Jaime Lorente y Blanca Suárez
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Jaime Lorente y Blanca Suárez
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Ninguno de los dos necesita presentación. Jaime Lorente (Murcia, 31 años) y Blanca Suárez (Madrid, 35 años) son dos de los actores más interesantes de su generación. Ambos se ponen a las órdenes de Kike Maíllo en 'Disco, Ibiza, Locomía', la película que este viernes llega a la cartelera, un luminoso y divertido 'biopic' de la 'boyband' que con sus hombreras y abanicos imposibles simbolizó la España de los excesos en los ochenta, una formación que se autodestruyó en el cénit de su éxito en medio de una lucha por su paternidad. Lorente da vida a Xavier Font, el ideólogo de un grupo que no sabía cantar y apenas bailaba, y Suárez encarna a Lurdes Iribar, la quinta componente, diseñadora del vestuario y corista.
-Jaime ni siquiera había llegado al mundo y Blanca nació en el 89. ¿Qué les sonaba de Locomía y qué les sedujo del proyecto?
-Jaime Lorente: Tenía como flashes de imágenes, de abanicos, de hombreras, de 'Disco, Ibiza, Locomía', pero no conocía mucho más. Y me sedujo precisamente abrir la puerta a esos flashes y descubrir que había una historia por detrás, unos personajes superinteresantes y un fenómeno musical y artístico que era muy guay.
-Blanca Suárez: A mí me pasó más o menos lo mismo. Tenía esos flashes, pero tampoco había escuchado gran cosa y, ni mucho menos, sabía la intrahistoria. La he sabido a raíz de adentrarnos a hacer esta película.
-Jaime da vida a Font. Es un papel muy complicado no solo por la cantidad de emociones que transita el personaje sino por el amaneramiento. ¿Fue muy difícil no caer en la caricatura?
-J. L.: No, porque no lo pensé tampoco muchísimo. Creo que había muchos elementos artísticos y de vestuario que ya te invitaban a comportarte de una forma. Pienso que, al final, estando mucho en el otro, las cosas como que se hacen más sencillas y que estar más en escucha que en tu paranoia hace que las cosas pasen de verdad. No sé si he caído o no he caído en la caricatura pero por lo menos he intentado no caer en ese cliché.
-Algunos le criticarán por encarnar a un personaje del colectivo sin pertenecer a él...
-J. L.: Entiendo... Hay cosas y cosas. No me quiero meter en marrones, porque cualquier cosa que se diga siempre puede ser malinterpretada. Creo que hay espacio para todos y todas, creo que somos actores y podemos representar cualquier tipo de papel. También pienso que, por ejemplo, los actores y actrices trans, que sí que es verdad que tienen muchas menos oportunidades, sí deberían tener prioridad como mínimo para encarnar a los personajes trans hasta que todo se equilibre y todos tengamos las mismas oportunidades. Ojalá lleguemos a un punto donde los personajes, dentro de la ficción, no se justifique el por qué tienen una orientación o por qué son de una forma o de otra, que parece que si metemos un personaje trans tenemos que explicar por qué es trans. Ojalá se normalice todo. No quiero meterme en jardines porque es muy difícil.
-B. S.: Nuestro trabajo es actuar e interpretar a personas. Si yo interpreto a una asesina, Blanca no tiene por qué ser una asesina. Estamos hablando de ficción y, a priori, se debe separar la persona y lo que haga en su casa y cómo sea y sus tendencias sexuales del personaje que está interpretando, porque eso debe prevalecer por encima de absolutamente todo.
-Blanca, da vida a la única mujer del grupo, Lurdes, alguien que está siempre sobrevolando en la cinta pero en los márgenes. ¿Cómo se planteó ese reto?
-B. S: Intentándole dar la contundencia y la presencia que en la historia real tuvo porque ella fue una de las impulsoras de que Locomía existiera. Había que darle ese espacio, reclamar un poquito de lo que le corresponde. No era una chica que pasaba por allí ni una loqui que les perseguía. Ella estaba ahí, fundó con Xavi la compañía.
-No es un musical, pero sí que describe ciertas anécdotas de la historia a través de coreografías. ¿Fue muy difícil aprenderlas?
-J. L.: Para mí no ha sido muy difícil.
-B. S.: Tiene un don...
-J. L.: Tengo un don para el baile.
-B. S.: Y mucha memoria, es increíble. Para el resto de los mortales sí lo fue. Fue difícil manejar los abanicos. Cuando le pillas el tranquillo todo fluye, pero al principio nos costó Dios y ayuda. Tuvimos muchísima suerte y un coreografo maravilloso, Toni Espinosa, que estuvo ayudándonos y asistiéndonos en todas nuestras necesidades, así como un cuerpo de baile que nos empujó durante toda la película. Todos tuvieron muchísima paciencia con nosotros. Creo que todo lo del baile es un puntazo y que le da un plus a la película.
-Confiesen, ¿se han quedado con algún traje?
-B. S.: No nos han dejado. Tuvimos que pelear para que nos dieran un abanico.
-J. L.: ¡Espera! ¿tú tienes un abanico?
-B. S.: Sí...
-J. L.: ¡Qué suerte! Yo creo que podemos conseguir un par de trajes.
-La verdad es que son espectaculares, pero parece difícil actuar con ellos.
-J. L.: A mí el traje me violaba un poco, por los tirantes (ríe).
-B. S: Imagínate, rodar con ellos en Tenerife, en agosto, con el calor. Yo iba un poco más fresca, pero cuando les veía a ellos era como guau.
-J. L.: Y Gil (José Luis Gil, el productor de la formación y el que, como se descubre en la película, cantó aquello de «sexy, Ibiza, Locomía») les hacía ir vestidos así por la calle las 24 horas al día cuando venían a Madrid. Es heavy.
-La cinta refleja aquellos años locos en Ibiza, donde los excesos, la fiesta y el hedonismo campaban a sus anchas. ¿Creen que antes había más libertad que ahora?
-J. L.: A mí eso me parece una subnormalidad como un castillo, de verdad. Antes a lo mejor la gente hacía menos juicios y había menos critiqueo de vecino a vecino, ¿sabes? Pero que antes había más libertad que ahora, eso no es verdad. Sí que es verdad que ahora estamos en un momento en que la gente esta con las garras y ahora pones cualquier cosa y la gente te machaca. Creo que de alguna forma somos menos libres entre nosotros. La gente esta con el cuchillo queriendo rajar, pero a nivel legal es algo incomparable.
-B. S.: También yo creo que en aquel momento salíamos de una época muy larga, de mucha represión, de gente con muchas ansias de cosas tan básicas como empezar a expresarse sintiéndote con un mínimo de la libertad.
-Supongo, Jaime, que la mayor parte de la culpa la tienen las redes sociales.
-J. L.: Pues sí. Yo me he quitado Twitter porque soy un calentado. Un día soy fascista, otro día, comunista. No sé lo que soy ya. Estoy confundido (ríe). Pero es verdad. El pensamiento crítico ha desaparecido. Si criticas lo que hace el Gobierno es por que eres de los otros. Dejadme en paz. Nadie tiene ni puta idea de lo que voto. Entonces sí, es un poco desagradable.
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