El mesón de Salamanca que cumple treinta años con sus inicios sobre un barrio inexistente: «La especialidad es el pollo asado»
La Parada abrió en diciembre de 1975 en El Zurguén cuando aún la zona estaba por construir y ahora continúa con una segunda generación
Son una familia y también compañeros de trabajo, aunque su unión como padres e hijos es más fuerte que cualquier vinculación laboral. Y es que Dioni y su marido les han visto crecer desde el otro lado de la barra del bar, y ellos, por su parte, han jugado observado a sus padres trabajar. Abrieron el bar La Parada en el barrio de El Zurguén hace ahora treinta años. Un proyecto conjunto sobre el que forjaron también su vida personal. Los comienzos no fueron sencillos: la zona sin explotar y poca experiencia cosechada en hostelería dificultó el arranque. Pero este diciembre soplan 30 velas y van a por más.
«Nosotros abrimos el bar cuando esta zona aún estaba sin construir», explica Dioni. Podríamos tildarles de visionarios, pero ella prefiere hablar de atrevimiento. «Tuvimos la suerte de que pronto empezaron a hacer pisos aquí, la comandancia de la Guardia Civil y el Teso de la Feria y fue ganando mucho peso esta parte de la ciudad», recuerda Dioni. Con la edificación del barrio se instalaron los primeros vecinos que se convirtieron pronto en los clientes de toda la vida. «¿Verdad que sí, Javi?», espeta a un señor que toma café sobre la barra. Y eso es lo que hace un bar de barrio.
Además de un comienzo con poco movimiento alrededor, también se tuvieron que poner al día con la rutina de la hostelería. «Yo era carnicera y mi marido había trabajado nueve meses en otro establecimiento», añade. Todo un reto que no tardaron en superar. «Es un negocio donde lo suyo es trabajar para ti, pero es muy sacrificado», asegura. Mucha dedicación a nivel laboral que implica una conciliación complicada con lo personal. «No había dinero para que nadie les pudiera cuidar así que mis hijos se han criado en el bar», comenta orgullosa.
Una trayectoria de treinta años que ha cosechado experiencias de todo tipo: momentos buenos, algunos más complicados y otros puntuales que también han sabido superar. Recientemente, la última alteración a su funcionamiento normal han sido el comienzo de las obras en Saavedra y Fajardo. «El primer mes se notó mucho, bajamos un 50% las ventas», asegura. Poco a poco los vecinos fueron normalizando la situación y volvieron a sus costumbres de siempre. «Fue un caos pero los clientes ya se han adaptado», asegura Dioni.
Una segunda generación innovadora
La Parada está de aniversario por sus 30 años pero aún le quedan más décadas por cumplir. Los hijos del matrimonio, Cristian y su hermana, tomarán el relevo cuando les llegue el momento aunque ya han cogido el mando en algunas decisiones importantes para seguir insuflando vida a este negocio. «Decidimos incorporar el servicio de Uber, Just Eat y Glovo para poder preparar comida para llevar a distintos puntos de Salamanca», explica Cristian.
Una iniciativa novedosa que convive con la tradicionalidad de un mesón de toda la vida: platos caseros, pollos asados, buenos guisos y carnes a la parrilla. Esa simbiosis permite asegurar la continuidad de La Parada durante, al menos, otras tres décadas más.
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La anécdota estrella de 'La Parada'
La mesa para Jesús
En los bares se conforman rutinas difíciles de cambiar. El café descafeinado de máquina con leche que sabes que toma Juan sobre las 10:00 -porque es la hora habitual de su llegada-, el pincho de tortilla a las 12:00 o los pollos asados de los domingos. Rutinas que tejen el barrio. Y si hay buen costurero en esto es Jesús. Él tiene la rutina de ir todos los días a comer desde hace 30 años, desde que abrió el bar. «Es un vecino del bloque que ha venido a comer toda la vida, sabe cuál es su mesa y siempre se sienta en la misma», explica Dioni. No es un cliente, «ya es de la familia», insiste la cocinera. Y sumar integrantes a la familia de La Parada, con el paso de los años, es su mayor éxito.