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Patricia López Arnáiz da vida a la madre de la pequeña Cocó (Sofía Otero).

'20.000 especies de abejas': Cuando Aitor se convirtió en Lucía

La basauritarra Sofía Otero en la piel de una niña trans conquistó la Berlinale con la ópera prima de Estibaliz Urresola, un elogio de la identidad y la tolerancia que llega a los cines el 21 de abril

Jueves, 20 de abril 2023, 19:41

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La abeja ibérica o apis mellifera iberiensis es buena productora de polen y aprovecha bien los recursos de cada estación. Sin embargo, se muestra muy nerviosa y defensiva, lo que supone un inconveniente para el desarrollo de la apicultura urbana. Cuando la directora Estibaliz Urresola (Bilbao, 1984) buscó en Google cuántas especies de abejas existían se topó con una cifra que acabó en el título de una película que es un canto a la diversidad, '20.000 especies de abejas'. «Quiero hablar de las mil y una formas que como seres humanos podemos tener para sentirnos y reivindicarnos frente a los demás», defiende. También hubiera sido un buen título 'El espíritu de la colmena', pero Víctor Erice se lo robó hace cincuenta años.

Como una colmena agitada puede contemplarse a la familia protagonista de esta madura y ambiciosa ópera prima, en los cines desde el 21 de abril, que mereció en la última Berlinale un premio de interpretación que no distingue géneros para su pequeña protagonista, la niña de nueve años de Basauri Sofía Otero, que nunca antes se había puesto delante de una cámara. Urresola la encontró en Naizen, la Asociación de Familias de Menores Transexuales de Navarra y Euskadi. Nadie mejor que ella para encarnar a Cocó, que no entiende por qué le llaman Aitor y hace pis de de pie. Ni la distinción de los vestuarios en la piscina del pueblo, para chicos y para chicas.

Cocó o mejor aún, Lucía, como quiere ser llamada, servirá de catarsis para sus padres (Patricia López Arnaiz y Martxelo Rubio), en proceso de separación. Todo transcurre en un verano en el que la familia ha cambiado Baiona por la casa materna en Llodio. Se trata de cruzar fronteras físicas y mentales. Allí, con la naturaleza en primer plano y la silueta de las fábricas de fondo, vive la abuela (Itziar Lazkano), que no entiende que su nieto se sienta chica. Y la tía (Ane Gabarain), que recolecta miel y emplea el aguijonazo de las abejas con fines curativos.

«He reunido a mujeres para hacer una reflexión más allá de lo trans sobre qué ha implicado la condición de mujer en las diferentes generaciones», explica Estibaliz Urresola. «Cómo ha operado en ellas como un ADN que se transmite el legado de vergüenza y pudor como un mecanismo de control». La pequeña Cocó, que se pregunta «¿por qué soy así?», pondrá a prueba a todos los que la rodean. Como bien dice la directora, '20.000 especies de abejas' no es solo la crónica de una disforia de género, sino una demostración de que somos lo que los demás piensan de nosotros: nos construyen los ojos de los otros.

Equipo femenino

Rodada con un equipo técnico y artístico casi íntegramente femenino (Lara Izagirre y Valérie Delpierre son las productoras del filme, que cuenta con dirección de fotografía de Gina Ferrer, arte de Izaskun Urkijo y sonido de Eva Valiño), '20.000 especies de abejas' enriquece el tema central –la reafirmación de la identidad femenina de la pequeña– con múltiples apuntes colaterales: la herencia familiar, el desgaste conyugal, la memoria, la distinción entre el artista y la persona...

Sofía Otero y Ane Gabarain en el filme.
Sofía Otero y Ane Gabarain en el filme.

A veces el guion de Urresola no puede evitar mostrarse didáctico y acumular simbolismos que la historia no necesitaba: el aura 'new age' de la tía curandera, el baño en el río purificador, la miel con la que modela esculturas la madre y se fabrican las 'argizaiolas' para velar a los muertos... Los 130 minutos del metraje también se hacen excesivos, aunque el relato vaya ganando en concreción y emoción según se aproxime al final.

«La niña no se transforma, adquiere a lo largo de la película las herramientas para expresar quién es. La que se transforma es la familia», resume Estibaliz Urresola, que logra que convivan con naturalidad euskera, castellano y francés en esta fábula sanadora como la miel.

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