuncia indignada. Sin duda, la propaganda es un camino de doble sentido.