El conocido bar de Salamanca que se traspasa por el deseo de su dueño de volverse al pueblo
El 'MT', en la plaza del Oeste, cambia de manos después de siete años capitaneado por José Aguadero
Es la historia del bar, pero también es la historia de José. Y es que el 'MT', en la plaza del Oeste, siempre será un poco suyo. Después de siete años al frente de este mítico establecimiento del barrio de los murales, el hostelero dice adiós para perseguir un objetivo: ganar calidad de vida. Aún recuerda cómo fueron sus primeros días detrás de la barra de este bar. «Se lo cogimos a Teresa, una institución aquí que había llevado el bar durante dieciséis años», adelanta. La anterior hostelera había dejado el listón alto -«era súper querida aquí»- y José se propuso seguir haciendo lo mismo. También en el funcionamiento del bar, pero sobre todo, en ganarse el cariño de la gente.
«Cuando algo va bien, para qué lo vas a tocar». Así entendió el negocio José y así hizo que el cambio de manos fuera sencillo, para él y para los clientes. «La transición fue buena porque Teresa se quedó con nosotros una semana y nos fue presentando a todos los clientes», recuerda. Los primeros pasos los dio aupado por la anterior propietaria. Eso sí, la continuidad fue mérito propio. «Creo que tengo un carácter amable y siempre intentamos atender con una sonrisa y agradecidos», asegura José. Esa gratitud que ha puesto por delante en cada servicio. «La gente te elige a ti para tomarse ese café y eso hay que valorarlo», añade.
Sin embargo, las gracias de José al barrio van más allá del café rutinario. El agradecimiento está en haberle dejado formar parte de una comunidad «encantadora», como él mismo define. «Es un barrio muy moderno, la gente joven se junta con la gente mayor y hay muy buen rollo entre distintas generaciones», apunta. Una zona que le ha permitido trabajar en libertad. «Nadie te juzga. Yo aquí me dejé el pelo largo que siempre me había gustado porque vi desde el principio que aquí se podían hacer cosas que en otros sitios no», explica.
Una experiencia no sólo laboral, sino también personal, que llega a su fin. «Yo aquí he sido muy feliz pero nos han ofrecido una oportunidad que no podemos rechazar», añade. Y tampoco es una solo una oferta laboral, es también una apuesta personal. «Necesito ganar en calidad de vida, aquí trabajo doce horas y pasan los años y me doy cuenta de que me tengo que aprovechar», reconoce José. Así, traspasa el 'MT' para tomar las riendas del restaurante La Terraza en Santibáñez de la Sierra, un histórico de la zona donde pretende mantener la misma esencia.
Por amor a la vida
De la capital a un municipio de la Sierra de Francia con apenas 150 vecinos censados. «Santibáñez de la Sierra es mi pueblo, allí está mi madre y vamos a trabajar sobre todo el fin de semana así que voy a tener tiempo libre para disfrutar más de la familia», convence. Esa conciliación anhelada que está a un paso de hacerse realidad. Ya piensa en adoptar un burro y convivir rodeado de animales. «Es lo que me gusta».
«El bar funciona a pleno rendimiento, me voy para mejorar mi calidad de vida»
Ese es el cambio que asume José en busca de su bienestar. «Lo que más me va a costar es pasar de llevar un bar a un restaurante», explica. Eso sí, allá donde vaya llevará su forma de trabajar. «Yo quiero que la gente que trabaje conmigo esté contenta, haya buen rollo y cumplir el convenio laboral del trabajador», insiste. Pretende que el amor que él siente por su trabajo se contagie también a aquellos que le rodeen.
Inicia ese nuevo proyecto «sin ningún miedo y con ilusión», y tan solo con una cuenta pendiente: encontrar a alguien que quiera continuar dando años de vida al 'MT', y también al barrio. «El bar funciona a pleno rendimiento, la tónica general es que siempre está lleno y hay muy buen ambiente», reflexiona José. Un espacio que espera un nuevo regente que mantenga el listón del bar tan alto como sus predecesores.
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La anécdota estrella del 'MT'
El baúl de las cosas perdidas
En el 'MT' nada está perdido. Todos aquellos objetos que olvidan los clientes encuentran su lugar en el bar. «No tiramos nada», asegura José. Recuerda cuando una estudiante china olvidó un gorra en el establecimiento. Un año y medio después de que se dejara aquel accesorio en el bar, volvió y lo reconoció rápidamente. «En cuanto lo vio, exclamó: '¡Mi gola!'», comenta José. Da igual el tiempo que pase que lo que se olvida en el MT, se queda en el MT.
