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Los testigos presentados por la defensa de Carrera Sarobe y que comparecieron este miércoles en el juicio por el asesinato de Giménez Abad. R. C.
Tres testigos sitúan a Ata a 300 kilómetros del asesinato de Giménez Abad

Tres testigos sitúan a Ata a 300 kilómetros del asesinato de Giménez Abad

Validan la coartada del que fuera jefe de ETA pese al riesgo de falso testimonio y contradicen las versiones de dos mujeres, testigos protegidos, que declararon al tribunal que el pistolero era Carrera Sarobe

Mateo Balín

Madrid

Miércoles, 5 de julio 2023, 20:05

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Cruce de versiones en la tercera jornada del juicio por el asesinato de Manuel Giménez Abad, quien fuera presidente del PP de Aragón, sucedido el 6 de mayo de 2001 en Zaragoza. Los dos acusados, el exjefe de ETA Mikel Carrera Sarobe, alias 'Ata', y Miren Itxaso Zaldúa habían marcado en rojo esta sesión para cimentar la coartada de sus declaraciones el pasado lunes. Esto es, no solo no participaron en el atentado sino que estaban muy lejos de la capital mañana y tienen testigos que lo pueden confirmar.

A propuesta de la defensa de Ata testificaron dos mujeres y un hombre, «conocidos y amigos», que aseguraron que ese día de mayo de hace 22 años coincidieron con Carrera Sarobe en las barracas de la fiesta popular Herri Urrats (recaudación de fondos para las ikastolas), en la localidad de Senpere, en el País Vasco francés. A unos 300 kilómetros en línea recta de Zaragoza. A riesgo de cometer un delito de falso testimonio, según les avisó el presidente del tribunal, los tres coincidieron en ubicar al acusado detrás de la barra de una de las 'txosnas' y afirmaron que estuvo en ella hasta que terminó la fiesta, hacia las 19:00 horas.

Uno de ellos, David Iturria, alcalde de la localidad navarra de Arantza, explicó a preguntas de las acusaciones que seguramente hizo fotos de aquel día pero que como se le quemó el caserío, «allí se quedarían», dijo. El regidor de EH Bildu aseguró incluso que volvió en coche con Mikel «a casa» tras pasar un día festivo. Otra testigo, Miren Echandi, también corroboró que vio al acusado sirviendo bebidas en la citado evento, al que acudió con una amiga y su hijo, y del que recuerda que no hubo buen tiempo.

En cuanto a los testigos propuestos por la defensa de la acusada Miren Zaldúa, este miércoles comparecieron cuatro, tres amigos de la cuadrilla y su hermana. A preguntas de la letrada fueron explicando que si bien ese día solían ir a la fiesta del Herri Urrats, «como hacía malo», se quedaron en la casa que compartía una de ellas haciendo labores de bricolaje. Comieron algo y luego se fueron al cine a ver una película en el centro comercial de Usúrbil.

De hecho, una de ellas llevó al juicio la entrada de esa sesión de cine que supuestamente compartieron las amigas, y es que tiene costumbre de guardar ese tipo de recuerdos. La película era 'Dime que no es verdad' y, después de que la defensa haya pedido que se incorpore como prueba, el tribunal lo admitió a pesar de que la Fiscalía denunció que se presentaba de forma sorpresiva y con mala fe procesal.

Durante el interrogatorio a estos cuatro testigos también se mostraron imágenes de eventos que se celebraron en 2001 y en los que participó la acusada, con el objetivo de demostrar que en esa época estaba delgada y por lo tanto no correspondería con la descripción que hizo el martes un testigo de la acusación, de que tenía la cara con «mofletes» o redonda.

«No sé si pensaba pegarme un tiro»

En cambio, dos comparecientes contradijeron estas versiones. Se trata de dos mujeres, testigos protegidos, quienes coincidieron en afirmar que Ata estaba en el lugar de los hechos y confirmaron que lo identificaron como tal ante la Policía. En una declaración grabada por problemas de salud, una de ellas dijo que vio como un hombre apuntaba con una pistola a otro que estaba tendido en el suelo.

Esta señora señaló que el hombre, que iba de negro y con gorra, cruzó la calle y se dirigió hacia donde estaba situada ella: «Nos miramos frente a frente unos segundos larguitos, no sé si pensaba pegarme un tiro porque no había nadie más para decir lo que acababa de hacer, hija mía».

Esta persona, que al paso de los años acabó identificando a 'Ata' cuando la Policía le mostró un carrusel de fotos, señaló en su declaración que tras sostenerse las miradas -«él se acordará de mi»- Carrera Sarobe guardó la pistola «de buen tamaño» y echó a correr. Tras asistir al hijo de Giménez Abad, que con 17 años acababa de presenciar como asesinaban a tiros a su padre, esta mujer desapareció de la escena hasta que al día siguiente se aproximó a una comisaria, explicó lo que había presenciado y colaboró en realizar un retrato robot de aquel «joven, alto y delgado» del que se acordaba a la perfección porque lo «llevaba en la cabeza».

Antes, y por videoconferencia desde Elche, otra testigo explicó que ese día se dirigía a alquilar una película en el videoclub de su barrio en Zaragoza en compañía de su marido y de su perro. Cuando llegaron a la zona, ella se percató de que un hombre tenía un comportamiento extraño y que se ponía a hablar con otro que llevaba una gorra.

«Me extrañó. Me quedé mirando fijamente. Uno se encargó de que no le viera la cara, pero al de la gorra le vi perfectamente. Me quede pendiente», detalló, para luego apuntar que la cara del de la gorra no se le iba a «olvidar en la vida». Tras eso, y una vez que su marido salió del videoclub, abandonaron el lugar, y camino de su casa pudo ver a Giménez Abad que iba con su hijo. Al rato, cuando entraban en el edificio escucharon los disparos, luego escucharon «jaleo» y decidieron bajar a hablar con la Policía para explicar a quién había visto ella. «Aquellos ojos y aquella cara no se me va a olvidar», indicó.

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