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Fuego enemigo. Soldados del Ejército ruso disparan desde un tanque durante los combates cerca de la planta Azovstal. REUTERS

El Kremlin asegura que no celebrará un desfile de la victoria el lunes en Mariúpol

El asalto a Azovstal prosigue y los ataques se intensifican en el Donbás mientras Ucrania afirma que ha inutilizado un segundo navío ruso

sergio garcía y miguel pérez

Viernes, 6 de mayo 2022, 22:14

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El Kremlin aseguró este viernes que el lunes habrá «muchos rusos» en Mariúpol, pero desmintió que pretenda organizar una celebración por el Día de la Victoria, que se festeja en Rusia de manera especial para conmemorar la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. «Llegará un momento en el que habrá una gran celebración aquí», dijo el portavoz del Gobierno, Dmitri Peskov, quien señaló que tampoco está prevista una visita oficial a la ciudad sitiada. «Sin duda habrá rusos ahí, muchos, el 9 de mayo, pero no tengo noticias de ninguna delegación», subrayó.

Sin nombralo, Peskov rechazó así el persistente rumor difundido por las autoridades ucranianas y algunos países occidentales de que Moscú quiere acabar con la resistencia de Mariúpol antes del lunes para presentarla como un triunfo sobre Ucrania durante la fiesta nacional. Incluso algunos medios kievitas han aventurado que el Ejército invasor podría sacar a desfilar por las calles a los soldados ucranianos prisioneros, Otras fuentes creen, no obstante, que el Kremlin no necesitaría ningún simbolismo puesto que ya considera tomado desde hace semanas este enclave costero de gran valor estratégico.

Eso, a pesar de los combates que continúan en la factoría de Azovstal, cuya virulencia apunta a que durarán más allá de este fin de semana. En cualquier caso, Kiev no descarta que las tropas rusas organicen algún tipo de celebración triunfal en esta y otras ciudades conquistadas.

La crisis humanitaria empeora, mientras tanto, en la fábrica cercada y sometida a encarnizados combates, donde todavía quedan doscientos civiles. A la par que la ONU intentaba este viernes nuevas evacuaciones 'in extremis' -incluso llegó a salir un autobús con solo doce personas ante la amenaza de las bombas-, las fuerzas ucranianas denunciaron un nuevo boicot de los rusos a su anunciada tregua de dos días -este viernes y este sábado- con un ataque a un vehículo de transporte de pasajeros. El furgón fue alcanzado por un misil, que mató a un militar y causó heridas a otros seis.

Mariúpol está siendo «devastada», lo que supone un «ejemplo de cómo la tortura y el hambre son utilizados como armas de guerra», denunció Volódimir Zelenski, presidente de un país donde la artillería y la aviación rusas continúan provocando estragos y el terror de la población. El castigo, que ha acabado con gran parte de la infraestructura logística del Ejército ucraniano a lo largo y ancho de todo el territorio, se ha cebado en las últimas veinticuatro horas en Járkov, Jersón y, en general, la región del Donbás, con continuos «bombardeos sobre las posiciones de las tropas ucranianas en dirección a Liman», según los mandos locales. Preocupa especialmente la situación de los 300 heridos ingresados en el hospital de la ciudad de Kupiansk, escenario también de ataques frecuentes y donde el corte de las líneas de suministro habría impedido la llegada de medicamentos.

Un misil 'Neptune'

Expertos en esta crisis bélica encuentran grandes similitudes entre la estrategia que Rusia lleva a cabo en el sur y el este de Ucrania con la que desplegó en su momento en la periferia de Kiev: constantes bombardeos aprovechando su superioridad artillera y aérea en detrimento de una ofensiva terrestre a gran escala, pese a que este viernes mismo desplazó dos batallones de Mariúpol a otras zonas del este. La táctica podría responder a un plan para aplicar una guerra de desgaste contra los efectivos ucranianos, bajo el convencimiento de que el apoyo internacional menguará a medida que se alargue la contienda.

El último envío de armas lo anunció este viernes Alemania, que suministrará al Gobierno de Kiev siete modernos obuses pesados autopropulsados 'Panzerhaubitzen 2000' y comenzará el adiestramiento la próxima semana de los soldados responsables de su futuro manejo.

Sea esta u otra la estrategia de Moscú, los daños sobre su maquinaria bélica no cesan. Ucrania informó este viernes que uno de sus misiles 'Neptune' alcanzó una fragata rusa cerca de la isla de las Serpientes. Se trata del 'Almirante Makarov', el buque más moderno de su clase, equipado con 32 misiles, cañones de artillería y torpedos, que era buscado por los drones ucranianos desde hace semanas. Tras el ompacto, el navío se habría incendiado y, según la versión de Kiev, varios helicópteros rusos se dirigieron hasta él para evacuar a la tripulación.

El Kremlin no confirmó este ataque, que sería el segundo efectivo contra la Flota del Mar Negro tras la destrucción del 'Moskva' hace unas semanas. A este respecto, el 'New York Times' reveló que la información facilitada por la Inteligencia de EE II habría ayudado a destruir el crucero, así como el derribo de un avión de transporte de tropas rusas en el aeropuerto de Hostomel. El Pentágono rechazó posteriormente estas informaciones y negó que estuviera al corriente de las intenciones de hundir el barco, «una decisión en la que no estuvimos involucrados».

Transnistria pide que se reconozca su independencia

El presidente de Transnistria, Vadim Krasnoselski, reclamó este viernes el reconocimiento «pacífico» y «a través de la mesa de negociaciones» de la independencia de esta región separatista moldava. El dirigente hizo este llamamiento en medio de la escalada bélica en la vecina Ucrania, aunque advirtió que «el proceso debe ser exclusivamente democrático, sin hostilidades ni pérdidas», según expresó en un mensaje en Telegram.«¿Cuántas veces he hecho la pregunta sobre si es preferible un reconocimiento a través de la guerra y el derramamiento de sangre o una vida pacífica sin ser reconocidos por la comunidad internacional?», se preguntó Krasnoselski , para quien «la respuesta es obvia». «Transnistria será reconocida, pero de forma pacífica, a través de un diálogo». «Nadie quiere una guerra. No hay necesidad de azuzar las llamas con provocaciones.», concluyó el dirigente, que pidió a las autoridades de Moldavia y Ucrania que tomen «decisiones equilibradas» para no aumentar las tensiones y deploró que el Ejército moldavo haya organizado unas maniobras junto a su frontera.

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